El Centro Pastoral de San Antonio de Padua recibe donaciones en sus redes sociales para terminar de construir el templo San Antonio de Padua en el barrio San Fernando de Valledupar. Realizan rifas y ferias gastronómicas para conseguir los materiales de construcción de su iglesia.
La historia del Centro Pastoral San Antonio de Padua en Valledupar comienza hace aproximadamente diez años, cuando un grupo de fieles se unió con el deseo de crear un espacio espiritual en el sector de San Fernando, al sur de la ciudad. Bajo la guía del padre Robinson David Ruiz Escorcia, esta comunidad ha crecido y evolucionado, convirtiéndose en un centro pastoral al servicio de los más necesitados, siguiendo el ejemplo del santo patrono de su congregación.
La idea de construir una parroquia dedicada a San Antonio surgió del deseo de honrar a este santo tan querido, conocido como el protector de las mujeres solteras.
Muchas solteras vallenatas recurren a la parroquia en el barrio San Fernando con la esperanza de encontrar pareja, realizando promesas y ofrendas.
La figura de San Antonio normalmente se le reconoce por llevar al niño Jesús en brazos, como símbolo de la paternidad divina y de la esperanza de formar una familia. Los fieles realizan las novenas dedicadas al santo, que se rezan con fervor para pedir su intercesión en especial los 13 de cada mes. Además, el santo es venerado no solo por su intercesión en asuntos amorosos, sino también por su dedicación a la predicación y su amor por los pobres.
El lote donde se construye hoy el templo fue una donación de una feligresa, María Elena Castro de Quintero, como una manera de reconocer el trabajo que realiza la comunidad.
“En los primeros años, nació una pequeña comunidad que fue el pilar de este proyecto. Este grupo inicial se encargaba de organizar las eucaristías, adaptándose a diferentes espacios: parques, casas y otros lugares dentro de los barrios cercanos. Con el tiempo, se tomó la decisión de adquirir una casa pastoral, que actualmente es el lugar donde se celebran las eucaristías semanales. Estas se llevan a cabo dos veces por semana: los martes a las 6:30 p. m. y los domingos a las 8 a. m”, reseña el padre Ruiz.
Desde sus inicios, cada 13 del mes se realiza una misa solemne en honor a San Antonio, donde se bendicen panes que simbolizan la providencia divina. “Es un pan bendito”, dice Beatriz Lucía Martínez de la segunda pequeña comunidad del centro pastoral.
A lo largo de los años, se han formado diversas comunidades dentro de la parroquia: grupos de parejas, infancia misionera y el Movimiento Juvenil Dominicano (MJD), entre otros. La participación activa de los jóvenes es un signo alentador del futuro, ya que algunos han sentido el llamado a la vida sacerdotal, como hoy tienen a un joven de la comunidad estudiando en el seminario.
El sueño de tener un templo propio ha comenzado a tomar forma. “La construcción de la parroquia está en marcha, gracias al esfuerzo colectivo y las donaciones de los “Amigos de San Antonio”, quienes contribuyen mensualmente para hacerla realidad”, dice el padre Ruiz. Las actividades comunitarias, como festivales gastronómicos y rifas, han sido el motor para recaudar fondos y fortalecer los lazos entre los miembros.
“Tenemos proyectado este año además de esa parte material, crecer en comunidad también. Muchas de las casas que visitamos se acercaron después al centro pastoral a las Eucaristías. Muchos de los niños que hicieron primera comunión y confirmación, sus familias ahora se ven en las eucaristías de los domingos y de los martes. Entonces, desde la comunidad, eso para mí ha sido lo más hermoso, crecer en personas, en comunidad, ver que cada domingo ya las sillas no alcanzan, ya se queda uno sin sillas, porque toca poner hasta en la carretera”, dice con satisfacción en su voz Beatriz Martínez.
La parroquia no solo busca ser un lugar de culto, sino también un refugio para aquellos que enfrentan dificultades en sus vidas diarias. “Tenemos una canasta, la gente da sus mercados y los llevamos allá (las cárceles) o también hacemos donaciones a las tres Avemarías, que tienen un comedor también para las personas de la calle”, cuenta el padre Ruiz.
La fiesta patronal del 13 de junio es uno de los eventos más esperados del año. Durante esta celebración, se realizan novenas y se distribuyen panes bendecidos, siguiendo una tradición que recuerda el amor del santo por los pobres. En Portugal, su país natal, las calles se llenan de comida para compartir con quienes lo necesitan; una hermosa costumbre que también se ha adoptado en la parroquia de Valledupar.
Durante el 13 de junio se populariza el ritual de las mujeres solteras de poner a San Antonio de cabeza, que consiste en poner la imagen de San Antonio de Padua de cabeza y, al momento de hacerlo, se le hace la petición de que les ayude a conseguir un buen novio o un buen marido. Otro ritual consiste en ofrendar 13 monedas para San Antonio. De acuerdo con la tradición popular, la persona que quiera conseguir pareja deberá de pedir 13 monedas a 13 amigos o conocidos, cada uno deberá de darle una moneda de la misma denominación y ofrecerla con devoción. La persona interesada deberá de reunir todas las monedas en un costal de terciopelo color rojo y amarrarlo, lo siguiente es rezarle a san Antonio; frente a la figura del santo, la persona que quiere pareja.
“Aquí en nuestra parroquia, seguimos esa tradición al bendecir panes. Muchas personas traen panes para ser bendecidos; algunos son tan duraderos que pueden conservarse durante años en el refrigerador. Esto nos recuerda la providencia de Dios, quien siempre provee tanto el pan material como el espiritual”, resalta el padre Ruiz. Al tiempo que recuerda que incluso mujeres de avanzada edad le han pedido a San Antonio por una pareja y la han conseguido, hoy hacen parte de los feligreses que asisten a las misas.
La Parroquia de San Antonio de Padua está destinada a convertirse en un santuario para muchos. Su ubicación estratégica entre dos barrios promete atraer a más feligreses que buscan un espacio para la oración y la reflexión. El padre Robinson destaca que este templo será un puente entre comunidades y una casa abierta donde todos son bienvenidos.
Por eso realizan la Cementatón, además de Los Amigos de San Antonio, para recoger lo que se necesita para edificar un lugar que no solo sirva para una religión, también salgan de ahí las obras que realiza la comunidad sin un templo. “Ojalá muchos hermanos se puedan sumar a esta actividad para esta parroquia, para la construcción del templo. Son ayudas también que con esto damos a muchas personas que lo necesitan cuando. San Antonio provee para todos, para todos hay. Entonces, no solamente es para el templo, sino para muchas familias incluso que lo necesitan”, invita el padre.
Por: Redacción EL PILÓN
El Centro Pastoral de San Antonio de Padua recibe donaciones en sus redes sociales para terminar de construir el templo San Antonio de Padua en el barrio San Fernando de Valledupar. Realizan rifas y ferias gastronómicas para conseguir los materiales de construcción de su iglesia.
La historia del Centro Pastoral San Antonio de Padua en Valledupar comienza hace aproximadamente diez años, cuando un grupo de fieles se unió con el deseo de crear un espacio espiritual en el sector de San Fernando, al sur de la ciudad. Bajo la guía del padre Robinson David Ruiz Escorcia, esta comunidad ha crecido y evolucionado, convirtiéndose en un centro pastoral al servicio de los más necesitados, siguiendo el ejemplo del santo patrono de su congregación.
La idea de construir una parroquia dedicada a San Antonio surgió del deseo de honrar a este santo tan querido, conocido como el protector de las mujeres solteras.
Muchas solteras vallenatas recurren a la parroquia en el barrio San Fernando con la esperanza de encontrar pareja, realizando promesas y ofrendas.
La figura de San Antonio normalmente se le reconoce por llevar al niño Jesús en brazos, como símbolo de la paternidad divina y de la esperanza de formar una familia. Los fieles realizan las novenas dedicadas al santo, que se rezan con fervor para pedir su intercesión en especial los 13 de cada mes. Además, el santo es venerado no solo por su intercesión en asuntos amorosos, sino también por su dedicación a la predicación y su amor por los pobres.
El lote donde se construye hoy el templo fue una donación de una feligresa, María Elena Castro de Quintero, como una manera de reconocer el trabajo que realiza la comunidad.
“En los primeros años, nació una pequeña comunidad que fue el pilar de este proyecto. Este grupo inicial se encargaba de organizar las eucaristías, adaptándose a diferentes espacios: parques, casas y otros lugares dentro de los barrios cercanos. Con el tiempo, se tomó la decisión de adquirir una casa pastoral, que actualmente es el lugar donde se celebran las eucaristías semanales. Estas se llevan a cabo dos veces por semana: los martes a las 6:30 p. m. y los domingos a las 8 a. m”, reseña el padre Ruiz.
Desde sus inicios, cada 13 del mes se realiza una misa solemne en honor a San Antonio, donde se bendicen panes que simbolizan la providencia divina. “Es un pan bendito”, dice Beatriz Lucía Martínez de la segunda pequeña comunidad del centro pastoral.
A lo largo de los años, se han formado diversas comunidades dentro de la parroquia: grupos de parejas, infancia misionera y el Movimiento Juvenil Dominicano (MJD), entre otros. La participación activa de los jóvenes es un signo alentador del futuro, ya que algunos han sentido el llamado a la vida sacerdotal, como hoy tienen a un joven de la comunidad estudiando en el seminario.
El sueño de tener un templo propio ha comenzado a tomar forma. “La construcción de la parroquia está en marcha, gracias al esfuerzo colectivo y las donaciones de los “Amigos de San Antonio”, quienes contribuyen mensualmente para hacerla realidad”, dice el padre Ruiz. Las actividades comunitarias, como festivales gastronómicos y rifas, han sido el motor para recaudar fondos y fortalecer los lazos entre los miembros.
“Tenemos proyectado este año además de esa parte material, crecer en comunidad también. Muchas de las casas que visitamos se acercaron después al centro pastoral a las Eucaristías. Muchos de los niños que hicieron primera comunión y confirmación, sus familias ahora se ven en las eucaristías de los domingos y de los martes. Entonces, desde la comunidad, eso para mí ha sido lo más hermoso, crecer en personas, en comunidad, ver que cada domingo ya las sillas no alcanzan, ya se queda uno sin sillas, porque toca poner hasta en la carretera”, dice con satisfacción en su voz Beatriz Martínez.
La parroquia no solo busca ser un lugar de culto, sino también un refugio para aquellos que enfrentan dificultades en sus vidas diarias. “Tenemos una canasta, la gente da sus mercados y los llevamos allá (las cárceles) o también hacemos donaciones a las tres Avemarías, que tienen un comedor también para las personas de la calle”, cuenta el padre Ruiz.
La fiesta patronal del 13 de junio es uno de los eventos más esperados del año. Durante esta celebración, se realizan novenas y se distribuyen panes bendecidos, siguiendo una tradición que recuerda el amor del santo por los pobres. En Portugal, su país natal, las calles se llenan de comida para compartir con quienes lo necesitan; una hermosa costumbre que también se ha adoptado en la parroquia de Valledupar.
Durante el 13 de junio se populariza el ritual de las mujeres solteras de poner a San Antonio de cabeza, que consiste en poner la imagen de San Antonio de Padua de cabeza y, al momento de hacerlo, se le hace la petición de que les ayude a conseguir un buen novio o un buen marido. Otro ritual consiste en ofrendar 13 monedas para San Antonio. De acuerdo con la tradición popular, la persona que quiera conseguir pareja deberá de pedir 13 monedas a 13 amigos o conocidos, cada uno deberá de darle una moneda de la misma denominación y ofrecerla con devoción. La persona interesada deberá de reunir todas las monedas en un costal de terciopelo color rojo y amarrarlo, lo siguiente es rezarle a san Antonio; frente a la figura del santo, la persona que quiere pareja.
“Aquí en nuestra parroquia, seguimos esa tradición al bendecir panes. Muchas personas traen panes para ser bendecidos; algunos son tan duraderos que pueden conservarse durante años en el refrigerador. Esto nos recuerda la providencia de Dios, quien siempre provee tanto el pan material como el espiritual”, resalta el padre Ruiz. Al tiempo que recuerda que incluso mujeres de avanzada edad le han pedido a San Antonio por una pareja y la han conseguido, hoy hacen parte de los feligreses que asisten a las misas.
La Parroquia de San Antonio de Padua está destinada a convertirse en un santuario para muchos. Su ubicación estratégica entre dos barrios promete atraer a más feligreses que buscan un espacio para la oración y la reflexión. El padre Robinson destaca que este templo será un puente entre comunidades y una casa abierta donde todos son bienvenidos.
Por eso realizan la Cementatón, además de Los Amigos de San Antonio, para recoger lo que se necesita para edificar un lugar que no solo sirva para una religión, también salgan de ahí las obras que realiza la comunidad sin un templo. “Ojalá muchos hermanos se puedan sumar a esta actividad para esta parroquia, para la construcción del templo. Son ayudas también que con esto damos a muchas personas que lo necesitan cuando. San Antonio provee para todos, para todos hay. Entonces, no solamente es para el templo, sino para muchas familias incluso que lo necesitan”, invita el padre.
Por: Redacción EL PILÓN