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Columnista - 8 diciembre, 2023

El Sistema Alimentario y el Cambio Climático

Según el Programa Mundial de Alimentos, más de 333 millones de personas padecen hambre aguda en este momento, ya que los impactos de condiciones más secas y duras hacen que los cultivos se marchiten.

Por Luis Elquis Díaz                                        

Según el Programa Mundial de Alimentos, más de 333 millones de personas padecen hambre aguda en este momento, ya que los impactos de condiciones más secas y duras hacen que los cultivos se marchiten. Los precios de los alimentos están por las nubes, los platos están vacíos y no hay respiro a la vista. La raíz del hambre tiene un círculo vicioso en el que la crisis alimentaria mundial se relaciona con la crisis climática y los impactos resultantes del cambio climático, los cuales impulsan el aumento de los precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria.

El desafío radica en una industria alimentaria mundial que contribuye con casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y genera el 90% de la deforestación. Los impactos climáticos resultantes, cada vez más intensos (sequías, inundaciones, temperaturas extremas, aumento del nivel del mar) están haciendo que sea más difícil mantener la producción de alimentos que abastecen los estantes de todo el mundo.

Este sistema alimentario fallido está creando un mundo en el que se producen unas 2.750 calorías excedentes por persona al día, pero 700 millones de personas enfrentan hambre y casi una de cada tres no puede permitirse una dieta saludable. No podemos abordar el cambio climático sin transformar la forma en que producimos y consumimos alimentos.

La COP28 en Dubái, que empezó el 30 de noviembre y terminará el 12 de diciembre, con la participación de jefes de estado, de gobierno y diplomáticos de casi 200 países, para reanudar las conversaciones sobre el clima de las Naciones Unidas. También elevará los vínculos entre la alimentación y el cambio climático, lanzando una declaración de líderes que insta a los países a poner la transformación de la alimentación y la agricultura en el centro de sus promesas de acción climática. 

Los gobiernos nacionales y locales, las empresas, los inversores, los filántropos y la sociedad civil, conciben valores importantes que parten de las ayudan que pueden brindar para ampliar los cambios e impulsando cuatro soluciones principales al problema alimentario mundial.

En primer lugar, adoptar prácticas agrícolas agroecológicas, regenerativas y respetuosas con la naturaleza que los pequeños agricultores y pastores ya utilizan. Los sistemas alimentarios actuales suelen consumir mucha energía y dependen de combustibles fósiles, en particular pesticidas, fertilizantes sintéticos y plásticos. En segundo lugar, cambiar hacia dietas más saludables y sostenibles. El sistema alimentario está desequilibrado: alrededor del 9% de la población padece hambre, pero casi el 40% de los adultos tienen sobrepeso. Las malas dietas contribuyen a problemas de salud, como diabetes, enfermedades cardíacas, cánceres y obesidad, y son uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

En tercer lugar, proteger y restaurar la naturaleza. La naturaleza podría contribuir con hasta un tercio de las reducciones de emisiones necesarias para 2030 para limitar el calentamiento a 1,5 °C y ayudar a los países a adaptarse al cambio climático. La cuarta solución insta la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Según la ONU, alrededor del 13% de los alimentos producidos a nivel mundial se pierde entre la cosecha y la venta al por menor y el 17% se desperdicia. Se requiere de una campaña concertada de concientización pública que aliente a las personas a reducir el desperdicio de alimentos, así como una mejor infraestructura de almacenamiento en frío para los envíos de alimentos y estándares consistentes para el etiquetado de fecha de caducidad.

Los actores involucrados en los sistemas alimentarios deben comprometerse a transformar el sistema alimentario para beneficiar a las personas, la naturaleza y el clima para 2030. Aunque la COP28 es el escenario para poner en marcha las cuatro soluciones, las circunstancias indican que la incertidumbre es la principal razón que aplaza el objetivo de una población saludable y bien alimentada, para crear un  mejor futuro  y resiliente para todos.

Columnista
8 diciembre, 2023

El Sistema Alimentario y el Cambio Climático

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Según el Programa Mundial de Alimentos, más de 333 millones de personas padecen hambre aguda en este momento, ya que los impactos de condiciones más secas y duras hacen que los cultivos se marchiten.


Por Luis Elquis Díaz                                        

Según el Programa Mundial de Alimentos, más de 333 millones de personas padecen hambre aguda en este momento, ya que los impactos de condiciones más secas y duras hacen que los cultivos se marchiten. Los precios de los alimentos están por las nubes, los platos están vacíos y no hay respiro a la vista. La raíz del hambre tiene un círculo vicioso en el que la crisis alimentaria mundial se relaciona con la crisis climática y los impactos resultantes del cambio climático, los cuales impulsan el aumento de los precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria.

El desafío radica en una industria alimentaria mundial que contribuye con casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y genera el 90% de la deforestación. Los impactos climáticos resultantes, cada vez más intensos (sequías, inundaciones, temperaturas extremas, aumento del nivel del mar) están haciendo que sea más difícil mantener la producción de alimentos que abastecen los estantes de todo el mundo.

Este sistema alimentario fallido está creando un mundo en el que se producen unas 2.750 calorías excedentes por persona al día, pero 700 millones de personas enfrentan hambre y casi una de cada tres no puede permitirse una dieta saludable. No podemos abordar el cambio climático sin transformar la forma en que producimos y consumimos alimentos.

La COP28 en Dubái, que empezó el 30 de noviembre y terminará el 12 de diciembre, con la participación de jefes de estado, de gobierno y diplomáticos de casi 200 países, para reanudar las conversaciones sobre el clima de las Naciones Unidas. También elevará los vínculos entre la alimentación y el cambio climático, lanzando una declaración de líderes que insta a los países a poner la transformación de la alimentación y la agricultura en el centro de sus promesas de acción climática. 

Los gobiernos nacionales y locales, las empresas, los inversores, los filántropos y la sociedad civil, conciben valores importantes que parten de las ayudan que pueden brindar para ampliar los cambios e impulsando cuatro soluciones principales al problema alimentario mundial.

En primer lugar, adoptar prácticas agrícolas agroecológicas, regenerativas y respetuosas con la naturaleza que los pequeños agricultores y pastores ya utilizan. Los sistemas alimentarios actuales suelen consumir mucha energía y dependen de combustibles fósiles, en particular pesticidas, fertilizantes sintéticos y plásticos. En segundo lugar, cambiar hacia dietas más saludables y sostenibles. El sistema alimentario está desequilibrado: alrededor del 9% de la población padece hambre, pero casi el 40% de los adultos tienen sobrepeso. Las malas dietas contribuyen a problemas de salud, como diabetes, enfermedades cardíacas, cánceres y obesidad, y son uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

En tercer lugar, proteger y restaurar la naturaleza. La naturaleza podría contribuir con hasta un tercio de las reducciones de emisiones necesarias para 2030 para limitar el calentamiento a 1,5 °C y ayudar a los países a adaptarse al cambio climático. La cuarta solución insta la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Según la ONU, alrededor del 13% de los alimentos producidos a nivel mundial se pierde entre la cosecha y la venta al por menor y el 17% se desperdicia. Se requiere de una campaña concertada de concientización pública que aliente a las personas a reducir el desperdicio de alimentos, así como una mejor infraestructura de almacenamiento en frío para los envíos de alimentos y estándares consistentes para el etiquetado de fecha de caducidad.

Los actores involucrados en los sistemas alimentarios deben comprometerse a transformar el sistema alimentario para beneficiar a las personas, la naturaleza y el clima para 2030. Aunque la COP28 es el escenario para poner en marcha las cuatro soluciones, las circunstancias indican que la incertidumbre es la principal razón que aplaza el objetivo de una población saludable y bien alimentada, para crear un  mejor futuro  y resiliente para todos.