La gastronomía colombiana se ha consolidado como uno de los principales atractivos turísticos del país. A medida que más viajeros priorizan la cocina típica como parte fundamental de sus recorridos, crece también el interés por organizar rutas gastronómicas intermunicipales. Esta forma de turismo combina tradición, cultura y sabor, y se adapta bien al perfil del viajero que recorre el país por tierra.
Desde las sopas andinas hasta los fritos caribeños, Colombia ofrece una red de sabores que se extiende a lo largo de todas sus regiones. Planear una ruta gastronómica no solo implica decidir qué comer, sino también cómo y cuándo hacerlo. Por eso, la empresa Flota Occidental nos brinda algunas recomendaciones para diseñar un itinerario que despierte el apetito por descubrir.
- Identificar regiones con oferta culinaria definida: El primer paso es elegir zonas del país reconocidas por su identidad gastronómica. El altiplano cundiboyacense, los Santanderes, la región Caribe, Antioquia, el Eje Cafetero, el Valle del Cauca y los Llanos Orientales son territorios donde la comida forma parte activa del tejido cultural. Cada una de estas regiones cuenta con platos representativos que pueden servir de base para armar el recorrido. Por ejemplo, una ruta por el centro del país puede incluir el ajiaco en Bogotá, el cocido boyacense en Tunja y el tamal tolimense en Ibagué. En la Costa Caribe, el arroz de coco, la arepa de huevo y la butifarra permiten diseñar trayectos en torno a preparaciones locales que varían incluso entre municipios vecinos.
- Aprovechar los calendarios culturales: Muchos pueblos colombianos celebran festivales de cocina típica en fechas específicas del año. Estos eventos permiten a los viajeros probar versiones auténticas de los platos, conocer técnicas tradicionales y adquirir productos locales directamente de manos campesinas o cocineras populares. Consultar con antelación los calendarios culturales de cada departamento facilita combinar los recorridos con ferias gastronómicas, encuentros regionales o fiestas patronales. Estas celebraciones suelen incorporar actividades complementarias como danzas, muestras agrícolas y concursos culinarios.
- Planificar la ruta con tiempos flexibles: Una ruta gastronómica no debe estar marcada únicamente por distancias. Es importante considerar los tiempos que requiere cada destino para explorar su cocina con calma: almorzar en un mercado tradicional, visitar una finca o compartir una bebida típica en la plaza del pueblo. Para facilitar los traslados, el transporte terrestre ofrece flexibilidad y conectividad entre regiones que no siempre cuentan con opciones aéreas. Los recorridos en bus permiten apreciar el paisaje, hacer paradas imprevistas y mantener un ritmo de viaje acorde con el espíritu del turismo gastronómico.
- Priorizar la cocina local y de temporada: Parte del valor de una ruta culinaria está en probar ingredientes frescos y preparaciones con identidad regional. Al visitar cada zona, se recomienda optar por cocinas tradicionales, plazas de mercado y emprendimientos familiares donde se mantengan técnicas ancestrales. Conocer qué productos están en cosecha permite adaptar el menú al calendario agrícola. La mazamorra en el Eje Cafetero, el cuy en Nariño, la mamona en los Llanos o los dulces de plátano en el Caribe responden a momentos del año en que los insumos están en su mejor punto.
- Pensar en la experiencia completa: Además de los platos fuertes, cada región ofrece bebidas y postres que complementan el recorrido: desde el guarapo en Boyacá hasta el champús vallecaucano, pasando por dulces artesanales, panes tradicionales y cafés especiales. Armar una ruta con entradas, fuertes, postres y bebidas por región enriquece la experiencia y permite comparar estilos, ingredientes y saberes. Incorporar momentos de descanso y degustación en espacios culturales o naturales también ayuda a equilibrar el viaje.
Colombia ofrece una geografía de sabores que conecta cocinas, historias y paisajes. Organizar una ruta gastronómica es una forma de redescubrir el territorio con todos los sentidos: siguiendo olores, texturas y preparaciones que revelan cómo se come, y se vive, en cada rincón del país.











