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Columnista - 1 abril, 2024

El tiempo pasa, inexorable y veloz

Todo tiempo pasado fue mejor, que las cosas antes eran de mejor calidad y eran más útiles, y que además el tiempo alcanzaba para desarrollarse mejor, en cualquier campo. Crecí escuchando este tipo de aserciones y crecí, además, pensando que definitivamente eran ciertas; de muchachos observamos a los mayores reafirmando que la palabra dada, era […]

Todo tiempo pasado fue mejor, que las cosas antes eran de mejor calidad y eran más útiles, y que además el tiempo alcanzaba para desarrollarse mejor, en cualquier campo.

Crecí escuchando este tipo de aserciones y crecí, además, pensando que definitivamente eran ciertas; de muchachos observamos a los mayores reafirmando que la palabra dada, era palabra empeñada y que valía incluso más que un registro notarial. 

Palabra de gallero, escuché siempre, y a partir de allí reconociendo que quien debía cumplir, lo hacía sin vacilar y ratificando con su actuar que jamás faltaría a su palabra.

El tiempo, al parecer, en su afán de cambio, nos ha puesto a reflexionar, de una, sin vacilar mucho, que las cosas se han trasformado de la noche a la mañana; el tiempo no alcanza, el vaivén de las vicisitudes genera fragilidad hasta en lo que antes era inquebrantable, la palabra. 

Por ejemplo, revisemos el tiempo de ayer comparado con lo que vivimos hoy: resultaba tortuoso esperar cada diciembre, el inicio de año nos parecía lentísimo y el desarrollo de cada temporada era bastante tardo, disfrutar de la Semana Santa, las vacaciones, para llegar a diciembre nuevamente era toda una odisea. Los bebés de ayer son troncos de hombres y mujeres de ya.

Hoy no, el tiempo va ‘embalao’, la demora es que llegue diciembre para comenzar a contar los días de uno nuevo. 

Revisemos, haga memoria y recuerde la noche de las velitas, Navidad y año nuevo, pareciera que fue ayer; ya estamos tocando la puerta del nuevo festival vallenato.

Pasaron los carnavales, llegó la época de cuaresma y enseguida las fiestas santas; ya iniciamos el mes de abril, es el mes cuarto y nos alertamos para mayo y junio, mitad de año.

Y siendo esto tan cierto, es decir que el mundo está volando, el llamado es a pensar que nosotros estaremos menos tiempo y, por lo tanto, lo ideal es que nos enfoquemos en servir; vivir para amar, tratarnos bien, respetarnos, cuidar la naturaleza sin olvidarnos de la paz espiritual.

La vida en pareja se acorta, los matrimonios son desechables, de un solo uso y chao. Nos dijo Romualdo Brito en su canción ‘La Lotería’: “Cuentan los abuelos que, en tiempo pasado, cuando uno se conquistaba una muchacha, daba por seguro de que ella sería, la hembra que por siempre viviría a su lado; ahora pa hallar una buena es un milagro, es más fácil sacarse una lotería”. ¿Cierto genio?

En la modernidad, todo es más frágil, la esencia del ser humano es igual, no todo lo que parece es y no todo lo que es parece, filosofía mía.

Justo aquí, me doy las manos con la canción ‘El tiempo’ del maestro Sergio Moya Molina: “El mundo, se está quedando hasta sin sentimientos, se alejan, del corazón las pasiones sinceras, se mueren todas las flores de la primavera y todo por la carrera imparable del tiempo.
Ya se perdieron las cartas sentidas de aquellos amores los que un día partieron, la inspiración de mi musa querida era un canto alegre, hoy es un lamento”.

Ya se me acabó el espacio y el tiempo, de tal suerte que lo que me queda es invitarnos a amarnos más, antes que se nos acabe el tiempo.  Sólo Eso.

Eduardo Santos Ortega Vergara

Columnista
1 abril, 2024

El tiempo pasa, inexorable y veloz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Todo tiempo pasado fue mejor, que las cosas antes eran de mejor calidad y eran más útiles, y que además el tiempo alcanzaba para desarrollarse mejor, en cualquier campo. Crecí escuchando este tipo de aserciones y crecí, además, pensando que definitivamente eran ciertas; de muchachos observamos a los mayores reafirmando que la palabra dada, era […]


Todo tiempo pasado fue mejor, que las cosas antes eran de mejor calidad y eran más útiles, y que además el tiempo alcanzaba para desarrollarse mejor, en cualquier campo.

Crecí escuchando este tipo de aserciones y crecí, además, pensando que definitivamente eran ciertas; de muchachos observamos a los mayores reafirmando que la palabra dada, era palabra empeñada y que valía incluso más que un registro notarial. 

Palabra de gallero, escuché siempre, y a partir de allí reconociendo que quien debía cumplir, lo hacía sin vacilar y ratificando con su actuar que jamás faltaría a su palabra.

El tiempo, al parecer, en su afán de cambio, nos ha puesto a reflexionar, de una, sin vacilar mucho, que las cosas se han trasformado de la noche a la mañana; el tiempo no alcanza, el vaivén de las vicisitudes genera fragilidad hasta en lo que antes era inquebrantable, la palabra. 

Por ejemplo, revisemos el tiempo de ayer comparado con lo que vivimos hoy: resultaba tortuoso esperar cada diciembre, el inicio de año nos parecía lentísimo y el desarrollo de cada temporada era bastante tardo, disfrutar de la Semana Santa, las vacaciones, para llegar a diciembre nuevamente era toda una odisea. Los bebés de ayer son troncos de hombres y mujeres de ya.

Hoy no, el tiempo va ‘embalao’, la demora es que llegue diciembre para comenzar a contar los días de uno nuevo. 

Revisemos, haga memoria y recuerde la noche de las velitas, Navidad y año nuevo, pareciera que fue ayer; ya estamos tocando la puerta del nuevo festival vallenato.

Pasaron los carnavales, llegó la época de cuaresma y enseguida las fiestas santas; ya iniciamos el mes de abril, es el mes cuarto y nos alertamos para mayo y junio, mitad de año.

Y siendo esto tan cierto, es decir que el mundo está volando, el llamado es a pensar que nosotros estaremos menos tiempo y, por lo tanto, lo ideal es que nos enfoquemos en servir; vivir para amar, tratarnos bien, respetarnos, cuidar la naturaleza sin olvidarnos de la paz espiritual.

La vida en pareja se acorta, los matrimonios son desechables, de un solo uso y chao. Nos dijo Romualdo Brito en su canción ‘La Lotería’: “Cuentan los abuelos que, en tiempo pasado, cuando uno se conquistaba una muchacha, daba por seguro de que ella sería, la hembra que por siempre viviría a su lado; ahora pa hallar una buena es un milagro, es más fácil sacarse una lotería”. ¿Cierto genio?

En la modernidad, todo es más frágil, la esencia del ser humano es igual, no todo lo que parece es y no todo lo que es parece, filosofía mía.

Justo aquí, me doy las manos con la canción ‘El tiempo’ del maestro Sergio Moya Molina: “El mundo, se está quedando hasta sin sentimientos, se alejan, del corazón las pasiones sinceras, se mueren todas las flores de la primavera y todo por la carrera imparable del tiempo.
Ya se perdieron las cartas sentidas de aquellos amores los que un día partieron, la inspiración de mi musa querida era un canto alegre, hoy es un lamento”.

Ya se me acabó el espacio y el tiempo, de tal suerte que lo que me queda es invitarnos a amarnos más, antes que se nos acabe el tiempo.  Sólo Eso.

Eduardo Santos Ortega Vergara