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Editorial - 11 mayo, 2022

En deuda la cultura ciudadana vallenata

Destruir o deteriorar, de manera voluntaria, las estatuas que representan a los artistas insignias de la música vallenata y que son unos de los principales referentes culturales de Valledupar ante el mundo, son acciones incomprensibles y descabelladas que no tienen ninguna justificación, mírele por donde se le mire.

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Lamentable, muy triste lo que acaba de suceder en Valledupar con los monumentos representativos del folclor vallenato.

Destruir o deteriorar, de manera voluntaria, las estatuas que representan a los artistas insignias de la música vallenata y que son unos de los principales referentes culturales de Valledupar ante el mundo, son acciones incomprensibles y descabelladas que no tienen ninguna justificación, mírele por donde se le mire.

¿Qué puede estar pasando, a qué obedece realmente este tipo de comportamiento de alguna gente?

Son muchos los interrogantes que se derivan de estos hechos. Un sociólogo, muy cercano a EL PILÓN, al enterarse de lo sucedido con los monumentos de los artistas, comentó en voz alta: “me pregunto por qué no tocan al indio? ¿Qué mensaje manda la ciudadanía con estas acciones? ¿Se sienten representados en estos símbolos? ¿Se tiene en cuenta la participación ciudadana para construir estos símbolos?

Tratar de responder este tipo de interrogantes puede ser parte de la solución del problema o por lo menos entender algo de lo que posiblemente podría estar sucediendo.

Es ahí cuando, de manera obligada, toca mirar retrospectivamente sobre qué han venido haciendo los últimos gobiernos de Valledupar en cuanto a la consolidación de una auténtica cultura ciudadana, acorde con la idiosincrasia vallenata.

Es pertinente evaluar el concepto de cultura ciudadana en Valledupar, máxime cuando esa expresión estuvo en boga en los últimos años en esta capital y no precisamente por sus buenos frutos, sino por cifras económicas escandalosas destinadas por el municipio en los mandatos anteriores al actual gobierno, donde fue evidente el exagerado presupuesto ejecutado y los pocos resultados obtenidos.

Qué ha pasado con los expertos y asesores especiales en estos temas que siempre merodean a los gobiernos de turno, la responsabilidad institucional tiene un alto porcentaje en estos procesos.

Pero también es perentorio mirar los otros componentes, teniendo en cuenta que el concepto de cultura ciudadana se define como “aquel vinculado al tejido simbólico construido por las personas que componen una comunidad. Dicha urdimbre se crea con las formas de expresión, las costumbres y los rituales compartidos por los integrantes de la sociedad en cuestión. Ciudadano, por otra parte, es aquello vinculado con la ciudad. La idea de cultura ciudadana refiere a las normas y los valores compartidos por los habitantes de una localidad. En este caso, lo ciudadano se refiere sobre todo a la dimensión política de las personas, que tienen derechos y obligaciones en el marco de la sociedad en la que viven”.

Vista así las dos aristas del tema: institucionalidad y ciudadanía, se tiene entonces que ambos componentes están fallando, detectar las causas y enfrentar las consecuencias es la tarea a la que todos estamos llamados a desarrollar, desde luego que debe ser liderada por los mandatarios de turnos, pero en la que deben involucrarse los distintos estamentos de la sociedad civil, incluidos los colegios, los hogares y demás organizaciones sociales.

Editorial
11 mayo, 2022

En deuda la cultura ciudadana vallenata

Destruir o deteriorar, de manera voluntaria, las estatuas que representan a los artistas insignias de la música vallenata y que son unos de los principales referentes culturales de Valledupar ante el mundo, son acciones incomprensibles y descabelladas que no tienen ninguna justificación, mírele por donde se le mire.


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Lamentable, muy triste lo que acaba de suceder en Valledupar con los monumentos representativos del folclor vallenato.

Destruir o deteriorar, de manera voluntaria, las estatuas que representan a los artistas insignias de la música vallenata y que son unos de los principales referentes culturales de Valledupar ante el mundo, son acciones incomprensibles y descabelladas que no tienen ninguna justificación, mírele por donde se le mire.

¿Qué puede estar pasando, a qué obedece realmente este tipo de comportamiento de alguna gente?

Son muchos los interrogantes que se derivan de estos hechos. Un sociólogo, muy cercano a EL PILÓN, al enterarse de lo sucedido con los monumentos de los artistas, comentó en voz alta: “me pregunto por qué no tocan al indio? ¿Qué mensaje manda la ciudadanía con estas acciones? ¿Se sienten representados en estos símbolos? ¿Se tiene en cuenta la participación ciudadana para construir estos símbolos?

Tratar de responder este tipo de interrogantes puede ser parte de la solución del problema o por lo menos entender algo de lo que posiblemente podría estar sucediendo.

Es ahí cuando, de manera obligada, toca mirar retrospectivamente sobre qué han venido haciendo los últimos gobiernos de Valledupar en cuanto a la consolidación de una auténtica cultura ciudadana, acorde con la idiosincrasia vallenata.

Es pertinente evaluar el concepto de cultura ciudadana en Valledupar, máxime cuando esa expresión estuvo en boga en los últimos años en esta capital y no precisamente por sus buenos frutos, sino por cifras económicas escandalosas destinadas por el municipio en los mandatos anteriores al actual gobierno, donde fue evidente el exagerado presupuesto ejecutado y los pocos resultados obtenidos.

Qué ha pasado con los expertos y asesores especiales en estos temas que siempre merodean a los gobiernos de turno, la responsabilidad institucional tiene un alto porcentaje en estos procesos.

Pero también es perentorio mirar los otros componentes, teniendo en cuenta que el concepto de cultura ciudadana se define como “aquel vinculado al tejido simbólico construido por las personas que componen una comunidad. Dicha urdimbre se crea con las formas de expresión, las costumbres y los rituales compartidos por los integrantes de la sociedad en cuestión. Ciudadano, por otra parte, es aquello vinculado con la ciudad. La idea de cultura ciudadana refiere a las normas y los valores compartidos por los habitantes de una localidad. En este caso, lo ciudadano se refiere sobre todo a la dimensión política de las personas, que tienen derechos y obligaciones en el marco de la sociedad en la que viven”.

Vista así las dos aristas del tema: institucionalidad y ciudadanía, se tiene entonces que ambos componentes están fallando, detectar las causas y enfrentar las consecuencias es la tarea a la que todos estamos llamados a desarrollar, desde luego que debe ser liderada por los mandatarios de turnos, pero en la que deben involucrarse los distintos estamentos de la sociedad civil, incluidos los colegios, los hogares y demás organizaciones sociales.