Por: José Atuesta Mindiola I En el alma del poeta el verso siempre reside, le canto a Emiliano Alcides de la dinastía Zuleta. Muy versátil interpreta bellas notas del teclado, es maestro afortunado de valiosos pergaminos: el primer Grammy Latino de este folclor renombrado. II El Día de los Inocentes en tierra villanuevera; lo comentó […]
Por: José Atuesta Mindiola
I
En el alma del poeta
el verso siempre reside,
le canto a Emiliano Alcides
de la dinastía Zuleta.
Muy versátil interpreta
bellas notas del teclado,
es maestro afortunado
de valiosos pergaminos:
el primer Grammy Latino
de este folclor renombrado.
II
El Día de los Inocentes
en tierra villanuevera;
lo comentó una partera
que tú llegaste sonriente.
Era una noche esplendente
de aromas de cafetales,
y en susurros de pañales
el veintiocho de diciembre,
al lado estaba un pesebre
con Jesús en los pajales.
III
Vecinos en romerías
llegaron con la noticia,
eran grandes las delicias
en casa de Carmen Díaz.
La abuela Sara María
también muy contenta estaba,
y un acordeón sonaba,
era tu padre Emiliano,
con Toño Salas, su hermano,
que también feliz cantaba.
IV
Cuentan que en ese día,
en un invisible velo
un ángel bajó del cielo
a casa de Carmen Díaz:
y dijo que tú serías
de la música un portento,
lucero del firmamento
del folclor tradicional.
Tu nota es universal
como la risa en el viento.
Por: José Atuesta Mindiola I En el alma del poeta el verso siempre reside, le canto a Emiliano Alcides de la dinastía Zuleta. Muy versátil interpreta bellas notas del teclado, es maestro afortunado de valiosos pergaminos: el primer Grammy Latino de este folclor renombrado. II El Día de los Inocentes en tierra villanuevera; lo comentó […]
Por: José Atuesta Mindiola
I
En el alma del poeta
el verso siempre reside,
le canto a Emiliano Alcides
de la dinastía Zuleta.
Muy versátil interpreta
bellas notas del teclado,
es maestro afortunado
de valiosos pergaminos:
el primer Grammy Latino
de este folclor renombrado.
II
El Día de los Inocentes
en tierra villanuevera;
lo comentó una partera
que tú llegaste sonriente.
Era una noche esplendente
de aromas de cafetales,
y en susurros de pañales
el veintiocho de diciembre,
al lado estaba un pesebre
con Jesús en los pajales.
III
Vecinos en romerías
llegaron con la noticia,
eran grandes las delicias
en casa de Carmen Díaz.
La abuela Sara María
también muy contenta estaba,
y un acordeón sonaba,
era tu padre Emiliano,
con Toño Salas, su hermano,
que también feliz cantaba.
IV
Cuentan que en ese día,
en un invisible velo
un ángel bajó del cielo
a casa de Carmen Díaz:
y dijo que tú serías
de la música un portento,
lucero del firmamento
del folclor tradicional.
Tu nota es universal
como la risa en el viento.