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Columnista - 12 junio, 2016

‘Ellos vinieron’

Cuando un problema nos afecta a todos y todos tenemos la obligación de buscar su solución, no hay espacio para la indiferencia y mucho menos para que cualquier enfrentamiento nos distraiga de la conjunción general hacia ese fin, así tengamos válidas razones para estar en desacuerdo en otros asuntos. Estamos presos del terror y la […]

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Cuando un problema nos afecta a todos y todos tenemos la obligación de buscar su solución, no hay espacio para la indiferencia y mucho menos para que cualquier enfrentamiento nos distraiga de la conjunción general hacia ese fin, así tengamos válidas razones para estar en desacuerdo en otros asuntos.

Estamos presos del terror y la desesperación, debido a la estela de crímenes y demás atentados que no respetan estrato social, sexo u otra variable. El tema está lo suficientemente diagnosticado, así que no se trata de repetir lo que válidamente ha ocupado espacio suficiente en los informativos, columnas de opinión y redes sociales durante estos últimos días. Lo esencial será la solidaria actitud que individualmente asumamos frente a la inseguridad que hoy azota a Valledupar y al departamento del Cesar.

Y en este sentido es imposible olvidar el Poema, ‘Ellos vinieron’, polémicamente atribuido al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, que dice, “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí, pero para ese entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

El cual cobra vigencia cada vez que indiferentemente soslayamos la comisión de un crimen o peor aun cuando lo legitimamos con la mezquina expresión, “por algo sería”, despreciando el inalienable derecho a la vida que tenemos todos, en una equivocada justificación a los verdugos que nos harán llorar al momento de padecer directamente los rigores de la violencia.

Por esto debemos rechazar cada fleteo, atraco, homicidio o cualquier otra agresión, apoyando a las víctimas, exigiendo estrategias de seguridad, al tiempo que como ciudadanos colaboramos con información oportuna y seguimiento a los procesos de administración de justicia, asegurándonos de que los objetivos de nuestra manifestación no sean el alcalde, el gobernador, los jueces, la Policía Nacional o el Ejército, sino los agresores, así estos muchas veces solo sean el débil eslabón de la cadena por donde explota la ancestral inequidad precursora del delito.

También debemos llamar la atención acerca de la inveterada práctica de fuerzas oscuras, quienes aprovechan estos brotes de inseguridad para cobrar con sangre los desacuerdos políticos, económicos o de otro tipo, escondidos tras el antifaz del ladronzuelo de esquina.

Solo si nos concientizamos de que la responsabilidad es de todos y no solo de la institucionalidad y de que en este propósito no puede fallar ningún protagonista, no alcanzaremos la convivencia pacífica con que soñamos. La restauración de la tranquilidad no va a ser fácil, pero de todos depende que pronto volvamos a tener la región tranquila que queremos. Un abrazo.

Columnista
12 junio, 2016

‘Ellos vinieron’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Cuando un problema nos afecta a todos y todos tenemos la obligación de buscar su solución, no hay espacio para la indiferencia y mucho menos para que cualquier enfrentamiento nos distraiga de la conjunción general hacia ese fin, así tengamos válidas razones para estar en desacuerdo en otros asuntos. Estamos presos del terror y la […]


Cuando un problema nos afecta a todos y todos tenemos la obligación de buscar su solución, no hay espacio para la indiferencia y mucho menos para que cualquier enfrentamiento nos distraiga de la conjunción general hacia ese fin, así tengamos válidas razones para estar en desacuerdo en otros asuntos.

Estamos presos del terror y la desesperación, debido a la estela de crímenes y demás atentados que no respetan estrato social, sexo u otra variable. El tema está lo suficientemente diagnosticado, así que no se trata de repetir lo que válidamente ha ocupado espacio suficiente en los informativos, columnas de opinión y redes sociales durante estos últimos días. Lo esencial será la solidaria actitud que individualmente asumamos frente a la inseguridad que hoy azota a Valledupar y al departamento del Cesar.

Y en este sentido es imposible olvidar el Poema, ‘Ellos vinieron’, polémicamente atribuido al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, que dice, “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí, pero para ese entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

El cual cobra vigencia cada vez que indiferentemente soslayamos la comisión de un crimen o peor aun cuando lo legitimamos con la mezquina expresión, “por algo sería”, despreciando el inalienable derecho a la vida que tenemos todos, en una equivocada justificación a los verdugos que nos harán llorar al momento de padecer directamente los rigores de la violencia.

Por esto debemos rechazar cada fleteo, atraco, homicidio o cualquier otra agresión, apoyando a las víctimas, exigiendo estrategias de seguridad, al tiempo que como ciudadanos colaboramos con información oportuna y seguimiento a los procesos de administración de justicia, asegurándonos de que los objetivos de nuestra manifestación no sean el alcalde, el gobernador, los jueces, la Policía Nacional o el Ejército, sino los agresores, así estos muchas veces solo sean el débil eslabón de la cadena por donde explota la ancestral inequidad precursora del delito.

También debemos llamar la atención acerca de la inveterada práctica de fuerzas oscuras, quienes aprovechan estos brotes de inseguridad para cobrar con sangre los desacuerdos políticos, económicos o de otro tipo, escondidos tras el antifaz del ladronzuelo de esquina.

Solo si nos concientizamos de que la responsabilidad es de todos y no solo de la institucionalidad y de que en este propósito no puede fallar ningún protagonista, no alcanzaremos la convivencia pacífica con que soñamos. La restauración de la tranquilidad no va a ser fácil, pero de todos depende que pronto volvamos a tener la región tranquila que queremos. Un abrazo.