Carlos Castro es percusionista y actor, pero actualmente está haciendo lo que más le apasiona, jugar fútbol.
En las polvorientas canchas del barrio Villa Miriam, nació el sueño de Carlos Castro Campo, el mayor de cuatro hermanos de una humilde familia de este sector, en el sur de Valledupar.
Desde niño demostró las dotes que tenía para el fútbol y con esfuerzo y dedicación arrancó el periplo de la carrera futbolística.
A los 16 años llegó a su primer equipo oficial, fue el de La Universidad Popular del Cesar, luego pasó al club De pies a cabeza con el profesor Adolfo Prescott (actual asistente técnico del Valledupar FC), a quien Carlos reconoce como uno de los impulsores de su carrera deportiva.
“Fui campeón con De pies a cabeza de la Liga de Fútbol del Cesar, de ahí me ficharon a Junior”, contó el defensa central.
Aunque nunca perdió las esperanzas de llegar al fútbol profesional, a los 22 años las opciones de seguir jugando eran cada vez más escazas y encontró mejores condiciones económicas en la música, su segunda pasión.
“Paré de jugar y estuve en la música porque empezaron a abrirse puertas en la percusión que es mi otra pasión desde niño”, acotó.
Influenciado por la música de la Capital Mundial del Vallenato, Carlos aprendió percusión y con su instrumento favorito que es la guacharaca, llegó a integrar agrupaciones musicales de destacados artistas como Wilfran Castillo, Karoll Márquez y Alejo Palacio, entre otros.
“Dios me llevó a lugares (países) donde nunca imaginé. A los 25 años me mudé a Bogotá y un amigo me volvió a motivar y volví a jugar con Pasegol Sintético en Chía”, recordó el zaguero.
Cuando creía que todo estaba dado para retomar su carrera futbolística, se le presentó una oportunidad para laborar en la pantalla chica y estudió actuación en la escuela Actuemos del maestro Edgardo Román. Fue así como tuvo la oportunidad de actuar en Oye Bonita, Tierra de Cantores y Rafael Orozco, producciones de Caracol Televisión.
Aunque fue muy tentador el mundo de la televisión y la música, reconoce que no pudo desligarse de su verdadero sueño.
“Un amigo me consiguió una oportunidad de prueba en un team de la MLS (Chicago Fire) de acá de USA y cuando me dieron la visa no pude viajar por que ya había firmado con Caracol para trabajar en la novela de Rafael Orozco”, pero al terminar la filmación de su papel de ‘Ricitos’ volvió a abrirse otra puerta en el balón pie gringo.
A sus 27 años, 82 kilos, 1.86 metros de estatura, potencia, agilidad y destreza como zaguero central convenció al agente deportivo Diego Serna Lopera (exjugador y goleador del Miami Fusion, Atlético Nacional y Los Ángeles Galaxy), quien lo llevó desde el pasado mes de febrero al Miami Dade FC, un equipo de segunda división en Estados Unidos (National American League), con el cual tiene contrato durante un año.
Con su agente estudia un par de ofertas para el próximo año en el fútbol de Honduras, China y la MLS en Estados Unidos.
Sin embargo, nunca ha dejado de estudiar los instrumentos de percusión. “Porque me gusta mucho la música y soy muy disciplinado, vivo en la casa club del equipo con los extranjeros y en mi habitación solo escucho vallenato”.
Lesionado
“Ahora estoy lesionado con un problema de abdomen y me mandaron un mes de reposo, lo voy a hacer en casa con la familia y la gente del Valledupar FC, posiblemente voy a entrenar con ellos”, expresó Carlos en entrevista exclusiva con EL PILÓN, desde el sur de La Florida.
Su anhelo es recuperarse de la lesión detectada durante uno de los entrenamientos en el equipo conformado en su mayoría por extranjeros y veteranos de la selección nacional.
“Ahora voy a Colombia un mes a estar con mi familia y me están esperando de vuelta en julio para incorporarme al club, ya que tenemos unos viajes pendientes. Gracias a Dios estoy en un muy buen club que me ha apoyado en mi recuperación”, recalcó.
El próximo sábado, Carlos Castro Campo retorna a su terruño, donde se reencontrará con su gente y volverá a tener de frente la polvorienta cancha en la que hizo sus primeras gambetas.
“Esa hermosa cancha me llena de recuerdos cada vez que la veo. Allá tengo todos mis verdaderos amigos que siempre han estado conmigo”, contó antes de despedirse del país del norte.
Por Martín Elías Mendoza
[email protected]
Carlos Castro es percusionista y actor, pero actualmente está haciendo lo que más le apasiona, jugar fútbol.
En las polvorientas canchas del barrio Villa Miriam, nació el sueño de Carlos Castro Campo, el mayor de cuatro hermanos de una humilde familia de este sector, en el sur de Valledupar.
Desde niño demostró las dotes que tenía para el fútbol y con esfuerzo y dedicación arrancó el periplo de la carrera futbolística.
A los 16 años llegó a su primer equipo oficial, fue el de La Universidad Popular del Cesar, luego pasó al club De pies a cabeza con el profesor Adolfo Prescott (actual asistente técnico del Valledupar FC), a quien Carlos reconoce como uno de los impulsores de su carrera deportiva.
“Fui campeón con De pies a cabeza de la Liga de Fútbol del Cesar, de ahí me ficharon a Junior”, contó el defensa central.
Aunque nunca perdió las esperanzas de llegar al fútbol profesional, a los 22 años las opciones de seguir jugando eran cada vez más escazas y encontró mejores condiciones económicas en la música, su segunda pasión.
“Paré de jugar y estuve en la música porque empezaron a abrirse puertas en la percusión que es mi otra pasión desde niño”, acotó.
Influenciado por la música de la Capital Mundial del Vallenato, Carlos aprendió percusión y con su instrumento favorito que es la guacharaca, llegó a integrar agrupaciones musicales de destacados artistas como Wilfran Castillo, Karoll Márquez y Alejo Palacio, entre otros.
“Dios me llevó a lugares (países) donde nunca imaginé. A los 25 años me mudé a Bogotá y un amigo me volvió a motivar y volví a jugar con Pasegol Sintético en Chía”, recordó el zaguero.
Cuando creía que todo estaba dado para retomar su carrera futbolística, se le presentó una oportunidad para laborar en la pantalla chica y estudió actuación en la escuela Actuemos del maestro Edgardo Román. Fue así como tuvo la oportunidad de actuar en Oye Bonita, Tierra de Cantores y Rafael Orozco, producciones de Caracol Televisión.
Aunque fue muy tentador el mundo de la televisión y la música, reconoce que no pudo desligarse de su verdadero sueño.
“Un amigo me consiguió una oportunidad de prueba en un team de la MLS (Chicago Fire) de acá de USA y cuando me dieron la visa no pude viajar por que ya había firmado con Caracol para trabajar en la novela de Rafael Orozco”, pero al terminar la filmación de su papel de ‘Ricitos’ volvió a abrirse otra puerta en el balón pie gringo.
A sus 27 años, 82 kilos, 1.86 metros de estatura, potencia, agilidad y destreza como zaguero central convenció al agente deportivo Diego Serna Lopera (exjugador y goleador del Miami Fusion, Atlético Nacional y Los Ángeles Galaxy), quien lo llevó desde el pasado mes de febrero al Miami Dade FC, un equipo de segunda división en Estados Unidos (National American League), con el cual tiene contrato durante un año.
Con su agente estudia un par de ofertas para el próximo año en el fútbol de Honduras, China y la MLS en Estados Unidos.
Sin embargo, nunca ha dejado de estudiar los instrumentos de percusión. “Porque me gusta mucho la música y soy muy disciplinado, vivo en la casa club del equipo con los extranjeros y en mi habitación solo escucho vallenato”.
Lesionado
“Ahora estoy lesionado con un problema de abdomen y me mandaron un mes de reposo, lo voy a hacer en casa con la familia y la gente del Valledupar FC, posiblemente voy a entrenar con ellos”, expresó Carlos en entrevista exclusiva con EL PILÓN, desde el sur de La Florida.
Su anhelo es recuperarse de la lesión detectada durante uno de los entrenamientos en el equipo conformado en su mayoría por extranjeros y veteranos de la selección nacional.
“Ahora voy a Colombia un mes a estar con mi familia y me están esperando de vuelta en julio para incorporarme al club, ya que tenemos unos viajes pendientes. Gracias a Dios estoy en un muy buen club que me ha apoyado en mi recuperación”, recalcó.
El próximo sábado, Carlos Castro Campo retorna a su terruño, donde se reencontrará con su gente y volverá a tener de frente la polvorienta cancha en la que hizo sus primeras gambetas.
“Esa hermosa cancha me llena de recuerdos cada vez que la veo. Allá tengo todos mis verdaderos amigos que siempre han estado conmigo”, contó antes de despedirse del país del norte.
Por Martín Elías Mendoza
[email protected]