Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 6 octubre, 2011

Engendros en la Sierra

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Todo empezó hace más de 25 años. Un abogado amante de la naturaleza, caminador incansable recorría la Sierra, arriba de Valledupar y decidió apadrinar la comunidad que pasando del puente de Hurtado poblaba Los Corazones, Guacoche,  la Mina, Patillal, Atanquez, Guatapurí, Chemesquemena y hasta Chendukua. Tanto los representó que […]

DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Todo empezó hace más de 25 años. Un abogado amante de la naturaleza, caminador incansable recorría la Sierra, arriba de Valledupar y decidió apadrinar la comunidad que pasando del puente de Hurtado poblaba Los Corazones, Guacoche,  la Mina, Patillal, Atanquez, Guatapurí, Chemesquemena y hasta Chendukua. Tanto los representó que hasta festival, el de la Sierra Nevada, les organizó mientras les llevaba sus inquietudes y ayudaba con droga y saber mestizo.
También un sociólogo impulsó la defensa de una sangre que no sentían correr en los vericuetos atanqueros y mientras estos dos solitarios soñadores se dejaban acompañar por William, Pedrito, Jorge, muchos otros y hasta yo, los hijos de esas breñas se negaban a aceptar el valor de una descendencia por no tener lengua, cultura, religión, vestido, alimentación, arte o costumbres. Sus escuelas y colegio seguían los caminos del mestizaje imperante en la zona y ellos, dueños de sus tierras, casas, sembrados y descendencia  se erigían como un pueblo que le apuntaba al turismo.
Pero nosotros empujábamos e impulsábamos el valor de lo étnico, de lo aborigen pasando por encima de las rabietas de los que hoy, y en ese entonces jóvenes y niños, se negaban y se molestaban si los nombrábamos como “indios”.
Chicho Ruiz, los pintaba y yo los defendía no sólo con mis pinceles sino con mis primeros escritos en el Diario Vallenato. Recorríamos los pueblos queriendo que se sintieran lo que no eran y ellos lo rechazaban.
Y cambió el Estado. Nos dejamos calificar de culpables por los hechos españoles de siglos atrás, 500, y empezamos a dejarnos nombrar como “hermanitos menores” y de allí, por los dineros que empezaron a aparecer de ONG extranjeras, de la alcaldía, la gobernación, los que antes negaban su sangre y unos ancestros, se sintieron, al fin, indígenas, dueños de la sabiduría y del poder, de la tierra, de la sangre, de la lengua y hasta de las conciencias de los que hoy sí son su pueblo.
Ellos, que hasta llegaron a negar a su propio padre respetado y venerado por los atanqueros,  por unirse a una indígena;  que amenazan con no firmar un reconocimiento, que ponen a sus hijos a estudiar en colegios en donde no les enseñan la lengua que quieren obligar a sus esclavos.
A esos jovencitos que hace 25 años guiamos hacia el reconocimiento de su etnia, no se les enseñó a esclavizar, amenazar, chantajear, denigrar, degradar y menos a aprovecharse de su supuesta autoridad.
Ahora yo soy el señalado por no tener sangre india, pero soy colombiano y por edad, mas que ellos y estoy invitando a la Procuraduría, a la Fiscalía, Personería, Contraloría y todos los entes de control a que le soliciten a los dirigentes de esa comunidad kankuama, presentar un informe detallado de las inversiones en su comunidad, inversiones en infraestructura, salud, deporte, cultura, educación por los dineros aportados por comunidades extranjeras, por la Nación, por la gobernación y la alcaldía.
Que nos muestren o nos demanden por injuria y calumnia o lo que quieran, pero que  muestren   a su comunidad, al país y al mundo que su pueblo, en sus ya 16 años de gobierno tiene solucionadas muchas necesidades que debieron ser cubiertas con los auxilios del mundo entero.
Así mismo, la revisión de Dusakawi, una EPS que no rinde, como todo lo de ellos, informes a nadie.
Si todo está bien, si soy yo el equivocado no solo pediré excusas sino que aceptaré el castigo que me impongan los mamos por mis faltas en su contra.
Es obligación del Estado brindar lo mejor para la convivencia de los colombianos y todos los nacidos en este territorio lo somos, desde los indígenas del Putumayo hasta los wayuu de la guajira, pasando por los llanos, el centro, las montañas y los valles.
Dejemos ya de dividir nuestro país y unifiquemos las leyes respetando las lenguas, las religiones, las culturas y las artes, pero las leyes deben ser una sola para todo nuestro país.
Como colombiano reclamo mis derechos a disentir y a exigir respeto para todos mis hermanos, que lo son blancos, negros, mestizos e indios.
Ni mayores ni menores ¡colombianos¡

[email protected]

Columnista
6 octubre, 2011

Engendros en la Sierra

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Piedrahíta R.

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Todo empezó hace más de 25 años. Un abogado amante de la naturaleza, caminador incansable recorría la Sierra, arriba de Valledupar y decidió apadrinar la comunidad que pasando del puente de Hurtado poblaba Los Corazones, Guacoche,  la Mina, Patillal, Atanquez, Guatapurí, Chemesquemena y hasta Chendukua. Tanto los representó que […]


DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Todo empezó hace más de 25 años. Un abogado amante de la naturaleza, caminador incansable recorría la Sierra, arriba de Valledupar y decidió apadrinar la comunidad que pasando del puente de Hurtado poblaba Los Corazones, Guacoche,  la Mina, Patillal, Atanquez, Guatapurí, Chemesquemena y hasta Chendukua. Tanto los representó que hasta festival, el de la Sierra Nevada, les organizó mientras les llevaba sus inquietudes y ayudaba con droga y saber mestizo.
También un sociólogo impulsó la defensa de una sangre que no sentían correr en los vericuetos atanqueros y mientras estos dos solitarios soñadores se dejaban acompañar por William, Pedrito, Jorge, muchos otros y hasta yo, los hijos de esas breñas se negaban a aceptar el valor de una descendencia por no tener lengua, cultura, religión, vestido, alimentación, arte o costumbres. Sus escuelas y colegio seguían los caminos del mestizaje imperante en la zona y ellos, dueños de sus tierras, casas, sembrados y descendencia  se erigían como un pueblo que le apuntaba al turismo.
Pero nosotros empujábamos e impulsábamos el valor de lo étnico, de lo aborigen pasando por encima de las rabietas de los que hoy, y en ese entonces jóvenes y niños, se negaban y se molestaban si los nombrábamos como “indios”.
Chicho Ruiz, los pintaba y yo los defendía no sólo con mis pinceles sino con mis primeros escritos en el Diario Vallenato. Recorríamos los pueblos queriendo que se sintieran lo que no eran y ellos lo rechazaban.
Y cambió el Estado. Nos dejamos calificar de culpables por los hechos españoles de siglos atrás, 500, y empezamos a dejarnos nombrar como “hermanitos menores” y de allí, por los dineros que empezaron a aparecer de ONG extranjeras, de la alcaldía, la gobernación, los que antes negaban su sangre y unos ancestros, se sintieron, al fin, indígenas, dueños de la sabiduría y del poder, de la tierra, de la sangre, de la lengua y hasta de las conciencias de los que hoy sí son su pueblo.
Ellos, que hasta llegaron a negar a su propio padre respetado y venerado por los atanqueros,  por unirse a una indígena;  que amenazan con no firmar un reconocimiento, que ponen a sus hijos a estudiar en colegios en donde no les enseñan la lengua que quieren obligar a sus esclavos.
A esos jovencitos que hace 25 años guiamos hacia el reconocimiento de su etnia, no se les enseñó a esclavizar, amenazar, chantajear, denigrar, degradar y menos a aprovecharse de su supuesta autoridad.
Ahora yo soy el señalado por no tener sangre india, pero soy colombiano y por edad, mas que ellos y estoy invitando a la Procuraduría, a la Fiscalía, Personería, Contraloría y todos los entes de control a que le soliciten a los dirigentes de esa comunidad kankuama, presentar un informe detallado de las inversiones en su comunidad, inversiones en infraestructura, salud, deporte, cultura, educación por los dineros aportados por comunidades extranjeras, por la Nación, por la gobernación y la alcaldía.
Que nos muestren o nos demanden por injuria y calumnia o lo que quieran, pero que  muestren   a su comunidad, al país y al mundo que su pueblo, en sus ya 16 años de gobierno tiene solucionadas muchas necesidades que debieron ser cubiertas con los auxilios del mundo entero.
Así mismo, la revisión de Dusakawi, una EPS que no rinde, como todo lo de ellos, informes a nadie.
Si todo está bien, si soy yo el equivocado no solo pediré excusas sino que aceptaré el castigo que me impongan los mamos por mis faltas en su contra.
Es obligación del Estado brindar lo mejor para la convivencia de los colombianos y todos los nacidos en este territorio lo somos, desde los indígenas del Putumayo hasta los wayuu de la guajira, pasando por los llanos, el centro, las montañas y los valles.
Dejemos ya de dividir nuestro país y unifiquemos las leyes respetando las lenguas, las religiones, las culturas y las artes, pero las leyes deben ser una sola para todo nuestro país.
Como colombiano reclamo mis derechos a disentir y a exigir respeto para todos mis hermanos, que lo son blancos, negros, mestizos e indios.
Ni mayores ni menores ¡colombianos¡

[email protected]