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Editorial - 6 agosto, 2021

El vacío que deja Miguel Ángel Sierra

Para EL PILÓN representa un golpe sensible no volver a contar con Miguel Ángel Sierra. Después de haber realizado durante dos décadas eventos y foros sobre el medio ambiente, como el realizado hace 6 años sobre el río Cesar,  con él nos metimos de lleno, con disciplina y entusiasmo, al tema ambiental al proponernos hacer […]

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Para EL PILÓN representa un golpe sensible no volver a contar con Miguel Ángel Sierra. Después de haber realizado durante dos décadas eventos y foros sobre el medio ambiente, como el realizado hace 6 años sobre el río Cesar,  con él nos metimos de lleno, con disciplina y entusiasmo, al tema ambiental al proponernos hacer el primer Foro del Árbol. Ya van cuatro.

Miguel era el  asesor, el de los contactos con expertos, a nivel internacional y  nacional, el de la agenda. Tenía esa combinación de investigador, práctico, trabajador. Con ese primer evento descubrimos que los vallenatos aman a los árboles, los defienden como mascotas, y alrededor de su defensa se generan grandes pasiones.

No es para menos, el árbol se mueve en un ecosistema vital en relación con la tierra, el agua, el aire, su humedad, viento y temperatura, el sol y la luna, su vecina vegetación y la fauna.  Pero especialmente con los humanos en una conexión oscilante entre el conflicto y la empatía.

Eso lo aprendimos de Miguel Ángel y los integrantes de La Mesa del Árbol, un colectivo ambiental que surgió por iniciativa del foro, y que empezó a dibujar una agenda ambiental para el departamento y su capital.

Juntos nos dimos a la tarea de hallar un interlocutor en la Alcaldía, en desempolvar el plan de arbolado, en proponer una Secretaría Ambiental que asumiera los aspectos cada vez más críticos en la ciudad y sus corregimientos, cuyo logro fue parcial en la medida en que se creó una dirección dentro de la Secretaría de Desarrollo Económico, Turismo y Medio Ambiente.

Se dieron públicas declaraciones, denunciando agresiones contra la naturaleza, como el manejo del  río Guatapurí, el cerro de Hurtado, el saneamiento ambiental, la disposición de basuras y muchos más. Y en el propósito de la conservación se dinamizó la siembra de árboles y los mecanismos de pago a quienes conservaran los bosques nativos.

En la Mesa, con la tenacidad de gente como Miguel Ángel, se empoderaron y se hicieron más visibles organizaciones y líderes sociales o de la academia, como la Escuela Ambiental del Cesar, Pro-Árbol, BioSierra, la comisión del medio ambiente de la plataforma de juventudes, entre otros. De sus integrantes surgió también la iniciativa más amplia y movilizadora, con otros participantes, del Foro Ambiental del Cesar. También se hizo ver en ella la importancia de preservar parques regionales como el reciente de  Perijá y el  vallenato y cercano, del bosque seco tropical, el de Los Besotes.

Miguel Ángel Sierra, ya desde finales de los 90, puso su foco en esta tierra  y era un vallenato más, enamorado y estudioso de los árboles, de la sierra, de la producción de productos orgánicos, un alumno aventajado de la escuela ambiental, y amante del palo e’ mango de la Plaza Alfonso López. En el primer foro trajo a la ciudad a un experto arborista uruguayo con un sofisticado equipo, especie de rayos x, para observar sus raíces en la plaza. Le preguntamos cuánto puede durar  y nos repetía: depende del cuidado, nutrición y clima. “No son como nosotros los animales, ese árbol una vez nace no tiene definida una edad”.  Su recuerdo será imperecedero, durmiendo sobre las  hojas y las flores de la tierra.

Editorial
6 agosto, 2021

El vacío que deja Miguel Ángel Sierra

Para EL PILÓN representa un golpe sensible no volver a contar con Miguel Ángel Sierra. Después de haber realizado durante dos décadas eventos y foros sobre el medio ambiente, como el realizado hace 6 años sobre el río Cesar,  con él nos metimos de lleno, con disciplina y entusiasmo, al tema ambiental al proponernos hacer […]


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Para EL PILÓN representa un golpe sensible no volver a contar con Miguel Ángel Sierra. Después de haber realizado durante dos décadas eventos y foros sobre el medio ambiente, como el realizado hace 6 años sobre el río Cesar,  con él nos metimos de lleno, con disciplina y entusiasmo, al tema ambiental al proponernos hacer el primer Foro del Árbol. Ya van cuatro.

Miguel era el  asesor, el de los contactos con expertos, a nivel internacional y  nacional, el de la agenda. Tenía esa combinación de investigador, práctico, trabajador. Con ese primer evento descubrimos que los vallenatos aman a los árboles, los defienden como mascotas, y alrededor de su defensa se generan grandes pasiones.

No es para menos, el árbol se mueve en un ecosistema vital en relación con la tierra, el agua, el aire, su humedad, viento y temperatura, el sol y la luna, su vecina vegetación y la fauna.  Pero especialmente con los humanos en una conexión oscilante entre el conflicto y la empatía.

Eso lo aprendimos de Miguel Ángel y los integrantes de La Mesa del Árbol, un colectivo ambiental que surgió por iniciativa del foro, y que empezó a dibujar una agenda ambiental para el departamento y su capital.

Juntos nos dimos a la tarea de hallar un interlocutor en la Alcaldía, en desempolvar el plan de arbolado, en proponer una Secretaría Ambiental que asumiera los aspectos cada vez más críticos en la ciudad y sus corregimientos, cuyo logro fue parcial en la medida en que se creó una dirección dentro de la Secretaría de Desarrollo Económico, Turismo y Medio Ambiente.

Se dieron públicas declaraciones, denunciando agresiones contra la naturaleza, como el manejo del  río Guatapurí, el cerro de Hurtado, el saneamiento ambiental, la disposición de basuras y muchos más. Y en el propósito de la conservación se dinamizó la siembra de árboles y los mecanismos de pago a quienes conservaran los bosques nativos.

En la Mesa, con la tenacidad de gente como Miguel Ángel, se empoderaron y se hicieron más visibles organizaciones y líderes sociales o de la academia, como la Escuela Ambiental del Cesar, Pro-Árbol, BioSierra, la comisión del medio ambiente de la plataforma de juventudes, entre otros. De sus integrantes surgió también la iniciativa más amplia y movilizadora, con otros participantes, del Foro Ambiental del Cesar. También se hizo ver en ella la importancia de preservar parques regionales como el reciente de  Perijá y el  vallenato y cercano, del bosque seco tropical, el de Los Besotes.

Miguel Ángel Sierra, ya desde finales de los 90, puso su foco en esta tierra  y era un vallenato más, enamorado y estudioso de los árboles, de la sierra, de la producción de productos orgánicos, un alumno aventajado de la escuela ambiental, y amante del palo e’ mango de la Plaza Alfonso López. En el primer foro trajo a la ciudad a un experto arborista uruguayo con un sofisticado equipo, especie de rayos x, para observar sus raíces en la plaza. Le preguntamos cuánto puede durar  y nos repetía: depende del cuidado, nutrición y clima. “No son como nosotros los animales, ese árbol una vez nace no tiene definida una edad”.  Su recuerdo será imperecedero, durmiendo sobre las  hojas y las flores de la tierra.