Cuando hacemos alusión a la amistad, casi todos, pregonamos tener pocos amigos, por cuanto referenciamos el tema de la amistad, con la fidelidad, con el apoyo, el contar con el otro de manera sencilla y desinteresada, el sabernos afortunados con el amigo, hombre o mujer, que estaría dispuesto siempre a brindarte la mano.
Cuando hacemos alusión a la amistad, casi todos, pregonamos tener pocos amigos, por cuanto referenciamos el tema de la amistad, con la fidelidad, con el apoyo, el contar con el otro de manera sencilla y desinteresada, el sabernos afortunados con el amigo, hombre o mujer, que estaría dispuesto siempre a brindarte la mano.
Septiembre es considerado el mes del amor y la amistad, en este mes nos dedicamos a exaltar la amistad, al menos comercialmente esa es la labor principal.
Y comercialmente se han propuesto hacerle día a todo; día del árbol, de la madre, del padre, día del agua, del abogado, del contador, del ingeniero, del administrador. En fin, hay días para celebrar absolutamente todo.
Eso no es malo, debo aclarar que, si estos son procesos que el comercio ha visto como algo a lo que hay que sacarle provecho, lucro; también es cierto que depende de nosotros, cada uno, darle el valor que la celebración o exaltación merece.
Justamente para analizar el tema de la amistad, quiero recordar aquella canción que aprendí desde muy niño y que me enseñaron en la catequesis y cantamos en el colegio primario: donde Simona, donde Mario Cotes, donde Sofi y Luis Carlos Pájaro:
“Si una buena amistad tienes tú, alaba a Dios pues la amistad es el bien, ser amigo es hacer al amigo todo bien, que bueno es saber amar… la amistad viene de Dios y a Dios ha de volver, que bueno es saber amar”.
Cada palabra y el sentido brindado como exaltación, como oda a la amistad, es una alabanza que busca anidarse en el corazón, para luego salir a darle aroma y color a los días oscuros, a los días insípidos, que los hay, esos días que solo los resuelve una llamada, una palabra de aliento de un buen amigo, un abrazo de esos que acomodan el alma y que te regalan espiritualidad, confianza, esperanza y fuerzas para seguir.
A través de las redes sociales, el papa Francisco nos compartió: ‘La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. Los amigos fieles que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del señor, de su consuelo y de su presencia amable’.
Hoy invito a todos aquellos que dicen contar con los dedos de una mano a los verdaderos amigos, que abramos el corazón, nos demos de verdad y sin pretensiones, ni prevenciones; utilicemos la otra mano y aunada a las tuyas, las del ser amado, las del hermano, de aquel que estando cerca no consideramos amigo; del que llega sin consuelo pensando que no hay amigos por culpa de la traición y las malas acciones.
No puedo cerrar esta nota con algo diferente a un poema escrito a la amistad, de Octavio Paz: ‘Amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido Y descansar, más allá de mí mismo, en esa cita que será la nuestra. Hallo la paz’.
Un mensaje especial de afecto a mis amigos y amigas, a los que llamo, a los que no; a los que visito, a los pocos que me visitan, a todos, este es mi mejor regalo, todos los días; con una invitación a abrir el corazón y nunca callar el afecto. No olviden el abrazo, es importante de verdad. Sólo Eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.
Cuando hacemos alusión a la amistad, casi todos, pregonamos tener pocos amigos, por cuanto referenciamos el tema de la amistad, con la fidelidad, con el apoyo, el contar con el otro de manera sencilla y desinteresada, el sabernos afortunados con el amigo, hombre o mujer, que estaría dispuesto siempre a brindarte la mano.
Cuando hacemos alusión a la amistad, casi todos, pregonamos tener pocos amigos, por cuanto referenciamos el tema de la amistad, con la fidelidad, con el apoyo, el contar con el otro de manera sencilla y desinteresada, el sabernos afortunados con el amigo, hombre o mujer, que estaría dispuesto siempre a brindarte la mano.
Septiembre es considerado el mes del amor y la amistad, en este mes nos dedicamos a exaltar la amistad, al menos comercialmente esa es la labor principal.
Y comercialmente se han propuesto hacerle día a todo; día del árbol, de la madre, del padre, día del agua, del abogado, del contador, del ingeniero, del administrador. En fin, hay días para celebrar absolutamente todo.
Eso no es malo, debo aclarar que, si estos son procesos que el comercio ha visto como algo a lo que hay que sacarle provecho, lucro; también es cierto que depende de nosotros, cada uno, darle el valor que la celebración o exaltación merece.
Justamente para analizar el tema de la amistad, quiero recordar aquella canción que aprendí desde muy niño y que me enseñaron en la catequesis y cantamos en el colegio primario: donde Simona, donde Mario Cotes, donde Sofi y Luis Carlos Pájaro:
“Si una buena amistad tienes tú, alaba a Dios pues la amistad es el bien, ser amigo es hacer al amigo todo bien, que bueno es saber amar… la amistad viene de Dios y a Dios ha de volver, que bueno es saber amar”.
Cada palabra y el sentido brindado como exaltación, como oda a la amistad, es una alabanza que busca anidarse en el corazón, para luego salir a darle aroma y color a los días oscuros, a los días insípidos, que los hay, esos días que solo los resuelve una llamada, una palabra de aliento de un buen amigo, un abrazo de esos que acomodan el alma y que te regalan espiritualidad, confianza, esperanza y fuerzas para seguir.
A través de las redes sociales, el papa Francisco nos compartió: ‘La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. Los amigos fieles que están a nuestro lado en los momentos duros, son un reflejo del cariño del señor, de su consuelo y de su presencia amable’.
Hoy invito a todos aquellos que dicen contar con los dedos de una mano a los verdaderos amigos, que abramos el corazón, nos demos de verdad y sin pretensiones, ni prevenciones; utilicemos la otra mano y aunada a las tuyas, las del ser amado, las del hermano, de aquel que estando cerca no consideramos amigo; del que llega sin consuelo pensando que no hay amigos por culpa de la traición y las malas acciones.
No puedo cerrar esta nota con algo diferente a un poema escrito a la amistad, de Octavio Paz: ‘Amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido Y descansar, más allá de mí mismo, en esa cita que será la nuestra. Hallo la paz’.
Un mensaje especial de afecto a mis amigos y amigas, a los que llamo, a los que no; a los que visito, a los pocos que me visitan, a todos, este es mi mejor regalo, todos los días; con una invitación a abrir el corazón y nunca callar el afecto. No olviden el abrazo, es importante de verdad. Sólo Eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.