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Columnista - 4 abril, 2021

En el tiempo de Dios (II)

Les contaba en la pasada columna lo difícil que es para un pequeño o mediano productor del campo en Colombia acceder a un crédito bancario y las dificultades que uno encuentra en el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario para poder ayudarlos. También les contaba sobre el calvario que tuve que pasar durante cuatro años para […]

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Les contaba en la pasada columna lo difícil que es para un pequeño o mediano productor del campo en Colombia acceder a un crédito bancario y las dificultades que uno encuentra en el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario para poder ayudarlos.

También les contaba sobre el calvario que tuve que pasar durante cuatro años para diseñar e implementar una solución tecnológica que resolviera eficazmente este grave problema de exclusión crediticia de más de 2 millones de productores del campo de nuestro país.

El tema era bien complejo. Por un lado, la banca tiene poco conocimientos del sector, las tasas de interés son poco atractivas frente al riesgo y al informalismo que perciben del sector, la provisión de la cartera en créditos para el agro es muy alta y abrir sucursales en los municipios rurales del país les salía costoso. Por el otro lado, los productores del campo consideran que la banca exige muchos requisitos, se demoran demasiado tiempo en los trámites de estudio y desembolso de los créditos y les hacen gastar mucho tiempo y dinero en transporte y tramitadores.

Fue entonces cuando junto a mi socio fundador, Gustavo Montaña, y un equipo de profesionales en ciencias agronómicas y desarrollo tecnológico decidimos crear una plataforma tecnológica que usando inteligencia artificial uniera las dos puntas para mejorar los servicios financieros al sector rural y facilitar la inclusión financiera a los productores del campo. Lo que en lenguaje tecnológico conocemos como una Fintech.

A diferencia de las apps de mensajería, comida, transporte, música, turismo y crédito de consumo, en nuestro caso teníamos que crear una plataforma tecnológica que además de transferir conocimientos de una manera sencilla, ágil y didáctica, a los analistas de crédito de los bancos y a los productores del campo, también evaluara el riesgo, el margen de rentabilidad y la capacidad de pago del agronegocio.

Después de dos años de intenso trabajo en recolección de información en campo vino lo más complicado. Enseñarle a una computadora, a un Smartphone o un software, a través de la Inteligencia Artificial -AI- ser inteligentes, para analizar millones de datos, evaluar riesgo, hacer cálculo financiero y actuar de manera autónoma para convertirse en el mejor asesor de banca personal online capaz de analizar y procesar una cantidad de datos en segundos. Es decir, terminamos incorporando un scoring con más de 70 fórmulas para evaluar técnica y financieramente las solicitudes de los créditos en 30 minutos con una capacidad de 3.000 operaciones por minuto.   

Cuando pusimos la plataforma a operar los primeros pilotos de prueba nos dimos cuenta que el proceso de escalonamiento exponencial no iba a ser tan rápido porque en las zonas rurales del país hay poca cobertura de internet y los celulares de los campesinos no son tan sofisticados. Fue entonces cuando nos tocó ser más creativos e incorporar la idea a las cadenas agroindustriales. Al final del día,  logramos ver los primeros 177 rostros llenos de felicidad. Estos agricultores nunca se imaginaron que podrían aprender de una manera tan fácil, planificar un agronegocio rentable y estructurar su crédito sin tener que ir al banco. Pero todo fue en el tiempo de Dios.

Columnista
4 abril, 2021

En el tiempo de Dios (II)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

Les contaba en la pasada columna lo difícil que es para un pequeño o mediano productor del campo en Colombia acceder a un crédito bancario y las dificultades que uno encuentra en el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario para poder ayudarlos. También les contaba sobre el calvario que tuve que pasar durante cuatro años para […]


Les contaba en la pasada columna lo difícil que es para un pequeño o mediano productor del campo en Colombia acceder a un crédito bancario y las dificultades que uno encuentra en el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario para poder ayudarlos.

También les contaba sobre el calvario que tuve que pasar durante cuatro años para diseñar e implementar una solución tecnológica que resolviera eficazmente este grave problema de exclusión crediticia de más de 2 millones de productores del campo de nuestro país.

El tema era bien complejo. Por un lado, la banca tiene poco conocimientos del sector, las tasas de interés son poco atractivas frente al riesgo y al informalismo que perciben del sector, la provisión de la cartera en créditos para el agro es muy alta y abrir sucursales en los municipios rurales del país les salía costoso. Por el otro lado, los productores del campo consideran que la banca exige muchos requisitos, se demoran demasiado tiempo en los trámites de estudio y desembolso de los créditos y les hacen gastar mucho tiempo y dinero en transporte y tramitadores.

Fue entonces cuando junto a mi socio fundador, Gustavo Montaña, y un equipo de profesionales en ciencias agronómicas y desarrollo tecnológico decidimos crear una plataforma tecnológica que usando inteligencia artificial uniera las dos puntas para mejorar los servicios financieros al sector rural y facilitar la inclusión financiera a los productores del campo. Lo que en lenguaje tecnológico conocemos como una Fintech.

A diferencia de las apps de mensajería, comida, transporte, música, turismo y crédito de consumo, en nuestro caso teníamos que crear una plataforma tecnológica que además de transferir conocimientos de una manera sencilla, ágil y didáctica, a los analistas de crédito de los bancos y a los productores del campo, también evaluara el riesgo, el margen de rentabilidad y la capacidad de pago del agronegocio.

Después de dos años de intenso trabajo en recolección de información en campo vino lo más complicado. Enseñarle a una computadora, a un Smartphone o un software, a través de la Inteligencia Artificial -AI- ser inteligentes, para analizar millones de datos, evaluar riesgo, hacer cálculo financiero y actuar de manera autónoma para convertirse en el mejor asesor de banca personal online capaz de analizar y procesar una cantidad de datos en segundos. Es decir, terminamos incorporando un scoring con más de 70 fórmulas para evaluar técnica y financieramente las solicitudes de los créditos en 30 minutos con una capacidad de 3.000 operaciones por minuto.   

Cuando pusimos la plataforma a operar los primeros pilotos de prueba nos dimos cuenta que el proceso de escalonamiento exponencial no iba a ser tan rápido porque en las zonas rurales del país hay poca cobertura de internet y los celulares de los campesinos no son tan sofisticados. Fue entonces cuando nos tocó ser más creativos e incorporar la idea a las cadenas agroindustriales. Al final del día,  logramos ver los primeros 177 rostros llenos de felicidad. Estos agricultores nunca se imaginaron que podrían aprender de una manera tan fácil, planificar un agronegocio rentable y estructurar su crédito sin tener que ir al banco. Pero todo fue en el tiempo de Dios.