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Columnista - 7 febrero, 2013

El valor del testimonio

Por Valerio Mejía A. “Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón”. Salmos 119:111   Me asombra la capacidad humana de olvidar cosas maravillosas y extraordinarias, especialmente los milagros. Olvidar es un proceso que inicia cuando paulatinamente vamos hablando menos acerca de aquellas intervenciones portentosas de Dios en nuestra realidad. […]

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Por Valerio Mejía A.

“Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón”. Salmos 119:111

 

Me asombra la capacidad humana de olvidar cosas maravillosas y extraordinarias, especialmente los milagros. Olvidar es un proceso que inicia cuando paulatinamente vamos hablando menos acerca de aquellas intervenciones portentosas de Dios en nuestra realidad. Cuando no mencionamos aquella provisión económica milagrosa, o no recordamos aquel cáncer que fue sanado, o aquella relación que fue restaurada y otras cosas comienzan a ocupar nuestras mentes y ya no hacen presencia en nuestras conversaciones. Así nuestras expectativas de ver lo milagroso van disminuyéndose.
Nuestras bajas expectativas nos evitan reconocer y acceder a oportunidades para ver milagros, y cuando menos experimentamos lo milagroso, menos tendremos de qué hablar. Hablamos menos, esperamos menos y experimentamos menos hasta que terminamos limitando nuestra fe; aunque en el fondo sepamos que Dios si puede hacerlo.
A menos que recordemos lo que Dios ha hecho y nos levantemos en la fe que nos da el testimonio, le estaremos dando la espalda a las oportunidades divinas que tenemos al frente. No mantener el testimonio nos hace olvidar quién es Dios y quienes somos nosotros. Lo único que nos distingue como creyentes del resto de la humanidad es la realidad de que Dios está activo entre nosotros.
Un testimonio es un registro escrito o hablado de cualquier cosa que Dios ha hecho. Esto significa que cada relato de cada milagro o señal que Dios hizo alguna vez, es también nuestra historia. Los testimonios del Señor son las herramientas que nos equipan para caminar en nuestro propósito de demostrar cómo es Dios por medio de lo milagroso; porque no solamente revela la naturaleza de Dios y cómo Él hace las cosas, sino que esa conciencia de quién es Dios, crea una expectativa en nuestros corazones para que esas cosas se manifiesten en nuestros corazones.
Así, cada registro de lo que Dios hizo en el pasado, es una promesa de lo que volverá a hacer en nuestras vidas, porque Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Cuando declaramos lo que Dios ha hecho, se libera poder para hacer que ese testimonio suceda otra vez en las vidas aquellos que lo escuchan. Los testimonios de Dios son los que conectan a cada generación de creyentes con las promesas de su pacto.
Amados amigos lectores, si nuestra expectativa de Dios es lo que determina nuestro nivel de fe, entonces debemos mantener el testimonio alimentando nuestra confianza en Dios y así custodiar la expectativa de que Dios cumplirá sus promesas a través de sus invasiones milagrosas de poder.
Además de mantener testimonios en nuestra conversación, también debemos meditar en ellos. La meditación es poderosa porque involucra nuestra imaginación, que puede llevarnos a un nivel de experiencia significativo. Ninguno de nosotros pudo haber visto a Dios partir el Mar rojo o secar el Río Jordán, pero por medio de los relatos testimoniales y la imaginación inspirada, podemos llegar al nivel de experimentar esos milagros al punto de adueñarnos de esos eventos como nuestros.
Podemos tomar cada historia de Dios como si fuera propia, y estudiar y meditar en los testimonios de las Escrituras para entrenar nuestras mentes a pensar desde la perspectiva del reino de la fe.
Hoy quiero invitarte a compartir con otros los testimonios de lo que Dios ha hecho en tu vida. Cuéntanos la manera cómo Dios ha sido bueno contigo. Cómo Él ha sido fortaleza en el día de la angustia y cómo ha respondido a todas las peticiones cubriendo cada necesidad. ¡Testifica! ¡Dios ha sido bueno!
Oremos juntos: “Querido Dios, gracias por cada intervención sobrenatural. Déjame verte a través de tus obras poderosas y ayúdame a testificar de tu gracia y de tu amor. Amén”.
Recordemos: A través de los testimonios podemos ser conscientes del Dios que invade lo imposible y hace que todo sea posible.
Con testimonio de gratitud a Dios por tu vida, te mando saludos cariñosos
[email protected]

Columnista
7 febrero, 2013

El valor del testimonio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Por Valerio Mejía A. “Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón”. Salmos 119:111   Me asombra la capacidad humana de olvidar cosas maravillosas y extraordinarias, especialmente los milagros. Olvidar es un proceso que inicia cuando paulatinamente vamos hablando menos acerca de aquellas intervenciones portentosas de Dios en nuestra realidad. […]


Por Valerio Mejía A.

“Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón”. Salmos 119:111

 

Me asombra la capacidad humana de olvidar cosas maravillosas y extraordinarias, especialmente los milagros. Olvidar es un proceso que inicia cuando paulatinamente vamos hablando menos acerca de aquellas intervenciones portentosas de Dios en nuestra realidad. Cuando no mencionamos aquella provisión económica milagrosa, o no recordamos aquel cáncer que fue sanado, o aquella relación que fue restaurada y otras cosas comienzan a ocupar nuestras mentes y ya no hacen presencia en nuestras conversaciones. Así nuestras expectativas de ver lo milagroso van disminuyéndose.
Nuestras bajas expectativas nos evitan reconocer y acceder a oportunidades para ver milagros, y cuando menos experimentamos lo milagroso, menos tendremos de qué hablar. Hablamos menos, esperamos menos y experimentamos menos hasta que terminamos limitando nuestra fe; aunque en el fondo sepamos que Dios si puede hacerlo.
A menos que recordemos lo que Dios ha hecho y nos levantemos en la fe que nos da el testimonio, le estaremos dando la espalda a las oportunidades divinas que tenemos al frente. No mantener el testimonio nos hace olvidar quién es Dios y quienes somos nosotros. Lo único que nos distingue como creyentes del resto de la humanidad es la realidad de que Dios está activo entre nosotros.
Un testimonio es un registro escrito o hablado de cualquier cosa que Dios ha hecho. Esto significa que cada relato de cada milagro o señal que Dios hizo alguna vez, es también nuestra historia. Los testimonios del Señor son las herramientas que nos equipan para caminar en nuestro propósito de demostrar cómo es Dios por medio de lo milagroso; porque no solamente revela la naturaleza de Dios y cómo Él hace las cosas, sino que esa conciencia de quién es Dios, crea una expectativa en nuestros corazones para que esas cosas se manifiesten en nuestros corazones.
Así, cada registro de lo que Dios hizo en el pasado, es una promesa de lo que volverá a hacer en nuestras vidas, porque Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Cuando declaramos lo que Dios ha hecho, se libera poder para hacer que ese testimonio suceda otra vez en las vidas aquellos que lo escuchan. Los testimonios de Dios son los que conectan a cada generación de creyentes con las promesas de su pacto.
Amados amigos lectores, si nuestra expectativa de Dios es lo que determina nuestro nivel de fe, entonces debemos mantener el testimonio alimentando nuestra confianza en Dios y así custodiar la expectativa de que Dios cumplirá sus promesas a través de sus invasiones milagrosas de poder.
Además de mantener testimonios en nuestra conversación, también debemos meditar en ellos. La meditación es poderosa porque involucra nuestra imaginación, que puede llevarnos a un nivel de experiencia significativo. Ninguno de nosotros pudo haber visto a Dios partir el Mar rojo o secar el Río Jordán, pero por medio de los relatos testimoniales y la imaginación inspirada, podemos llegar al nivel de experimentar esos milagros al punto de adueñarnos de esos eventos como nuestros.
Podemos tomar cada historia de Dios como si fuera propia, y estudiar y meditar en los testimonios de las Escrituras para entrenar nuestras mentes a pensar desde la perspectiva del reino de la fe.
Hoy quiero invitarte a compartir con otros los testimonios de lo que Dios ha hecho en tu vida. Cuéntanos la manera cómo Dios ha sido bueno contigo. Cómo Él ha sido fortaleza en el día de la angustia y cómo ha respondido a todas las peticiones cubriendo cada necesidad. ¡Testifica! ¡Dios ha sido bueno!
Oremos juntos: “Querido Dios, gracias por cada intervención sobrenatural. Déjame verte a través de tus obras poderosas y ayúdame a testificar de tu gracia y de tu amor. Amén”.
Recordemos: A través de los testimonios podemos ser conscientes del Dios que invade lo imposible y hace que todo sea posible.
Con testimonio de gratitud a Dios por tu vida, te mando saludos cariñosos
[email protected]