Por: José M. Aponte Martínez Cada vez que en la pantalla de mi celular aparece, casi siempre muy temprano, el nombre de un condiscípulo riohachero, me asusto, porque la noticia que viene no es buena, frecuentemente es de uno más que se nos va. Ya sabes me dijo Enrique Zimmerman “Enriquito”, en alguna oportunidad, acaba […]
Por: José M. Aponte Martínez
Cada vez que en la pantalla de mi celular aparece, casi siempre muy temprano, el nombre de un condiscípulo riohachero, me asusto, porque la noticia que viene no es buena, frecuentemente es de uno más que se nos va. Ya sabes me dijo Enrique Zimmerman “Enriquito”, en alguna oportunidad, acaba de morir el Negro Gutiérrez y lacónicamente como es él, agrega: te guardo desayuno y a Tico, ya voy a buscar la tortuga; otro día desde Uribia, Miguel Cotes “Lucky” me dice, estamos enterrando al Indio Martínez, y así, con dolor, con mucho dolor he recibido las ingratas sorpresas de las muertes de Enaldo Brugés, Lucas Daza, El Negro Gutiérrez, William Robles, El Negro Gómez, Antonio Martínez y ayer, el que llamó todavía oscuro, fue Hermes Sánchez “El Viejo”, todo triste y compungido para darme la dolorosa noticia del deceso de otro del famoso grupo de los “40”, el séptimo, ya casi el 20% que es bastante. José, acaba de morir “Varo”, voy a averiguar cuando es el entierro y te llamo, estaba llorando y yo aquí en el Valle, todavía acostado también lloré y mis lágrimas, que son fáciles de salir, le rindieron un homenaje póstumo a uno de los seres más maravillosos que Dios haya hecho, a “Varo”, al Doctor Álvaro Romero Effer, un riohachero raizal que nació y murió para servirle a su ciudad, su cuna a la que siempre atendió con exquisitez y dulzura, razón por la cual era considerado como un ciudadano ejemplar, digno de imitar para estas nuevas generaciones que tanto necesitan de un guía y un derrotero en el cotidiano vivir; con su muerte, perdimos todos, pero la gran perdedora fue la capital guajira, porque seres como Varo difícilmente se repiten; otra que perdió bastante, fue la iglesia y la religión católica que profesó sin fanatismo, pues él era un cristiano de racamandaca que si no se hizo cura, pues estuvo en el seminario, fue porque prefirió tener un hogar y tener hijos, pero siempre me decía que si la Iglesia levantaba el celibato, esa figura absurda agrego yo, él terminaba diciendo misa, confesando, perdonando y dándole la comunión a su feligresía. Se murió sin verlo y ojalá que sus reflexiones lleguen a Roma y eliminen el celibato que a nada bueno ha conducido y al contrario ha servido para que muchos curas ejemplares fracasen y sucumban ante la tentación de la carne.
Un sobrino que tengo en Riohacha, Ospicio Baquero Peñaranda, siempre me ha dicho que él había deseado ser cura, pero que cuando veía a una mujer, temblaba y no se imaginaba que él se fuera a morir sin probar ese delicioso postre.
A mí, me hará mucha falta “Varo” y lo extrañaré especialmente los 2 de Febrero en la Catedral, donde él y la Vieja Mello eran jefes y me hacía ingresar sin hacer cola, que detesto, a recibir mi vela, pero sin falta y en su honor el próximo 2 allí estaré y en compañía de Tico, Enriquito, El Viejo, Karey, Ferrucho, Gabi, Chema, Lucky, Poncho, El Flaco, Mananchi, Asdrúbal, Illigde, Migue, Carita e Chavo, Edgar y Julio, Choché, Julito, Pino, Juan, Pitre, El Ratón Brito, Fragozo, Lucho, El Cocha, El Bony, Nolys, Chicho, Mario y Rubén, y le rendiremos un homenaje comulgando todos.
Para Julieta, su esposa, sus hijos Álvaro, Ricardo, Lilia, Luz Mery y Julieta, La Divina Pastora, la Iglesia, el Partido Conservador y la ciudadanía riohachera, mis más sentidas notas de dolor y para “Varo” en el cielo, porque ese si está allá, un feliz reencuentro con el Obispo Eusebio, el Padre Tarsicio y los curas Hilario y Carmelo.
Adiós proyecto de cura como cariñosamente yo le llamaba.
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Por: José M. Aponte Martínez Cada vez que en la pantalla de mi celular aparece, casi siempre muy temprano, el nombre de un condiscípulo riohachero, me asusto, porque la noticia que viene no es buena, frecuentemente es de uno más que se nos va. Ya sabes me dijo Enrique Zimmerman “Enriquito”, en alguna oportunidad, acaba […]
Por: José M. Aponte Martínez
Cada vez que en la pantalla de mi celular aparece, casi siempre muy temprano, el nombre de un condiscípulo riohachero, me asusto, porque la noticia que viene no es buena, frecuentemente es de uno más que se nos va. Ya sabes me dijo Enrique Zimmerman “Enriquito”, en alguna oportunidad, acaba de morir el Negro Gutiérrez y lacónicamente como es él, agrega: te guardo desayuno y a Tico, ya voy a buscar la tortuga; otro día desde Uribia, Miguel Cotes “Lucky” me dice, estamos enterrando al Indio Martínez, y así, con dolor, con mucho dolor he recibido las ingratas sorpresas de las muertes de Enaldo Brugés, Lucas Daza, El Negro Gutiérrez, William Robles, El Negro Gómez, Antonio Martínez y ayer, el que llamó todavía oscuro, fue Hermes Sánchez “El Viejo”, todo triste y compungido para darme la dolorosa noticia del deceso de otro del famoso grupo de los “40”, el séptimo, ya casi el 20% que es bastante. José, acaba de morir “Varo”, voy a averiguar cuando es el entierro y te llamo, estaba llorando y yo aquí en el Valle, todavía acostado también lloré y mis lágrimas, que son fáciles de salir, le rindieron un homenaje póstumo a uno de los seres más maravillosos que Dios haya hecho, a “Varo”, al Doctor Álvaro Romero Effer, un riohachero raizal que nació y murió para servirle a su ciudad, su cuna a la que siempre atendió con exquisitez y dulzura, razón por la cual era considerado como un ciudadano ejemplar, digno de imitar para estas nuevas generaciones que tanto necesitan de un guía y un derrotero en el cotidiano vivir; con su muerte, perdimos todos, pero la gran perdedora fue la capital guajira, porque seres como Varo difícilmente se repiten; otra que perdió bastante, fue la iglesia y la religión católica que profesó sin fanatismo, pues él era un cristiano de racamandaca que si no se hizo cura, pues estuvo en el seminario, fue porque prefirió tener un hogar y tener hijos, pero siempre me decía que si la Iglesia levantaba el celibato, esa figura absurda agrego yo, él terminaba diciendo misa, confesando, perdonando y dándole la comunión a su feligresía. Se murió sin verlo y ojalá que sus reflexiones lleguen a Roma y eliminen el celibato que a nada bueno ha conducido y al contrario ha servido para que muchos curas ejemplares fracasen y sucumban ante la tentación de la carne.
Un sobrino que tengo en Riohacha, Ospicio Baquero Peñaranda, siempre me ha dicho que él había deseado ser cura, pero que cuando veía a una mujer, temblaba y no se imaginaba que él se fuera a morir sin probar ese delicioso postre.
A mí, me hará mucha falta “Varo” y lo extrañaré especialmente los 2 de Febrero en la Catedral, donde él y la Vieja Mello eran jefes y me hacía ingresar sin hacer cola, que detesto, a recibir mi vela, pero sin falta y en su honor el próximo 2 allí estaré y en compañía de Tico, Enriquito, El Viejo, Karey, Ferrucho, Gabi, Chema, Lucky, Poncho, El Flaco, Mananchi, Asdrúbal, Illigde, Migue, Carita e Chavo, Edgar y Julio, Choché, Julito, Pino, Juan, Pitre, El Ratón Brito, Fragozo, Lucho, El Cocha, El Bony, Nolys, Chicho, Mario y Rubén, y le rendiremos un homenaje comulgando todos.
Para Julieta, su esposa, sus hijos Álvaro, Ricardo, Lilia, Luz Mery y Julieta, La Divina Pastora, la Iglesia, el Partido Conservador y la ciudadanía riohachera, mis más sentidas notas de dolor y para “Varo” en el cielo, porque ese si está allá, un feliz reencuentro con el Obispo Eusebio, el Padre Tarsicio y los curas Hilario y Carmelo.
Adiós proyecto de cura como cariñosamente yo le llamaba.
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