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Columnista - 3 junio, 2014

El siniestro de Fundación

“En el siniestro de ovejas hasta los santos lloraron el recuerdo solo queda de aquellos que se quemaron” Hemos recordado el aparte transcrito de la canción de la autoría de Carlos Araque titulada “El siniestro de Ovejas” grabada por Luis Enrique Martínez en la década del 60, por los Hermanos López con Jorge Oñate en […]

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“En el siniestro de ovejas hasta los santos lloraron el recuerdo solo queda de aquellos que se quemaron”

Hemos recordado el aparte transcrito de la canción de la autoría de Carlos Araque titulada “El siniestro de Ovejas” grabada por Luis Enrique Martínez en la década del 60, por los Hermanos López con Jorge Oñate en 1971 en su primera producción musical titulada “Lo último en vallenatos” y también la grabó el Binomio de Oro en 1996, a propósito de la espantosa tragedia que enluta a Colombia por el injusto sacrificio de treinta y tres infantes indefensos siniestrados en Fundación por obra y gracia de una cadena de infortunada acciones y omisiones.

Estamos ante una tragedia cantada pero nadie llegó a pensar jamás que sería de tan descomunales proporciones, lo sucedido es consecuencia inequívoca de la falta de previsión vial y la insensatez de los adultos, que tiene su punto de partida en la criminal costumbre que ha existido históricamente en muchas regiones del país, donde se adecuan y repotencian buses y otros automotores que por sus fallas técnicas no aguantan el trajín de los viajes largos para destinarlos al transportes de los muchachos ajenos.

En materia de transporte escolar todos los días y con la complacencia ciudadana y de las autoridades se viola lo previsto por el artículo 44 Constitucional en el sentido que son derechos fundamentales de los niños entre otros, la vida y su integridad física, y que la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistirlo y protegerlos, y que “Los derechos de los niños prevalecen sobre los demás derechos”.

Teniendo en cuenta la dolorosa experiencia y estando las tumbas frescas de las criaturas muertas en estado de indefensión, propicio es que todos reflexionemos y aportemos lo que nos corresponde para que la tragedia no se repita, ya es suficiente con lo ocurrido donde aparece como signo de mal agüero el fatídico número treinta y tres coincidente con los años vividos por el hijo de Dios que entregó su vida por nuestra salvación, de igual manera como si tratara de una parábola siniestra los treinta y tres muchachos también entregaron su vida para salvar quién sabe a cuántos por las futuras medidas de precaución.

En la parte institucional no debería descartarse que el Estado haga un censo Nacional de transportadores escolares, y teniendo en cuenta que quienes ejercen la actividad viven de lo que honestamente trabajan aquellos casos donde los vehículos no cumplan plenamente los requisitos se les confiera un apoyo para la adquisición de automotores que reúnan los requerimientos exigidos por las autoridades de transporte para dicha actividad, sin duda así se lograra garantizar plenamente sus derechos a los menores educandos y a los transportadores su derecho al trabajo digno lográndose aquello que Couture denominaba “Equilibrio entre el derecho y la justicia”.

El desastre conocido por todos no solo enluta sino que nos estremece, y nos preguntamos por qué la tragedia persigue tanto a los más vulnerables; una vez más quedó demostrado que cuando el pobre lava el sol se nubla, y si plancha y va a la calle llueve; son las paradojas de la vida ellos murieron cuando regresaban de orar y alabar a Dios, mientras siguen circulando en este mundo tantos criminales que mueren de viejos porque nada les pasa. ¡Qué vaina!

 

Columnista
3 junio, 2014

El siniestro de Fundación

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“En el siniestro de ovejas hasta los santos lloraron el recuerdo solo queda de aquellos que se quemaron” Hemos recordado el aparte transcrito de la canción de la autoría de Carlos Araque titulada “El siniestro de Ovejas” grabada por Luis Enrique Martínez en la década del 60, por los Hermanos López con Jorge Oñate en […]


“En el siniestro de ovejas hasta los santos lloraron el recuerdo solo queda de aquellos que se quemaron”

Hemos recordado el aparte transcrito de la canción de la autoría de Carlos Araque titulada “El siniestro de Ovejas” grabada por Luis Enrique Martínez en la década del 60, por los Hermanos López con Jorge Oñate en 1971 en su primera producción musical titulada “Lo último en vallenatos” y también la grabó el Binomio de Oro en 1996, a propósito de la espantosa tragedia que enluta a Colombia por el injusto sacrificio de treinta y tres infantes indefensos siniestrados en Fundación por obra y gracia de una cadena de infortunada acciones y omisiones.

Estamos ante una tragedia cantada pero nadie llegó a pensar jamás que sería de tan descomunales proporciones, lo sucedido es consecuencia inequívoca de la falta de previsión vial y la insensatez de los adultos, que tiene su punto de partida en la criminal costumbre que ha existido históricamente en muchas regiones del país, donde se adecuan y repotencian buses y otros automotores que por sus fallas técnicas no aguantan el trajín de los viajes largos para destinarlos al transportes de los muchachos ajenos.

En materia de transporte escolar todos los días y con la complacencia ciudadana y de las autoridades se viola lo previsto por el artículo 44 Constitucional en el sentido que son derechos fundamentales de los niños entre otros, la vida y su integridad física, y que la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistirlo y protegerlos, y que “Los derechos de los niños prevalecen sobre los demás derechos”.

Teniendo en cuenta la dolorosa experiencia y estando las tumbas frescas de las criaturas muertas en estado de indefensión, propicio es que todos reflexionemos y aportemos lo que nos corresponde para que la tragedia no se repita, ya es suficiente con lo ocurrido donde aparece como signo de mal agüero el fatídico número treinta y tres coincidente con los años vividos por el hijo de Dios que entregó su vida por nuestra salvación, de igual manera como si tratara de una parábola siniestra los treinta y tres muchachos también entregaron su vida para salvar quién sabe a cuántos por las futuras medidas de precaución.

En la parte institucional no debería descartarse que el Estado haga un censo Nacional de transportadores escolares, y teniendo en cuenta que quienes ejercen la actividad viven de lo que honestamente trabajan aquellos casos donde los vehículos no cumplan plenamente los requisitos se les confiera un apoyo para la adquisición de automotores que reúnan los requerimientos exigidos por las autoridades de transporte para dicha actividad, sin duda así se lograra garantizar plenamente sus derechos a los menores educandos y a los transportadores su derecho al trabajo digno lográndose aquello que Couture denominaba “Equilibrio entre el derecho y la justicia”.

El desastre conocido por todos no solo enluta sino que nos estremece, y nos preguntamos por qué la tragedia persigue tanto a los más vulnerables; una vez más quedó demostrado que cuando el pobre lava el sol se nubla, y si plancha y va a la calle llueve; son las paradojas de la vida ellos murieron cuando regresaban de orar y alabar a Dios, mientras siguen circulando en este mundo tantos criminales que mueren de viejos porque nada les pasa. ¡Qué vaina!