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Columnista - 10 octubre, 2012

En la periferia de la tensión

Desde mi cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Sigo transitando por nuestra historia, así que dadas las circunstancias de la reelección de Hugo Chávez Frías, me permito enviarles este fragmento de lo que escribí hace nueve años. “Hoy es 27 de agosto de 2003: La frontera es un hecho sociológico. La línea divisoria entre las naciones […]

Desde mi cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Sigo transitando por nuestra historia, así que dadas las circunstancias de la reelección de Hugo Chávez Frías, me permito enviarles este fragmento de lo que escribí hace nueve años.

“Hoy es 27 de agosto de 2003: La frontera es un hecho sociológico. La línea divisoria entre las naciones contiene problemas económicos, de comercio; demográficos, físicos y estratégicos. A lo anterior, sumémosle variedades de egos: el religioso, el estatal, el familiar, etcétera. La diversidad del ‘yo’ es lo que propicia las zonas de conflicto.

El problema con Venezuela es también problema de rutas, está la de las drogas, la del petróleo, de las armas, y habría que estudiar más detenidamente para esclarecer qué otras rutas nos azuzan para la guerra.

Colombia y Venezuela, como pueblos, son siameses en su sincretismo,  y sobre todo, en sus falencias: no hay desarrollo, no hay educación, y tampoco tienen sistemas políticos que expresen aspiraciones colectivas.

Son sociedades que sobreviven cubriendo las necesidades elementales, se vive en una economía de subsistencia, donde no existen excedentes, ni necesidades que impliquen crear nuevos recursos o producir otros bienes.

¿Por qué la cultura universal es lo último en que piensan los gobiernos llegados al poder con base en el populismo?
Podría pensarse en algunas respuestas, ahora se me ocurre sólo una: la explotación del trabajo casi esclavo, adscrito al esfuerzo físico,  ha permitido el avance en  las formas de arte y cultura únicamente para las élites.
En nuestros dos reinos existen sendos reyes, que  no ignoran que el progreso técnico libera muchas energías aplicadas al trabajo, precipitando el desarrollo de la cultura; pero en sociedades con máquinas y  técnicos limitados en número,  la mayoría de las personas deben dedicarse a trabajar en lo que sea para sobrevivir, no es posible el feliz desenvolvimiento de la cultura,  porque el hombre en un nivel infrahumano no puede acceder al ocio creativo.

El contenido de la moral, de las costumbres y del derecho, depende del régimen social que existe. Actualmente, en nuestros suelos idénticos en abundancia, hay dos héroes, y todos sabemos que siempre hay uno que prevalece, ya sea por su fuerza moral, o por sus recursos económicos y humanos  para sostenerse;  o por las alianzas estratégicas que logre (que no se olvide que ningún estado obsequia algo a cambio de un cálido ‘muchas gracias’).

En las dos patrias (que fueron parte de una inmensa) está entronizada la familia nuclear, en la que por condiciones de morir o sobrevivir, los dos cónyuges trabajan jornadas iguales, el núcleo es cada vez más reducido; y desde este fenómeno extraño para el inmenso territorio que poseen,  el presidente tiende a convertirse en depositario de la autoridad del padre. Pero del padre de antaño, que era el dictador de la familia, el que ordenaba y había que obedecerle porque de lo contrario el látigo caía sobre el disidente. Y después de los golpes venían las órdenes que el descarriado tenía que cumplir, o afrontar el exilio”.

Reflexión de ahora: Uno de los reyes sigue en el trono; el otro trata de gobernar desde Twitter.

[email protected]   @yastao

Columnista
10 octubre, 2012

En la periferia de la tensión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Desde mi cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Sigo transitando por nuestra historia, así que dadas las circunstancias de la reelección de Hugo Chávez Frías, me permito enviarles este fragmento de lo que escribí hace nueve años. “Hoy es 27 de agosto de 2003: La frontera es un hecho sociológico. La línea divisoria entre las naciones […]


Desde mi cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Sigo transitando por nuestra historia, así que dadas las circunstancias de la reelección de Hugo Chávez Frías, me permito enviarles este fragmento de lo que escribí hace nueve años.

“Hoy es 27 de agosto de 2003: La frontera es un hecho sociológico. La línea divisoria entre las naciones contiene problemas económicos, de comercio; demográficos, físicos y estratégicos. A lo anterior, sumémosle variedades de egos: el religioso, el estatal, el familiar, etcétera. La diversidad del ‘yo’ es lo que propicia las zonas de conflicto.

El problema con Venezuela es también problema de rutas, está la de las drogas, la del petróleo, de las armas, y habría que estudiar más detenidamente para esclarecer qué otras rutas nos azuzan para la guerra.

Colombia y Venezuela, como pueblos, son siameses en su sincretismo,  y sobre todo, en sus falencias: no hay desarrollo, no hay educación, y tampoco tienen sistemas políticos que expresen aspiraciones colectivas.

Son sociedades que sobreviven cubriendo las necesidades elementales, se vive en una economía de subsistencia, donde no existen excedentes, ni necesidades que impliquen crear nuevos recursos o producir otros bienes.

¿Por qué la cultura universal es lo último en que piensan los gobiernos llegados al poder con base en el populismo?
Podría pensarse en algunas respuestas, ahora se me ocurre sólo una: la explotación del trabajo casi esclavo, adscrito al esfuerzo físico,  ha permitido el avance en  las formas de arte y cultura únicamente para las élites.
En nuestros dos reinos existen sendos reyes, que  no ignoran que el progreso técnico libera muchas energías aplicadas al trabajo, precipitando el desarrollo de la cultura; pero en sociedades con máquinas y  técnicos limitados en número,  la mayoría de las personas deben dedicarse a trabajar en lo que sea para sobrevivir, no es posible el feliz desenvolvimiento de la cultura,  porque el hombre en un nivel infrahumano no puede acceder al ocio creativo.

El contenido de la moral, de las costumbres y del derecho, depende del régimen social que existe. Actualmente, en nuestros suelos idénticos en abundancia, hay dos héroes, y todos sabemos que siempre hay uno que prevalece, ya sea por su fuerza moral, o por sus recursos económicos y humanos  para sostenerse;  o por las alianzas estratégicas que logre (que no se olvide que ningún estado obsequia algo a cambio de un cálido ‘muchas gracias’).

En las dos patrias (que fueron parte de una inmensa) está entronizada la familia nuclear, en la que por condiciones de morir o sobrevivir, los dos cónyuges trabajan jornadas iguales, el núcleo es cada vez más reducido; y desde este fenómeno extraño para el inmenso territorio que poseen,  el presidente tiende a convertirse en depositario de la autoridad del padre. Pero del padre de antaño, que era el dictador de la familia, el que ordenaba y había que obedecerle porque de lo contrario el látigo caía sobre el disidente. Y después de los golpes venían las órdenes que el descarriado tenía que cumplir, o afrontar el exilio”.

Reflexión de ahora: Uno de los reyes sigue en el trono; el otro trata de gobernar desde Twitter.

[email protected]   @yastao