Definitivamente se requiere actividad, trabajo, ocupación, oficio, chanfa, oportunidad; la gente requiere ingresos y satisfacer la necesidad humana de ocupar la mente y el cuerpo. Todos los esfuerzos deben procurarse para ese fin. Lo hemos reiterado por todos los medios y en todos los escenarios.
Definitivamente se requiere actividad, trabajo, ocupación, oficio, chanfa, oportunidad; la gente requiere ingresos y satisfacer la necesidad humana de ocupar la mente y el cuerpo. Todos los esfuerzos deben procurarse para ese fin. Lo hemos reiterado por todos los medios y en todos los escenarios.
Con esa línea la gobernación del Cesar ha implementado un programa de generación de 1.000 empleos, distribuidos en 975 trabajos como ayudantes, 10 oficiales y 15 administrativos. Ejecutarían actividades de mantenimiento, reparaciones de aulas y escuelas y de escenarios deportivos con una inversión de $3.800 millones. Son 37 colegios y en 13 escenarios deportivos.
Una inversión de $ 3.800.000 para generar cada empleo.
Se podría continuar dándole mayor alcance a esos programas de reparaciones de todo tipo, de mantenimientos menores pero claves, de pequeñas obras de poca complejidad que no requieren diseños especializados ni complejos, que demandan una mano de obra sin mayor calificación técnica y que permitirían aliviar cargas y levantar la actividad económica por el impacto además que se tiene sobre industrias de insumos y materiales, que a su vez generan empleo.
Es cierto que el sector privado podría jalonar estos programas, y que sumados peso a peso, son gruesos recursos hacia la reactivación. Pero para que se dé la coincidencia y coordinación de agentes particulares que actúan en la medida en que vean un beneficio económico de lucro, no es fácil. Se necesita que alguien contrate. Esa labor es más práctica y puede comprometer bastante dinero cuando la hace el sector público aplicando el multiplicador que los economistas denominan la expansión anímica del Gasto Público.
No hay otro camino mejor para reactivar que el Estado salga a contratar, comprando cosas, la política que después de la crisis de 1929 se hizo posible en los Estados Unidos diseñada por el economista John Maynard Keynes.
Esos recursos insuflados al torrente de circulación de bienes y servicios fue lo que también cambió en pocos años la economía arruinada de Europa, concluida la II guerra mundial, cuando los Estados Unidos, que no había vivido en carne propia en su territorio la conflagración y tenía activa sus industrias pudo colocar su capacidad y recursos para suministros y créditos, conocido como el Plan Marshall.
El actual plan de reactivación de la unión europea es también un plan extraordinario, de descomunal cuantía.
Bogotá ha tramitado autorización para obtener créditos de $10 billones y, aprobó un presupuesto para el año 2021 de ¡$20 billones!; un incremento del 30 %, paradójicamente cuando los ingresos se redujeron por la pandemia. $2.500.000 por persona residente en la ciudad. Ese esfuerzo de raspar la olla, endeudarse, presupuestar lo ha llamado su Plan Marshall.
¿En Valledupar qué podemos hacer? No es que no sepamos de sus limitaciones, pero… ¿Qué hacer, qué nos puede decir la Alcaldía?
Mientras, pedimos a la gobernación que ese programa tipo lo multiplique por 100, en pequeñas y medianas obras de impacto, pues hay 160.000 cesarenses que esperan una oportunidad.
Definitivamente se requiere actividad, trabajo, ocupación, oficio, chanfa, oportunidad; la gente requiere ingresos y satisfacer la necesidad humana de ocupar la mente y el cuerpo. Todos los esfuerzos deben procurarse para ese fin. Lo hemos reiterado por todos los medios y en todos los escenarios.
Definitivamente se requiere actividad, trabajo, ocupación, oficio, chanfa, oportunidad; la gente requiere ingresos y satisfacer la necesidad humana de ocupar la mente y el cuerpo. Todos los esfuerzos deben procurarse para ese fin. Lo hemos reiterado por todos los medios y en todos los escenarios.
Con esa línea la gobernación del Cesar ha implementado un programa de generación de 1.000 empleos, distribuidos en 975 trabajos como ayudantes, 10 oficiales y 15 administrativos. Ejecutarían actividades de mantenimiento, reparaciones de aulas y escuelas y de escenarios deportivos con una inversión de $3.800 millones. Son 37 colegios y en 13 escenarios deportivos.
Una inversión de $ 3.800.000 para generar cada empleo.
Se podría continuar dándole mayor alcance a esos programas de reparaciones de todo tipo, de mantenimientos menores pero claves, de pequeñas obras de poca complejidad que no requieren diseños especializados ni complejos, que demandan una mano de obra sin mayor calificación técnica y que permitirían aliviar cargas y levantar la actividad económica por el impacto además que se tiene sobre industrias de insumos y materiales, que a su vez generan empleo.
Es cierto que el sector privado podría jalonar estos programas, y que sumados peso a peso, son gruesos recursos hacia la reactivación. Pero para que se dé la coincidencia y coordinación de agentes particulares que actúan en la medida en que vean un beneficio económico de lucro, no es fácil. Se necesita que alguien contrate. Esa labor es más práctica y puede comprometer bastante dinero cuando la hace el sector público aplicando el multiplicador que los economistas denominan la expansión anímica del Gasto Público.
No hay otro camino mejor para reactivar que el Estado salga a contratar, comprando cosas, la política que después de la crisis de 1929 se hizo posible en los Estados Unidos diseñada por el economista John Maynard Keynes.
Esos recursos insuflados al torrente de circulación de bienes y servicios fue lo que también cambió en pocos años la economía arruinada de Europa, concluida la II guerra mundial, cuando los Estados Unidos, que no había vivido en carne propia en su territorio la conflagración y tenía activa sus industrias pudo colocar su capacidad y recursos para suministros y créditos, conocido como el Plan Marshall.
El actual plan de reactivación de la unión europea es también un plan extraordinario, de descomunal cuantía.
Bogotá ha tramitado autorización para obtener créditos de $10 billones y, aprobó un presupuesto para el año 2021 de ¡$20 billones!; un incremento del 30 %, paradójicamente cuando los ingresos se redujeron por la pandemia. $2.500.000 por persona residente en la ciudad. Ese esfuerzo de raspar la olla, endeudarse, presupuestar lo ha llamado su Plan Marshall.
¿En Valledupar qué podemos hacer? No es que no sepamos de sus limitaciones, pero… ¿Qué hacer, qué nos puede decir la Alcaldía?
Mientras, pedimos a la gobernación que ese programa tipo lo multiplique por 100, en pequeñas y medianas obras de impacto, pues hay 160.000 cesarenses que esperan una oportunidad.