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Columnista - 20 marzo, 2013

En tiempos cercanos a elecciones conozcamos el TAO

Me propongo introducir parte del pensamiento transportado desde la sencillez del Tao, quizás porque mi alma ciudadana ha encontrado algo de descanso en él

Por Silvia Betancourt Alliegro 

Me propongo introducir parte del pensamiento transportado desde la sencillez del Tao, quizás porque mi alma ciudadana ha encontrado algo de descanso en él. Y además, me ha brindado claridad sosegada con respecto al espacio temporal en que habito. Hay que empezar por lo que decreta nuestras venturas y desgracias: la política:

“Gobernar un gran Estado, es como freír pececillos: con suavidad.

.Si el sabio y los hombres no se dañan mutuamente,

la virtud los reúne a ambos y crecerá el reino”.

Estas frases están que ni mandadas a confeccionar para todos lo santos y lobos de cepa colombiana, que están haciendo esfuerzos mentales y lingüísticos (reeditados) para anestesiar a las masas que son adictas a ser conducidas por frases grandilocuentes y contundentes -usadas cual armas- especialmente en tiempos cercanos a elecciones.

Sería bueno que se sumergieran en los humildes consejos milenarios:

“Los antiguos sabios y maestros

eran sutiles, agudos y profundos.

Prudentes, como quien cruza un río en invierno.

Cautos, como quien teme a todos en su derredor.

Reservados, como invitados en casa ajena.

Indiferentes, como el hielo que se derrite.

Sencillos, como un tronco de madera.

Abiertos, como un valle”.

Y nos narra lentamente, con extrema dulzura, las consecuencias de los malos gobiernos, que según mis evocaciones, han sido todos:

“En la antigüedad, los mejores gobernantes

pasaban inadvertidos por el pueblo.

A estos les sucedieron otros menos grandes,

que fueron adulados y respetados.

Luego vinieron los que eran temidos.

Y finalmente la peor clase, los que son despreciados”.

Y para que no nos quepan dudas, dice, en la ‘Degradación de la Virtud Suprema’:

“Con la inteligencia y la erudición

prevalecen las grandes hipocresías.

Cuando no existe la armonía natural

desaparecen el amor y la piedad.

Cuando el reino está en discordia

y hay revueltas

no hay lugar para los ministros leales”.

Creo que El Creador no se equivocó cuando prohibió probar del Fruto del árbol de la ciencia a sus creaturas, y el Tao me corrobora en ello:

“Suprime la sabiduría y el conocimiento,

y el pueblo se verá beneficiado.

Suprime el deber y la moral,

y el pueblo volverá a la piedad y el amor.

Suprime la habilidad y la ambición,

y dejará de haber bandidos y ladrones”.

Y desde la “Vida Simple”, nos da pautas para la liberación:

“Por esto, enseña lo sencillo,

abraza lo auténtico,

disminuye el egoísmo,

abandona lo erudito,

reduce los deseos,

y no habrá ansiedades”.

*TAO: su origen ¡también! proviene de una leyenda que establece la existencia de tres fuerzas: una positiva, otra negativa, y una tercera conciliadora, se conocen como el Yin, el Yang: conceptos capitales de la filosofía china. Son dos principios opuestos y complementarios a un tiempo, que constituyen el fundamento de todas las cosas y se manifiestan en todos los casos de contrariedad mundana (mujer-hombre, bien-mal, alto,-bajo, etc.); y el Tao, es la fuerza superior que las contiene.

 

Columnista
20 marzo, 2013

En tiempos cercanos a elecciones conozcamos el TAO

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Me propongo introducir parte del pensamiento transportado desde la sencillez del Tao, quizás porque mi alma ciudadana ha encontrado algo de descanso en él


Por Silvia Betancourt Alliegro 

Me propongo introducir parte del pensamiento transportado desde la sencillez del Tao, quizás porque mi alma ciudadana ha encontrado algo de descanso en él. Y además, me ha brindado claridad sosegada con respecto al espacio temporal en que habito. Hay que empezar por lo que decreta nuestras venturas y desgracias: la política:

“Gobernar un gran Estado, es como freír pececillos: con suavidad.

.Si el sabio y los hombres no se dañan mutuamente,

la virtud los reúne a ambos y crecerá el reino”.

Estas frases están que ni mandadas a confeccionar para todos lo santos y lobos de cepa colombiana, que están haciendo esfuerzos mentales y lingüísticos (reeditados) para anestesiar a las masas que son adictas a ser conducidas por frases grandilocuentes y contundentes -usadas cual armas- especialmente en tiempos cercanos a elecciones.

Sería bueno que se sumergieran en los humildes consejos milenarios:

“Los antiguos sabios y maestros

eran sutiles, agudos y profundos.

Prudentes, como quien cruza un río en invierno.

Cautos, como quien teme a todos en su derredor.

Reservados, como invitados en casa ajena.

Indiferentes, como el hielo que se derrite.

Sencillos, como un tronco de madera.

Abiertos, como un valle”.

Y nos narra lentamente, con extrema dulzura, las consecuencias de los malos gobiernos, que según mis evocaciones, han sido todos:

“En la antigüedad, los mejores gobernantes

pasaban inadvertidos por el pueblo.

A estos les sucedieron otros menos grandes,

que fueron adulados y respetados.

Luego vinieron los que eran temidos.

Y finalmente la peor clase, los que son despreciados”.

Y para que no nos quepan dudas, dice, en la ‘Degradación de la Virtud Suprema’:

“Con la inteligencia y la erudición

prevalecen las grandes hipocresías.

Cuando no existe la armonía natural

desaparecen el amor y la piedad.

Cuando el reino está en discordia

y hay revueltas

no hay lugar para los ministros leales”.

Creo que El Creador no se equivocó cuando prohibió probar del Fruto del árbol de la ciencia a sus creaturas, y el Tao me corrobora en ello:

“Suprime la sabiduría y el conocimiento,

y el pueblo se verá beneficiado.

Suprime el deber y la moral,

y el pueblo volverá a la piedad y el amor.

Suprime la habilidad y la ambición,

y dejará de haber bandidos y ladrones”.

Y desde la “Vida Simple”, nos da pautas para la liberación:

“Por esto, enseña lo sencillo,

abraza lo auténtico,

disminuye el egoísmo,

abandona lo erudito,

reduce los deseos,

y no habrá ansiedades”.

*TAO: su origen ¡también! proviene de una leyenda que establece la existencia de tres fuerzas: una positiva, otra negativa, y una tercera conciliadora, se conocen como el Yin, el Yang: conceptos capitales de la filosofía china. Son dos principios opuestos y complementarios a un tiempo, que constituyen el fundamento de todas las cosas y se manifiestan en todos los casos de contrariedad mundana (mujer-hombre, bien-mal, alto,-bajo, etc.); y el Tao, es la fuerza superior que las contiene.