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Columnista - 14 noviembre, 2019

Empalmes bicicleteros, la primera piedra

Un amigo, a propósito del caso boliviano me recuerda: Evo Morales pidió asilo en todas partes, menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela, es indio pero no bruto. Y creo tenga mucho de razón, puede perder el poder, pero su ancestral malicia indígena está intacta. Como los pobres (si lo es) nos acostumbramos rápido a casi […]

Un amigo, a propósito del caso boliviano me recuerda: Evo Morales pidió asilo en todas partes, menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela, es indio pero no bruto. Y creo tenga mucho de razón, puede perder el poder, pero su ancestral malicia indígena está intacta. Como los pobres (si lo es) nos acostumbramos rápido a casi todo. Al escribir este chorro, el expresidente ya está en México comiendo tortillas y picantes en todos los tonos.

Por Evo he tenido siempre un vago sentimiento, llamarse Juan Evo en el Caribe no es fácil, de seguro le dirían Juan guevo, o Juancho el Indio, saliendo bien librado. Tampoco lo imagino pobre con 14 años en el poder, donde las tentaciones están a la orden del día. Aquí un alcalde sale siempre rico, o al menos con una estación gasolinera si el periodo es corto, o al menos huyendo, como Evo, pero limpios no salen.

Si están llorando 16 concejales inhabilitados, a pesar de poner allí a sus familiares. Que tal un expresidente, indio y pobre rondando por el mundo, en mi caso ruego algo de compasión por el hermano mayor de nuestra querida y desconocida Bolivia.

Al menos tenemos un vallenato allá, que al regresar nos contará y seguramente invitará disfrutar delicias gastronómicas de ese país, lo imagino entre sus nuevos amigos andinos preparando el plato típico vallenato, enredado con el cup cake de chilonga que solo sabe preparar su genial creadora patillalera. Pobre Ñego Ariza de Master Chef criollo a 3.640 metros de altura.

Pienso en Evo soñando con Oruro su tierra chica, donde la tradición culinaria de carne de res, oveja y llama; el plato, Rostro Asado, con cabeza de cordero con cuero, cocinada al horno de exquisito sabor. El Intendente, plato con carne fritada de res, cordero, pollo y chorizos acompañados con guarniciones de arroz, papa y ensalada.

El Charquekan, plato elaborado con charque de res o llama desmenuzado frito, acompañado con huevo duro, mote, papa, queso y llajua, el Thimpu, acompañado con arroz aguado, papa y ají y ya en la capital, el Chairo, una sopa preparada con chuño, carne de cordero, chalona remojada, papa, zanahoria, cebolla, habas, mote de maíz, hierbabuena, wuacataya, orégano y sal, o la picana navideña con carnes, nabo, chuño, papa pureja y choclos.

Y ahora Morales en México degustando chiles de nogada, moles, barbacoa de borrego, cochinita pibil, pozoles y tacos. Pobre Juan Evo, quien perdió su primer nombre y ahora todo el poder, y lo peor, sus sabores, le tocó de nuevo dormir y chatear en el suelo como cualquier indio de ranchería guajira. Cadena de oración.

Regreso a nuestro Valledupar preparado para las fiestas decembrinas, con hacendosos mandatarios que aun saliendo ponen primeras piedras en Parque Novalito, Sena sucursal Panamá, nuevas bicicletas y shows en el Concejo, Corpocesar, Personería, empalmes de juegos bolivarianos, mientras llega la elección de rector en la Universidad Popular del Cesar; menos mal tenemos parques renovados para conversar por catapilas. Que los dioses kamkuamos nos protejan, Resiliencia, ¡no queda más! O mejor sí, faltan los desencantados que no llamarán a cargos en los nuevos gobiernos, que prometen será con menos oraciones y mucho orden. ¡Veremos y reiremos por lo que sea!

Columnista
14 noviembre, 2019

Empalmes bicicleteros, la primera piedra

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Un amigo, a propósito del caso boliviano me recuerda: Evo Morales pidió asilo en todas partes, menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela, es indio pero no bruto. Y creo tenga mucho de razón, puede perder el poder, pero su ancestral malicia indígena está intacta. Como los pobres (si lo es) nos acostumbramos rápido a casi […]


Un amigo, a propósito del caso boliviano me recuerda: Evo Morales pidió asilo en todas partes, menos en Cuba, Nicaragua o Venezuela, es indio pero no bruto. Y creo tenga mucho de razón, puede perder el poder, pero su ancestral malicia indígena está intacta. Como los pobres (si lo es) nos acostumbramos rápido a casi todo. Al escribir este chorro, el expresidente ya está en México comiendo tortillas y picantes en todos los tonos.

Por Evo he tenido siempre un vago sentimiento, llamarse Juan Evo en el Caribe no es fácil, de seguro le dirían Juan guevo, o Juancho el Indio, saliendo bien librado. Tampoco lo imagino pobre con 14 años en el poder, donde las tentaciones están a la orden del día. Aquí un alcalde sale siempre rico, o al menos con una estación gasolinera si el periodo es corto, o al menos huyendo, como Evo, pero limpios no salen.

Si están llorando 16 concejales inhabilitados, a pesar de poner allí a sus familiares. Que tal un expresidente, indio y pobre rondando por el mundo, en mi caso ruego algo de compasión por el hermano mayor de nuestra querida y desconocida Bolivia.

Al menos tenemos un vallenato allá, que al regresar nos contará y seguramente invitará disfrutar delicias gastronómicas de ese país, lo imagino entre sus nuevos amigos andinos preparando el plato típico vallenato, enredado con el cup cake de chilonga que solo sabe preparar su genial creadora patillalera. Pobre Ñego Ariza de Master Chef criollo a 3.640 metros de altura.

Pienso en Evo soñando con Oruro su tierra chica, donde la tradición culinaria de carne de res, oveja y llama; el plato, Rostro Asado, con cabeza de cordero con cuero, cocinada al horno de exquisito sabor. El Intendente, plato con carne fritada de res, cordero, pollo y chorizos acompañados con guarniciones de arroz, papa y ensalada.

El Charquekan, plato elaborado con charque de res o llama desmenuzado frito, acompañado con huevo duro, mote, papa, queso y llajua, el Thimpu, acompañado con arroz aguado, papa y ají y ya en la capital, el Chairo, una sopa preparada con chuño, carne de cordero, chalona remojada, papa, zanahoria, cebolla, habas, mote de maíz, hierbabuena, wuacataya, orégano y sal, o la picana navideña con carnes, nabo, chuño, papa pureja y choclos.

Y ahora Morales en México degustando chiles de nogada, moles, barbacoa de borrego, cochinita pibil, pozoles y tacos. Pobre Juan Evo, quien perdió su primer nombre y ahora todo el poder, y lo peor, sus sabores, le tocó de nuevo dormir y chatear en el suelo como cualquier indio de ranchería guajira. Cadena de oración.

Regreso a nuestro Valledupar preparado para las fiestas decembrinas, con hacendosos mandatarios que aun saliendo ponen primeras piedras en Parque Novalito, Sena sucursal Panamá, nuevas bicicletas y shows en el Concejo, Corpocesar, Personería, empalmes de juegos bolivarianos, mientras llega la elección de rector en la Universidad Popular del Cesar; menos mal tenemos parques renovados para conversar por catapilas. Que los dioses kamkuamos nos protejan, Resiliencia, ¡no queda más! O mejor sí, faltan los desencantados que no llamarán a cargos en los nuevos gobiernos, que prometen será con menos oraciones y mucho orden. ¡Veremos y reiremos por lo que sea!