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Columnista - 9 julio, 2019

Empresas electorales: actuación por principio o por conveniencia

Cada cierto tiempo llegan las promesas, se mezclan los políticos nuevos y veteranos con el pueblo, se confunden los abrazos con los niños, jóvenes y no tan jóvenes. Se escuchan largos y tediosos discursos, observamos con especial asombro la capacidad que tienen los oradores de conocer perfectamente la problemática del pueblo: en salud, educación, en […]

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Cada cierto tiempo llegan las promesas, se mezclan los políticos nuevos y veteranos con el pueblo, se confunden los abrazos con los niños, jóvenes y no tan jóvenes. Se escuchan largos y tediosos discursos, observamos con especial asombro la capacidad que tienen los oradores de conocer perfectamente la problemática del pueblo: en salud, educación, en desorden social, falta de oportunidades laborales reflejado en los niveles desorbitantes de desempleo, Valledupar encabezando los porcentajes a nivel nacional.

La inseguridad, la movilidad, la maya vial deteriorada, crisis en muchos escenarios sociales; la corrupción galopante y la impunidad celebrando sus triunfos; La falta de ética de los lideres congresistas escogidos para nuestra representación; son como dijera Estivinzon a sus alumnos, Shakira: ciegos, sordos, mudos, ausentes y más; por otro lado, no menos importante, la invasión de los miles y miles de hermanos venezolanos y pare de contar. El conocimiento de la crisis es perfecto; pero, aquí comienzan los peros, cuando el poder ya se tiene, luego de las elecciones y ya definidos los ungidos, se permean de olvido crónico.

Entonces observamos aquí, la actuación de los partidos políticos por conveniencia, como empresas electorales, y se le olvida las promesas al pueblo en función de los principios y de aquellas propuestas para el desarrollo local. Las empresas electorales son de características especiales, no hay aval para quien no demuestre solvencia económica y/o un trabajo político rentable.

La hegemonía de apellido es infranqueable si por alguna razón se le da espacio a un apellido diferente es porque al final la jugada política debe ser manejable. Es decir, marionetas políticas que para ejemplos: un presidente o un alcalde o un gobernador, fácil de identificar. En las empresas, sea cual sea su razón social, se invierte para ganar, nadie haría lo contrario; entonces nos preguntamos ¿por qué las elecciones, es decir la campañas políticas son tas costosas? De acuerdo con Michael Pinto-Duschinsky, “la corrupción y los abusos relacionados con la financiación de las elecciones y los partidos políticos están entre los peligros más comunes que las democracias actuales deben enfrentar.”

  Estos peligros pueden incluir: trato preferencial, manejo de proyectos para los donadores de sumas considerables; estos mismos pueden comprar influencias, caso Odebrecht, o en lo local las firmas Cartageneras o Paisas. Algo así. La noción de que los únicos que pueden “participar” en las contiendas electorales son los individuos solventes o los que cuentan con amigos y simpatizantes ricos.

No hay puntada sin dedal. Aquellos que no tienen el “kankil” que no se vistan que no van. “Según Common Cause (Causa Común), un grupo de interés estadounidense que cabildea para tener elecciones limpias y un gobierno responsable: la forma en que las campañas para obtener cargos en el congreso se financian actualmente es corrupta. Es un sistema en el cual los individuos y los grupos pueden contribuir sumas significativas de dinero a los funcionarios elegidos que tienen el poder de tomar decisiones que afectan los intereses de los donadores.

También es un sistema en que la ventaja financiera de los funcionarios en operaciones frecuentemente trae como consecuencia elecciones que no son competitivas, lo cual los hace menos responsables ante los votantes y más responsables ante los donadores con intereses especiales”. Las empresas electorales, un cáncer en nuestra sociedad, no lo digo yo solamente. Por lo pronto. Sólo Eso.

Columnista
9 julio, 2019

Empresas electorales: actuación por principio o por conveniencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Cada cierto tiempo llegan las promesas, se mezclan los políticos nuevos y veteranos con el pueblo, se confunden los abrazos con los niños, jóvenes y no tan jóvenes. Se escuchan largos y tediosos discursos, observamos con especial asombro la capacidad que tienen los oradores de conocer perfectamente la problemática del pueblo: en salud, educación, en […]


Cada cierto tiempo llegan las promesas, se mezclan los políticos nuevos y veteranos con el pueblo, se confunden los abrazos con los niños, jóvenes y no tan jóvenes. Se escuchan largos y tediosos discursos, observamos con especial asombro la capacidad que tienen los oradores de conocer perfectamente la problemática del pueblo: en salud, educación, en desorden social, falta de oportunidades laborales reflejado en los niveles desorbitantes de desempleo, Valledupar encabezando los porcentajes a nivel nacional.

La inseguridad, la movilidad, la maya vial deteriorada, crisis en muchos escenarios sociales; la corrupción galopante y la impunidad celebrando sus triunfos; La falta de ética de los lideres congresistas escogidos para nuestra representación; son como dijera Estivinzon a sus alumnos, Shakira: ciegos, sordos, mudos, ausentes y más; por otro lado, no menos importante, la invasión de los miles y miles de hermanos venezolanos y pare de contar. El conocimiento de la crisis es perfecto; pero, aquí comienzan los peros, cuando el poder ya se tiene, luego de las elecciones y ya definidos los ungidos, se permean de olvido crónico.

Entonces observamos aquí, la actuación de los partidos políticos por conveniencia, como empresas electorales, y se le olvida las promesas al pueblo en función de los principios y de aquellas propuestas para el desarrollo local. Las empresas electorales son de características especiales, no hay aval para quien no demuestre solvencia económica y/o un trabajo político rentable.

La hegemonía de apellido es infranqueable si por alguna razón se le da espacio a un apellido diferente es porque al final la jugada política debe ser manejable. Es decir, marionetas políticas que para ejemplos: un presidente o un alcalde o un gobernador, fácil de identificar. En las empresas, sea cual sea su razón social, se invierte para ganar, nadie haría lo contrario; entonces nos preguntamos ¿por qué las elecciones, es decir la campañas políticas son tas costosas? De acuerdo con Michael Pinto-Duschinsky, “la corrupción y los abusos relacionados con la financiación de las elecciones y los partidos políticos están entre los peligros más comunes que las democracias actuales deben enfrentar.”

  Estos peligros pueden incluir: trato preferencial, manejo de proyectos para los donadores de sumas considerables; estos mismos pueden comprar influencias, caso Odebrecht, o en lo local las firmas Cartageneras o Paisas. Algo así. La noción de que los únicos que pueden “participar” en las contiendas electorales son los individuos solventes o los que cuentan con amigos y simpatizantes ricos.

No hay puntada sin dedal. Aquellos que no tienen el “kankil” que no se vistan que no van. “Según Common Cause (Causa Común), un grupo de interés estadounidense que cabildea para tener elecciones limpias y un gobierno responsable: la forma en que las campañas para obtener cargos en el congreso se financian actualmente es corrupta. Es un sistema en el cual los individuos y los grupos pueden contribuir sumas significativas de dinero a los funcionarios elegidos que tienen el poder de tomar decisiones que afectan los intereses de los donadores.

También es un sistema en que la ventaja financiera de los funcionarios en operaciones frecuentemente trae como consecuencia elecciones que no son competitivas, lo cual los hace menos responsables ante los votantes y más responsables ante los donadores con intereses especiales”. Las empresas electorales, un cáncer en nuestra sociedad, no lo digo yo solamente. Por lo pronto. Sólo Eso.