De manera sagaz y sencillez de trazos, nuestro caricaturista Safady ilustró en la edición del viernes 15 de noviembre los angustiosos momentos que se han experimentado en Valledupar por cuenta de los procesos de elección del personero, del rector de la Universidad Popular del Cesar, del contralor y la situación de los 16 concejales inhabilitados y destituidos que hoy han sido reemplazados por otros, de manera definitiva pero, aunque sea atípica, también transitoria. Próximamente la ciudad tendrá nuevos concejales recién elegidos.
De manera sagaz y sencillez de trazos, nuestro caricaturista Safady ilustró en la edición del viernes 15 de noviembre los angustiosos momentos que se han experimentado en Valledupar por cuenta de los procesos de elección del personero, del rector de la Universidad Popular del Cesar, del contralor y la situación de los 16 concejales inhabilitados y destituidos que hoy han sido reemplazados por otros, de manera definitiva pero, aunque sea atípica, también transitoria. Próximamente la ciudad tendrá nuevos concejales recién elegidos.
La caricatura es diciente y tiene el alcance suficiente para contextualizar una molesta situación de desconfianza en los procesos desarrollados por estas instituciones. Sobre la UPC ya hemos editorializado, lo hemos hecho llamando la atención sobre lo verdaderamente importante para la alma mater, que es su estatus académico, el fortalecimiento de sus herramientas de investigación, el bienestar de sus estudiantes y docentes, entre otros.
Con un atropellado proceso, la UPC aún espera poder elegir a su rector de un numeroso grupo de aspirantes, no exentos de controversia algunos de ellos. Qué lamentable que una institución pública desdiga del bien común cuando la selección de un rector se vuelve una carrera de caballos con apuestas de por medio. Y triste para quienes creemos en la universidad pública que sea inferior, en muchos aspectos generales, a las universidades privadas; y que cuando los padres mejoran su nivel de ingresos prefieren que sus hijos vayan a estas.
Tres procesos unidos por norma pero también por vergonzosos hechos: la entrada de 16 nuevos concejales por la inhabilidad y destitución de igual número de corporados debido a la espinosa elección del contralor de Valledupar, y al tiempo la elección del nuevo personero del municipio, tarea que debe organizar el mismo Concejo de Valledupar, incluido elegir nuevo operador para el concurso pues los salientes cancelaron unilateralmente el contrato por cuenta de las irregularidades.
Es un enredado panorama que tendrán que desenredar nuevos concejales. Ahora Valledupar se prepara para empezar nuevos procesos eleccionarios, los mismos que han traído todo hasta estas instancias. Juegos de poder que se niegan a desaparecer se posan sobre los procesos, y, como cada cuatro años, los involucrados deberán llevar a cabo las jornadas y elegir con transparencia, de lo contrario iniciará una nueva etapa de este círculo vicioso.
Es un juego de tronos, de vanidades personales y de desmedido afán de poder, y, en ciertos casos, soterradas ambiciones económicas de enriquecimiento personal, de intercambios de favores, de trampas, promesas incumplibles y ofrecimiento de contratos a financiadores, gestores y patrocinadores políticos. Todo un coctel que ofende a la sociedad y pisotea la honradez. Cualquier parecido a una sociedad premoderna, de bajo desarrollo intelectual, educativo, económico y social y de élites genuflexas, sin liderazgo alguno.
De manera sagaz y sencillez de trazos, nuestro caricaturista Safady ilustró en la edición del viernes 15 de noviembre los angustiosos momentos que se han experimentado en Valledupar por cuenta de los procesos de elección del personero, del rector de la Universidad Popular del Cesar, del contralor y la situación de los 16 concejales inhabilitados y destituidos que hoy han sido reemplazados por otros, de manera definitiva pero, aunque sea atípica, también transitoria. Próximamente la ciudad tendrá nuevos concejales recién elegidos.
De manera sagaz y sencillez de trazos, nuestro caricaturista Safady ilustró en la edición del viernes 15 de noviembre los angustiosos momentos que se han experimentado en Valledupar por cuenta de los procesos de elección del personero, del rector de la Universidad Popular del Cesar, del contralor y la situación de los 16 concejales inhabilitados y destituidos que hoy han sido reemplazados por otros, de manera definitiva pero, aunque sea atípica, también transitoria. Próximamente la ciudad tendrá nuevos concejales recién elegidos.
La caricatura es diciente y tiene el alcance suficiente para contextualizar una molesta situación de desconfianza en los procesos desarrollados por estas instituciones. Sobre la UPC ya hemos editorializado, lo hemos hecho llamando la atención sobre lo verdaderamente importante para la alma mater, que es su estatus académico, el fortalecimiento de sus herramientas de investigación, el bienestar de sus estudiantes y docentes, entre otros.
Con un atropellado proceso, la UPC aún espera poder elegir a su rector de un numeroso grupo de aspirantes, no exentos de controversia algunos de ellos. Qué lamentable que una institución pública desdiga del bien común cuando la selección de un rector se vuelve una carrera de caballos con apuestas de por medio. Y triste para quienes creemos en la universidad pública que sea inferior, en muchos aspectos generales, a las universidades privadas; y que cuando los padres mejoran su nivel de ingresos prefieren que sus hijos vayan a estas.
Tres procesos unidos por norma pero también por vergonzosos hechos: la entrada de 16 nuevos concejales por la inhabilidad y destitución de igual número de corporados debido a la espinosa elección del contralor de Valledupar, y al tiempo la elección del nuevo personero del municipio, tarea que debe organizar el mismo Concejo de Valledupar, incluido elegir nuevo operador para el concurso pues los salientes cancelaron unilateralmente el contrato por cuenta de las irregularidades.
Es un enredado panorama que tendrán que desenredar nuevos concejales. Ahora Valledupar se prepara para empezar nuevos procesos eleccionarios, los mismos que han traído todo hasta estas instancias. Juegos de poder que se niegan a desaparecer se posan sobre los procesos, y, como cada cuatro años, los involucrados deberán llevar a cabo las jornadas y elegir con transparencia, de lo contrario iniciará una nueva etapa de este círculo vicioso.
Es un juego de tronos, de vanidades personales y de desmedido afán de poder, y, en ciertos casos, soterradas ambiciones económicas de enriquecimiento personal, de intercambios de favores, de trampas, promesas incumplibles y ofrecimiento de contratos a financiadores, gestores y patrocinadores políticos. Todo un coctel que ofende a la sociedad y pisotea la honradez. Cualquier parecido a una sociedad premoderna, de bajo desarrollo intelectual, educativo, económico y social y de élites genuflexas, sin liderazgo alguno.