En estos últimos días, un poco después de haberse autorizado la propaganda electoral por parte del CNE a quienes pretenden ser elegidos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles en el mes de octubre, he tenido la oportunidad de recorrer varios municipios, no solo del departamento del Cesar, sino otros como Santander, Atlántico, Magdalena, La Guajira […]
En estos últimos días, un poco después de haberse autorizado la propaganda electoral por parte del CNE a quienes pretenden ser elegidos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles en el mes de octubre, he tenido la oportunidad de recorrer varios municipios, no solo del departamento del Cesar, sino otros como Santander, Atlántico, Magdalena, La Guajira y creo no hay un solo pueblo que no esté invadido por las gigantescas vallas publicitarias, afiches, pendones y toda clase de calcomanías donde los candidatos y candidatas además de resaltar sus rostros enormes, muestran los dientes y sus sonrisas perfectas asemejándose más a la promoción de una propaganda de un centro odontológico de diseño de sonrisas o al lanzamiento de una crema dental o un cepillo de dientes, que a la promoción de un proyecto político.
Creo que existe una total coincidencia en el manejo de la psicología publicitaria, pues la mayoría de las propagandas son las convencionales fotos de los candidatos con caras bonitas, con sonrisas congeladas, con perfiles que ocultan los defectos, con sus manos alzadas o en gesto de saludo, acompañadas de un breve mensaje que anuncia cambio, dándonos a entender que son la salvación. En suma, el uso de estas estrategias publicitarias puede asemejarse más a la venta de imagen de un artista de cine o televisión, que a la imagen de un hombre o mujer dedicados a la política, todo como sí se tratara de un reinado de belleza de “miss o míster simpatía” o “miss o míster sonrisa”.
Yo no digo que no sea necesario resaltar la imagen de un candidato o candidata, esto también es importante en una contienda electoral, pero en tratándose de vender un proyecto político de gobierno, un proyecto político de construcción de ciudad, que sería lo prioritario e ideal, se pretenda entrar por los ojos del elector la imagen de un candidato totalmente maquillado por la magia del retoque digital photoshop, antes que sus propios ideales para gobernar, esta idea me parece totalmente equivocada; pero como ya nos acostumbraron a entenderlo así, que nos fascinen las personas con una imagen casi perfecta y al decir de los publicistas “fresca”, nada que hacer, temo que en octubre nos toca elegir el mejor diseño de sonrisa.
Como quien dice, los publicistas y asesores de imágenes se aprovechan de este punto ciego en el que se valen de la psicología del elector que se deja llevar de las caras bonitas, de la mejor sonrisa y del rostro más amable, es decir, a la hora de elegir prevalece la inercia de la imagen y los programas de gobierno pasan a un segundo plano. A decir verdad, la publicidad electoral que hoy día se usa, permite despertar universos de fantasías y magias propias de los cuentos de hadas con candidatos creados bajo la mezquina idea de la imagen, que no solo se impone sobre nuestros sentidos, sino que confunde y desvía por completo la idea de debate político, la confrontación de ideologías, pero sobre todo, el concepto de elección popular.
En estos últimos días, un poco después de haberse autorizado la propaganda electoral por parte del CNE a quienes pretenden ser elegidos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles en el mes de octubre, he tenido la oportunidad de recorrer varios municipios, no solo del departamento del Cesar, sino otros como Santander, Atlántico, Magdalena, La Guajira […]
En estos últimos días, un poco después de haberse autorizado la propaganda electoral por parte del CNE a quienes pretenden ser elegidos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles en el mes de octubre, he tenido la oportunidad de recorrer varios municipios, no solo del departamento del Cesar, sino otros como Santander, Atlántico, Magdalena, La Guajira y creo no hay un solo pueblo que no esté invadido por las gigantescas vallas publicitarias, afiches, pendones y toda clase de calcomanías donde los candidatos y candidatas además de resaltar sus rostros enormes, muestran los dientes y sus sonrisas perfectas asemejándose más a la promoción de una propaganda de un centro odontológico de diseño de sonrisas o al lanzamiento de una crema dental o un cepillo de dientes, que a la promoción de un proyecto político.
Creo que existe una total coincidencia en el manejo de la psicología publicitaria, pues la mayoría de las propagandas son las convencionales fotos de los candidatos con caras bonitas, con sonrisas congeladas, con perfiles que ocultan los defectos, con sus manos alzadas o en gesto de saludo, acompañadas de un breve mensaje que anuncia cambio, dándonos a entender que son la salvación. En suma, el uso de estas estrategias publicitarias puede asemejarse más a la venta de imagen de un artista de cine o televisión, que a la imagen de un hombre o mujer dedicados a la política, todo como sí se tratara de un reinado de belleza de “miss o míster simpatía” o “miss o míster sonrisa”.
Yo no digo que no sea necesario resaltar la imagen de un candidato o candidata, esto también es importante en una contienda electoral, pero en tratándose de vender un proyecto político de gobierno, un proyecto político de construcción de ciudad, que sería lo prioritario e ideal, se pretenda entrar por los ojos del elector la imagen de un candidato totalmente maquillado por la magia del retoque digital photoshop, antes que sus propios ideales para gobernar, esta idea me parece totalmente equivocada; pero como ya nos acostumbraron a entenderlo así, que nos fascinen las personas con una imagen casi perfecta y al decir de los publicistas “fresca”, nada que hacer, temo que en octubre nos toca elegir el mejor diseño de sonrisa.
Como quien dice, los publicistas y asesores de imágenes se aprovechan de este punto ciego en el que se valen de la psicología del elector que se deja llevar de las caras bonitas, de la mejor sonrisa y del rostro más amable, es decir, a la hora de elegir prevalece la inercia de la imagen y los programas de gobierno pasan a un segundo plano. A decir verdad, la publicidad electoral que hoy día se usa, permite despertar universos de fantasías y magias propias de los cuentos de hadas con candidatos creados bajo la mezquina idea de la imagen, que no solo se impone sobre nuestros sentidos, sino que confunde y desvía por completo la idea de debate político, la confrontación de ideologías, pero sobre todo, el concepto de elección popular.