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Columnista - 8 febrero, 2023

En lo que puede lucirse cualquier alcalde 

Que el municipio de Valledupar actualice la lista de bienes públicos es un cometido de gobierno inaplazable, pues resulta deplorable que no exista una caracterización.

Que el municipio de Valledupar actualice la lista de bienes públicos es un cometido de gobierno inaplazable, pues resulta deplorable que no exista una caracterización, y menos un inventario actualizado para saber cuántos bienes tiene el municipio, ni siquiera se sabe cuáles son las áreas de cesión, tarea que nunca se ha hecho.

Esta falencia ocasiona un daño patrimonial incalculable al estar estos bienes en manos de terceros, pero igual es lesivo a sus finanzas que el ente territorial haya perdido alrededor de 4.000 hectáreas, en su mayoría bosques tropicales. 

Da grima ver cómo particulares se apropian de las áreas de cesión por falta de escritura, espacios que por ley están reservados para obras de interés general (parques, escuelas, puestos de salud, escenarios deportivos, etc.). Cualquiera llega y orondamente se adueña de esos terrenos. 

Lo que se prueba no se discute, pero sin caracterización y actualización de los bienes del municipio, cualquier pleito lo pierde la Alcaldía, y aun teniendo la razón jurídica, lo cual ocurre cuando pasan de agache las autoridades competentes.

El POT (Plan de Ordenamiento Territorial), es letra muerta, y evidencia de ello es la localización de negocios de razón comercial e industrial en zona residencial. 

Aunque el POT es objeto de revisión, da igual actualizarlo o dejar vigente la normativa anterior, si no se le da cumplimiento, tema que concita preocupación en la ciudadanía y el ámbito corporativo, a juzgar de pronunciamientos simultáneos hechos por el concejal de Valledupar, Luis Fernando Quintero Calderón y el abogado ecologista e historiador, Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, mentor del Ecoparque Los Besotes. 

Como decía el escritor brasileño, Jorge Amado de Faria: Autoridad sin fuerza no vale y es mejor cumplir la Ley que hacerla, para que no se convierta en un saludo a la bandera. Entonces no queda más que organizar la casa para que lo público tenga vigencia y no se pierda el sentido de pertenencia, en lo que puede lucirse cualquier alcalde. 

¿Cuántos conflictos evitaríamos actualizando y escriturado los bienes del municipio?

No faltan los litigios institucionales y discordias entre particulares por el panorama descrito, que es de vieja data, pero alguien tiene que apersonarse de un problema que desnuda falta de planeación y redireccionamiento para aterrizar otras variables de desarrollo en una ciudad que por su empuje folclórico, turístico y cultural debería planificar su crecimiento urbano y rural para atraer inversionistas y atemperar las migraciones que ya impactan en la geopolítica continental.

El abuso en materia de espacio público no tiene límites en Valledupar, cuando es usual ver a cualquiera cerrar con verjas el área peatonal, sin respetar zonas verdes ni andenes, situación que arriesga la vida del peatón, obligado a transitar por la calzada vehicular.

Por Miguel Aroca Yepes 

Columnista
8 febrero, 2023

En lo que puede lucirse cualquier alcalde 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Que el municipio de Valledupar actualice la lista de bienes públicos es un cometido de gobierno inaplazable, pues resulta deplorable que no exista una caracterización.


Que el municipio de Valledupar actualice la lista de bienes públicos es un cometido de gobierno inaplazable, pues resulta deplorable que no exista una caracterización, y menos un inventario actualizado para saber cuántos bienes tiene el municipio, ni siquiera se sabe cuáles son las áreas de cesión, tarea que nunca se ha hecho.

Esta falencia ocasiona un daño patrimonial incalculable al estar estos bienes en manos de terceros, pero igual es lesivo a sus finanzas que el ente territorial haya perdido alrededor de 4.000 hectáreas, en su mayoría bosques tropicales. 

Da grima ver cómo particulares se apropian de las áreas de cesión por falta de escritura, espacios que por ley están reservados para obras de interés general (parques, escuelas, puestos de salud, escenarios deportivos, etc.). Cualquiera llega y orondamente se adueña de esos terrenos. 

Lo que se prueba no se discute, pero sin caracterización y actualización de los bienes del municipio, cualquier pleito lo pierde la Alcaldía, y aun teniendo la razón jurídica, lo cual ocurre cuando pasan de agache las autoridades competentes.

El POT (Plan de Ordenamiento Territorial), es letra muerta, y evidencia de ello es la localización de negocios de razón comercial e industrial en zona residencial. 

Aunque el POT es objeto de revisión, da igual actualizarlo o dejar vigente la normativa anterior, si no se le da cumplimiento, tema que concita preocupación en la ciudadanía y el ámbito corporativo, a juzgar de pronunciamientos simultáneos hechos por el concejal de Valledupar, Luis Fernando Quintero Calderón y el abogado ecologista e historiador, Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, mentor del Ecoparque Los Besotes. 

Como decía el escritor brasileño, Jorge Amado de Faria: Autoridad sin fuerza no vale y es mejor cumplir la Ley que hacerla, para que no se convierta en un saludo a la bandera. Entonces no queda más que organizar la casa para que lo público tenga vigencia y no se pierda el sentido de pertenencia, en lo que puede lucirse cualquier alcalde. 

¿Cuántos conflictos evitaríamos actualizando y escriturado los bienes del municipio?

No faltan los litigios institucionales y discordias entre particulares por el panorama descrito, que es de vieja data, pero alguien tiene que apersonarse de un problema que desnuda falta de planeación y redireccionamiento para aterrizar otras variables de desarrollo en una ciudad que por su empuje folclórico, turístico y cultural debería planificar su crecimiento urbano y rural para atraer inversionistas y atemperar las migraciones que ya impactan en la geopolítica continental.

El abuso en materia de espacio público no tiene límites en Valledupar, cuando es usual ver a cualquiera cerrar con verjas el área peatonal, sin respetar zonas verdes ni andenes, situación que arriesga la vida del peatón, obligado a transitar por la calzada vehicular.

Por Miguel Aroca Yepes