En nuestra música tradicional vallenata acostumbramos a hablar de escuelas o de estilos, de una manera indiscriminada, para referirnos a características personales o modelos, tanto de ejecutantes como de autores que sirven para identificarlos y agruparlos. Por eso hablamos en la interpretación del acordeón de la escuela de Luis Enrique Martínez, de la escuela de […]
En nuestra música tradicional vallenata acostumbramos a hablar de escuelas o de estilos, de una manera indiscriminada, para referirnos a características personales o modelos, tanto de ejecutantes como de autores que sirven para identificarlos y agruparlos. Por eso hablamos en la interpretación del acordeón de la escuela de Luis Enrique Martínez, de la escuela de Nafer Durán, de la escuela de Alejo, quien a pesar de ser hermano de Nafer y haber aprendido juntos a tocar ese instrumento, a mi juicio creó una escuela distinta.
En una segunda etapa llegamos a hablar de la escuela de Andrés ‘El Turco’ Gil, de la de Alfredo Gutiérrez y luego pasamos a mencionar la escuela de Juan Humberto ‘Juancho’ Rois y por estas épocas ya no se habla de escuelas en el acordeón. Algo está pasando.
Lo mismo ha ocurrido con el canto y la composición vallenata, en el caso de la voz, una escuela con muchos alumnos fue la creada por Diomedes Díaz, quien supo desmarcarse ágilmente de ‘Poncho’ Zuleta. Otra escuela que ha tenido muchos seguidores es la de Rafael Orozco, las escuelas de Oñate, Zuleta, Brito y Zabaleta no han sido tan prolíficas como las primeras. Hoy tímidamente se alcanza a hablar de la escuela de Kaleth Morales, a quienes algunos llaman ‘nueva ola’, que se extiende tanto al canto como a la composición.
Entre los compositores también se habla de escuelas, se le asignan nombres como la costumbrista, la narrativa, la lírica, por solo mencionar algunas. Por ejemplo, a Leandro Díaz, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, entre otros, claramente los ubicamos inclinados a las escuelas costumbristas y narrativas, mientras a Gustavo Gutiérrez, Rosendo Romero, Fernando Meneses, Roberto Calderón a la escuela lírica.
Consuelo Araujo realizó una clasificación de escuelas del acordeón desde el punto de vista geográfico y sociocultural y las llamó: vallenato vallenato, vallenato sabanero y vallenato bajero. El doctor Ciro Quiroz Otero en su obra ‘Vallenato hombre y canto’ desestima totalmente esta clasificación, afirmando que esos criterios puramente topográficos y arbitrarios no tienen sustento alguno.
Lo cierto es que las escuelas no están creciendo y especialmente las de los acordeoneros; hace mucho rato que no tenemos un digitador con un estilo particular, clara identidad y diferencias ostensibles de los demás.
Llámesele escuelas o estilos, lo verdaderamente importante es que prevalezcan aquellas que lo ameritan y desaparezcan las que no, pero me parece fundamental que en el vallenato reine la creatividad y nazcan nuevas escuelas o estilos, así muchos vallenatologos ortodoxos consideren que son deformaciones que atentan contra nuestra autenticidad.
COLOFÓN: Los seguidores del programa de redes sociales ‘La Parranda de Nain’ están felices porque mañana sábado 22 de mayo tendremos como invitado especial al tres veces rey de la leyenda vallenata, Alfredo Gutiérrez Vital, a quien se le considera el mejor acordeonero de todos los tiempos y logró con su estilo romper paradigmas, ser exitoso nacional e internacionalmente, pero a la vez demostrar que podía tocar ese instrumento con el cumplimiento de todos los cánones y reglas que le impusieran en Valledupar.
En nuestra música tradicional vallenata acostumbramos a hablar de escuelas o de estilos, de una manera indiscriminada, para referirnos a características personales o modelos, tanto de ejecutantes como de autores que sirven para identificarlos y agruparlos. Por eso hablamos en la interpretación del acordeón de la escuela de Luis Enrique Martínez, de la escuela de […]
En nuestra música tradicional vallenata acostumbramos a hablar de escuelas o de estilos, de una manera indiscriminada, para referirnos a características personales o modelos, tanto de ejecutantes como de autores que sirven para identificarlos y agruparlos. Por eso hablamos en la interpretación del acordeón de la escuela de Luis Enrique Martínez, de la escuela de Nafer Durán, de la escuela de Alejo, quien a pesar de ser hermano de Nafer y haber aprendido juntos a tocar ese instrumento, a mi juicio creó una escuela distinta.
En una segunda etapa llegamos a hablar de la escuela de Andrés ‘El Turco’ Gil, de la de Alfredo Gutiérrez y luego pasamos a mencionar la escuela de Juan Humberto ‘Juancho’ Rois y por estas épocas ya no se habla de escuelas en el acordeón. Algo está pasando.
Lo mismo ha ocurrido con el canto y la composición vallenata, en el caso de la voz, una escuela con muchos alumnos fue la creada por Diomedes Díaz, quien supo desmarcarse ágilmente de ‘Poncho’ Zuleta. Otra escuela que ha tenido muchos seguidores es la de Rafael Orozco, las escuelas de Oñate, Zuleta, Brito y Zabaleta no han sido tan prolíficas como las primeras. Hoy tímidamente se alcanza a hablar de la escuela de Kaleth Morales, a quienes algunos llaman ‘nueva ola’, que se extiende tanto al canto como a la composición.
Entre los compositores también se habla de escuelas, se le asignan nombres como la costumbrista, la narrativa, la lírica, por solo mencionar algunas. Por ejemplo, a Leandro Díaz, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, entre otros, claramente los ubicamos inclinados a las escuelas costumbristas y narrativas, mientras a Gustavo Gutiérrez, Rosendo Romero, Fernando Meneses, Roberto Calderón a la escuela lírica.
Consuelo Araujo realizó una clasificación de escuelas del acordeón desde el punto de vista geográfico y sociocultural y las llamó: vallenato vallenato, vallenato sabanero y vallenato bajero. El doctor Ciro Quiroz Otero en su obra ‘Vallenato hombre y canto’ desestima totalmente esta clasificación, afirmando que esos criterios puramente topográficos y arbitrarios no tienen sustento alguno.
Lo cierto es que las escuelas no están creciendo y especialmente las de los acordeoneros; hace mucho rato que no tenemos un digitador con un estilo particular, clara identidad y diferencias ostensibles de los demás.
Llámesele escuelas o estilos, lo verdaderamente importante es que prevalezcan aquellas que lo ameritan y desaparezcan las que no, pero me parece fundamental que en el vallenato reine la creatividad y nazcan nuevas escuelas o estilos, así muchos vallenatologos ortodoxos consideren que son deformaciones que atentan contra nuestra autenticidad.
COLOFÓN: Los seguidores del programa de redes sociales ‘La Parranda de Nain’ están felices porque mañana sábado 22 de mayo tendremos como invitado especial al tres veces rey de la leyenda vallenata, Alfredo Gutiérrez Vital, a quien se le considera el mejor acordeonero de todos los tiempos y logró con su estilo romper paradigmas, ser exitoso nacional e internacionalmente, pero a la vez demostrar que podía tocar ese instrumento con el cumplimiento de todos los cánones y reglas que le impusieran en Valledupar.