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Columnista - 22 noviembre, 2011

Entre la composición y la descomposición.

BITÁCORA Por: Oscar Ariza La semana pasada el país conoció un  escándalo más de corrupción. El turno  fue para la Sociedad de Autores y Compositores  de Colombia, SAYCO, desde donde se denunciaron presuntas irregularidades en la forma como se venía administrando  en cabeza del señor Jairo Enrique Ruge. En  denuncias hechas por empresarios, dueños de […]

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BITÁCORA

Por: Oscar Ariza

La semana pasada el país conoció un  escándalo más de corrupción. El turno  fue para la Sociedad de Autores y Compositores  de Colombia, SAYCO, desde donde se denunciaron presuntas irregularidades en la forma como se venía administrando  en cabeza del señor Jairo Enrique Ruge.

En  denuncias hechas por empresarios, dueños de locales comerciales en donde se utiliza la música para ambientar y por compositores, se puso de manifiesto la existencia de otras irregularidades que hacen pensar en la necesidad de reestructurar la entidad. En las múltiples quejas persiste una inconformidad por los abusos que Sayco comete al cobrar  derechos de autor, cobrando  a dedo, imponiendo a locales comerciales y a personas empresarias de la música,  tarifas  que sobrepasan los parámetros legales, valiéndose del desconocimiento que estas personas tienen de la ley, de represiones  y  amenazas que sus funcionarios hacen de cerrar  negocios a través de cartas y de sus abogados.

Preocupante e inaceptable es que mientras algunos de los directivos gozan de altísimos salarios, muchos compositores reciban mensualmente regalías paupérrimas,  después de haber entregado tanto talento a la cultura y al engrandecimiento económico del mismo Sayco, que cobra por el uso de las canciones, pero no distribuye el pago en condiciones justas según algunos compositores.

Muchos son los autores y compositores que viven en la miseria y el olvido a pesar de que su música aún suena en establecimientos comerciales, sin que se les retribuya con justicia unas regalías a las que tienen derecho.

Es vergonzoso que existan compositores en Colombia en esa extrema pobreza, mientras los directivos gozan de sendos sueldos a costa de quienes componen y hacen de la música un negocio rentable para la entidad; tal vez sea cierto lo que Rafael Manjarrez, vicepresidente de esta sociedad,  expresó en entrevista a la W radio al referirse a este tema, argumentando que Sayco no era  una entidad de beneficencia. Lo que si es cierto es que Sayco tiene el deber de pagar lo justo a cada compositor, sin caer en roscas, ni privilegios exclusivos de amigos que se han constituido en una élite, por no decir una mafia, en la que el privilegio de las grandes regalías son para unos pocos, excluyendo a muchos.

Estas irregularidades en Sayco vienen desde hace muchos años, pero ahora se hacen notorias porque han tocado los intereses de algunos empresarios musicales que otrora se valían de influencias para pasar de agache en el pago de sus impuestos y ahora ven una buena oportunidad para entrar a las directivas de esta sociedad de autores y ejercer control.

El Gobierno Nacional debe crear un bloque de búsqueda especial, integrado por la Fiscalía y la Policía Nacional para que investigue y acabe con la corrupción musical no sólo en Sayco, sino en muchas emisoras del país en las que hay famosos personajes que cobran sumas desmedidas por poner a sonar la música de cantantes y grupos. Este delito, conocido como payola, que se constituye en extorsión, es cometido por muchos locutores y presentadores de programas musicales quienes abusan de su condición para cobrar coimas y prebendas a cantantes y grupos musicales, especialmente vallenatos. Ya no son los oyentes quienes pegan una canción, sino los locutores payoleros de quienes se tiene mucha información a “vox populi” sobre su conducta aberrante, pero ningún cantante o grupo musical se atreve a denunciarlos por temor a ser vetados en las emisoras, debido al inmenso poder que tienen estos delincuentes de la música.

Sin denuncias es difícil atraparlos y ponerlos a responder por sus actos, aunque es fácil evidenciar cómo se han enriquecido ilícitamente, pues viven como reyezuelos en sendas casas y automóviles lujosos a expensas de los cantantes y grupos  víctimas de su extorsión.

Acabar con Sayco no es la solución, como sí lo es reestructurarlo, para evitar que las mafias de la música sigan permeando en los intereses de quienes realmente mantienen viva a esa institución  -los compositores-. Es imprescindible también que cantantes y grupos  frenen la corrupción en las emisoras, evitando que estos payoleros manoseen su deseo de crecer por el talento que tienen, para que su fama se la deban al público y no a un locutor corrupto.

[email protected]  Twitter: @Oscararizadaza

Columnista
22 noviembre, 2011

Entre la composición y la descomposición.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

BITÁCORA Por: Oscar Ariza La semana pasada el país conoció un  escándalo más de corrupción. El turno  fue para la Sociedad de Autores y Compositores  de Colombia, SAYCO, desde donde se denunciaron presuntas irregularidades en la forma como se venía administrando  en cabeza del señor Jairo Enrique Ruge. En  denuncias hechas por empresarios, dueños de […]


BITÁCORA

Por: Oscar Ariza

La semana pasada el país conoció un  escándalo más de corrupción. El turno  fue para la Sociedad de Autores y Compositores  de Colombia, SAYCO, desde donde se denunciaron presuntas irregularidades en la forma como se venía administrando  en cabeza del señor Jairo Enrique Ruge.

En  denuncias hechas por empresarios, dueños de locales comerciales en donde se utiliza la música para ambientar y por compositores, se puso de manifiesto la existencia de otras irregularidades que hacen pensar en la necesidad de reestructurar la entidad. En las múltiples quejas persiste una inconformidad por los abusos que Sayco comete al cobrar  derechos de autor, cobrando  a dedo, imponiendo a locales comerciales y a personas empresarias de la música,  tarifas  que sobrepasan los parámetros legales, valiéndose del desconocimiento que estas personas tienen de la ley, de represiones  y  amenazas que sus funcionarios hacen de cerrar  negocios a través de cartas y de sus abogados.

Preocupante e inaceptable es que mientras algunos de los directivos gozan de altísimos salarios, muchos compositores reciban mensualmente regalías paupérrimas,  después de haber entregado tanto talento a la cultura y al engrandecimiento económico del mismo Sayco, que cobra por el uso de las canciones, pero no distribuye el pago en condiciones justas según algunos compositores.

Muchos son los autores y compositores que viven en la miseria y el olvido a pesar de que su música aún suena en establecimientos comerciales, sin que se les retribuya con justicia unas regalías a las que tienen derecho.

Es vergonzoso que existan compositores en Colombia en esa extrema pobreza, mientras los directivos gozan de sendos sueldos a costa de quienes componen y hacen de la música un negocio rentable para la entidad; tal vez sea cierto lo que Rafael Manjarrez, vicepresidente de esta sociedad,  expresó en entrevista a la W radio al referirse a este tema, argumentando que Sayco no era  una entidad de beneficencia. Lo que si es cierto es que Sayco tiene el deber de pagar lo justo a cada compositor, sin caer en roscas, ni privilegios exclusivos de amigos que se han constituido en una élite, por no decir una mafia, en la que el privilegio de las grandes regalías son para unos pocos, excluyendo a muchos.

Estas irregularidades en Sayco vienen desde hace muchos años, pero ahora se hacen notorias porque han tocado los intereses de algunos empresarios musicales que otrora se valían de influencias para pasar de agache en el pago de sus impuestos y ahora ven una buena oportunidad para entrar a las directivas de esta sociedad de autores y ejercer control.

El Gobierno Nacional debe crear un bloque de búsqueda especial, integrado por la Fiscalía y la Policía Nacional para que investigue y acabe con la corrupción musical no sólo en Sayco, sino en muchas emisoras del país en las que hay famosos personajes que cobran sumas desmedidas por poner a sonar la música de cantantes y grupos. Este delito, conocido como payola, que se constituye en extorsión, es cometido por muchos locutores y presentadores de programas musicales quienes abusan de su condición para cobrar coimas y prebendas a cantantes y grupos musicales, especialmente vallenatos. Ya no son los oyentes quienes pegan una canción, sino los locutores payoleros de quienes se tiene mucha información a “vox populi” sobre su conducta aberrante, pero ningún cantante o grupo musical se atreve a denunciarlos por temor a ser vetados en las emisoras, debido al inmenso poder que tienen estos delincuentes de la música.

Sin denuncias es difícil atraparlos y ponerlos a responder por sus actos, aunque es fácil evidenciar cómo se han enriquecido ilícitamente, pues viven como reyezuelos en sendas casas y automóviles lujosos a expensas de los cantantes y grupos  víctimas de su extorsión.

Acabar con Sayco no es la solución, como sí lo es reestructurarlo, para evitar que las mafias de la música sigan permeando en los intereses de quienes realmente mantienen viva a esa institución  -los compositores-. Es imprescindible también que cantantes y grupos  frenen la corrupción en las emisoras, evitando que estos payoleros manoseen su deseo de crecer por el talento que tienen, para que su fama se la deban al público y no a un locutor corrupto.

[email protected]  Twitter: @Oscararizadaza