Por Gustavo Cotes Medina Colombia es el quinto exportador mundial de carbón y está disfrutando de un auge importante en la exploración minera y petrolera por las mejores condiciones que ofrece en seguridad a los inversionistas extranjeros. Según lo expresado por el Ministro Rodado, en los próximos diez años se necesitan 6.800 millones de dólares […]
Por Gustavo Cotes Medina
Colombia es el quinto exportador mundial de carbón y está disfrutando de un auge importante en la exploración minera y petrolera por las mejores condiciones que ofrece en seguridad a los inversionistas extranjeros. Según lo expresado por el Ministro Rodado, en los próximos diez años se necesitan 6.800 millones de dólares en inversión privada en el país para alcanzar el objetivo de producción de 160 millones de toneladas anuales de carbón, el doble de la actual.
Colombia tiene 24.000 millones de toneladas de reservas probadas de carbón concentradas en los departamentos de la Guajira, Cesar, Cundinamarca, los Santanderes y Boyacá. Las exportaciones de carbón térmico a Asia han aumentado en el 2010, especialmente por la caída de la demanda en Europa, principal mercado colombiano.
Sin embargo, los problemas de infraestructura como la falta de ferrocarriles, de dobles calzadas continuas y de puertos especializados, impiden un mayor desarrollo del sector y se convierten en una dificultad para satisfacer el aumento de la demanda de los mercados emergentes.
La carencia de buenas carreteras, de proyectos bien estructurados, de alternativas de financiación y la pérdida de credibilidad del INCO, están indicando que Colombia está a las puertas de un “infarto vial”: las alarmas están prendidas. A lo anterior se suma la necesidad de mejorar las vías secundarias, terciarias y fluviales donde los ríos Magdalena y Meta juegan un papel importante.
Cada día llegan buques de gran capacidad y calado que muestran la evidente necesidad de profundizar los canales de acceso a los puertos de Barranquilla y Cartagena y de ampliación del puerto de Santa Marta. La utilización actual de los puertos es de un 86%. Además, lograr el equilibrio financiero del corredor ferroviario en el interior del país, es otro cuello de botella que es necesario despejar para mejorar la competitividad del carbón colombiano, que debe ir de la mano y en compleja coordinación con las autoridades ambientales.
Para lograr todo lo anterior, se requiere mucha gestión, engranaje y la unión de voluntades nacionales, departamentales y privadas. Sería un gran error conceptual y generacional no estar a la altura de las oportunidades de desarrollo que nos ofrece en forma generosa la naturaleza. En generación de energía eléctrica, “el carbón es el combustible del futuro”.
Es muy importante anotar que las compañías explotadoras de los recursos no renovables del carbón, tienen dos claras obligaciones: de una parte, deben pagar regalías al Estado, que son de todos los colombianos y se deben distribuir equitativamente entre todas las regiones. De otra parte, deben reparar los daños ambientales que causen, que si deben ser dineros para los municipios y departamentos donde operan.
“Las regiones productoras de carbón no deben utilizar el argumento que necesitan las regalías para reparar el daño ecológico, porque de esta manera le están haciendo el juego a las multinacionales que quieren ahorrarse el gasto obligatorio que tienen que hacer para compensar el deterioro ambiental que causan, gasto que es muy diferente a las regalías que tienen que pagar”
Los conceptos de distribución equitativa de las regalías y la reparación del daño ambiental no están en competencia, sino que son adicionales y se complementan. Son obligaciones diferentes. El departamento del Cesar estará recibiendo en los años siguientes un crecimiento importante y sostenible en regalías por la explotación del carbón. El reto es preparase para administrarlas como debe ser, con transparencia y sentido común.
De todas maneras, la minería del carbón cumpliendo con todas las normas y estándares internacionales, “siempre dejará una huella ecológica, muchas veces profunda e irreversible”.
[email protected]
Por Gustavo Cotes Medina Colombia es el quinto exportador mundial de carbón y está disfrutando de un auge importante en la exploración minera y petrolera por las mejores condiciones que ofrece en seguridad a los inversionistas extranjeros. Según lo expresado por el Ministro Rodado, en los próximos diez años se necesitan 6.800 millones de dólares […]
Por Gustavo Cotes Medina
Colombia es el quinto exportador mundial de carbón y está disfrutando de un auge importante en la exploración minera y petrolera por las mejores condiciones que ofrece en seguridad a los inversionistas extranjeros. Según lo expresado por el Ministro Rodado, en los próximos diez años se necesitan 6.800 millones de dólares en inversión privada en el país para alcanzar el objetivo de producción de 160 millones de toneladas anuales de carbón, el doble de la actual.
Colombia tiene 24.000 millones de toneladas de reservas probadas de carbón concentradas en los departamentos de la Guajira, Cesar, Cundinamarca, los Santanderes y Boyacá. Las exportaciones de carbón térmico a Asia han aumentado en el 2010, especialmente por la caída de la demanda en Europa, principal mercado colombiano.
Sin embargo, los problemas de infraestructura como la falta de ferrocarriles, de dobles calzadas continuas y de puertos especializados, impiden un mayor desarrollo del sector y se convierten en una dificultad para satisfacer el aumento de la demanda de los mercados emergentes.
La carencia de buenas carreteras, de proyectos bien estructurados, de alternativas de financiación y la pérdida de credibilidad del INCO, están indicando que Colombia está a las puertas de un “infarto vial”: las alarmas están prendidas. A lo anterior se suma la necesidad de mejorar las vías secundarias, terciarias y fluviales donde los ríos Magdalena y Meta juegan un papel importante.
Cada día llegan buques de gran capacidad y calado que muestran la evidente necesidad de profundizar los canales de acceso a los puertos de Barranquilla y Cartagena y de ampliación del puerto de Santa Marta. La utilización actual de los puertos es de un 86%. Además, lograr el equilibrio financiero del corredor ferroviario en el interior del país, es otro cuello de botella que es necesario despejar para mejorar la competitividad del carbón colombiano, que debe ir de la mano y en compleja coordinación con las autoridades ambientales.
Para lograr todo lo anterior, se requiere mucha gestión, engranaje y la unión de voluntades nacionales, departamentales y privadas. Sería un gran error conceptual y generacional no estar a la altura de las oportunidades de desarrollo que nos ofrece en forma generosa la naturaleza. En generación de energía eléctrica, “el carbón es el combustible del futuro”.
Es muy importante anotar que las compañías explotadoras de los recursos no renovables del carbón, tienen dos claras obligaciones: de una parte, deben pagar regalías al Estado, que son de todos los colombianos y se deben distribuir equitativamente entre todas las regiones. De otra parte, deben reparar los daños ambientales que causen, que si deben ser dineros para los municipios y departamentos donde operan.
“Las regiones productoras de carbón no deben utilizar el argumento que necesitan las regalías para reparar el daño ecológico, porque de esta manera le están haciendo el juego a las multinacionales que quieren ahorrarse el gasto obligatorio que tienen que hacer para compensar el deterioro ambiental que causan, gasto que es muy diferente a las regalías que tienen que pagar”
Los conceptos de distribución equitativa de las regalías y la reparación del daño ambiental no están en competencia, sino que son adicionales y se complementan. Son obligaciones diferentes. El departamento del Cesar estará recibiendo en los años siguientes un crecimiento importante y sostenible en regalías por la explotación del carbón. El reto es preparase para administrarlas como debe ser, con transparencia y sentido común.
De todas maneras, la minería del carbón cumpliendo con todas las normas y estándares internacionales, “siempre dejará una huella ecológica, muchas veces profunda e irreversible”.
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