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Columnista - 12 abril, 2010

El servicio más caro del mundo

MISCELÁNEA Por: Luis Augusto González Pimienta Con la venia de mi amiga Nurys Pardo me voy a meter en sus terrenos para relatar dos casos ocurridos a un mismo individuo, propietario de apartamento en Bogotá y de casa en Valledupar, con la facturación del servicio de energía eléctrica. Lo primero que debo precisar es que […]

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MISCELÁNEA

Por: Luis Augusto González Pimienta

Con la venia de mi amiga Nurys Pardo me voy a meter en sus terrenos para relatar dos casos ocurridos a un mismo individuo, propietario de apartamento en Bogotá y de casa en Valledupar, con la facturación del servicio de energía eléctrica. Lo primero que debo precisar es que ambas propiedades están dotadas en su totalidad de luces fluorescentes que reemplazaron a las incandescentes, lo que significa un ahorro del 40 por ciento en el consumo, y que las dos propiedades pertenecen al mismo estrato.

La distribución y comercialización de energía eléctrica en Bogotá corre por cuenta de Codensa y la de Valledupar por Electricaribe, ambas de mayoría accionaria española. Codensa es filial del grupo Endesa, la primera empresa eléctrica privada de América Latina y tercera en Europa por capacidad instalada, y atiende a Bogotá y a 96 municipios localizados en los departamentos de Cundinamarca, Tolima y Boyacá. Electricaribe atiende a la Costa Caribe colombiana y es la tercera en su género después de Codensa y la EPM.

El sujeto de nuestra historia partió de vacaciones de fin de año y cerró su apartamento bogotano y su casa vallenata por un mes. Al primero no hubo necesidad de contratarle celaduría, a la segunda sí, pero dejándole al vigilante el acceso únicamente a la cocina (de estufa de gas, se aclara) y a los garajes, y no a la zona social ni a los dormitorios. Por manera que el consumo de luz era bien poco, pues no había lugar a encender aires acondicionados, ni televisores. A lo sumo, un par de luces.

A su regreso encontró las cuentas del servicio de energía de los dos inmuebles. La del apartamento en Bogotá marcaba cero pesos, como debía ser. Repito: cero pesos. La de la casa en Valledupar señalaba algo más de 350 mil pesos. Inaudito.

No alcanzó a protestar por la facturación cuando a su puerta llegó una cuadrilla de Electricaribe a investigar por qué el consumo había descendido en un 50 por ciento, presumiendo de inmediato un fraude. Los pájaros tirándole a las escopetas, porque la verdad es que o el contador está acelerado (recuérdese que en algún tiempo les llamaban ‘montoyas’ por la velocidad) o cobraron por promedio, lo cual está prohibido, porque la suma facturada era exorbitante. Pero no, el culpable era el vacacionista que indignado les impidió el ingreso a su casa.

Lo que siguió es para Ripley. Le bajaron el contador, probablemente para acelerarlo más, y le iniciaron una investigación administrativa por presunto fraude. Una de las estupideces que se alcanzaron a deslizar insinuaba que debía darse aviso cuando se fuera a dejar sola la morada por motivo de viaje. ¡Como no! Se da ese aviso y al regreso a lo sumo se encuentra el lote.

De estos episodios surge la necesidad de ponerle competencia a Electricaribe. Se requiere con urgencia de otro operador, así como en su momento se hizo con la telefonía y con la aeronavegación, cuyos monopolios resultaron gravosos para la comunidad. Los abusos tarifarios de Telecom y de Avianca fueron controlados únicamente con el ingreso de otros operadores. Hagamos lo mismo con la comercialización y distribución de energía.

Pero que no se quede en promesas, como la del alcalde de los indios que en campaña hizo el ofrecimiento y después ni se acordó del tema. Ahí tienen material los recientemente elegidos congresistas, sangre fresca, para que demuestren su liderazgo.

Columnista
12 abril, 2010

El servicio más caro del mundo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

MISCELÁNEA Por: Luis Augusto González Pimienta Con la venia de mi amiga Nurys Pardo me voy a meter en sus terrenos para relatar dos casos ocurridos a un mismo individuo, propietario de apartamento en Bogotá y de casa en Valledupar, con la facturación del servicio de energía eléctrica. Lo primero que debo precisar es que […]


MISCELÁNEA

Por: Luis Augusto González Pimienta

Con la venia de mi amiga Nurys Pardo me voy a meter en sus terrenos para relatar dos casos ocurridos a un mismo individuo, propietario de apartamento en Bogotá y de casa en Valledupar, con la facturación del servicio de energía eléctrica. Lo primero que debo precisar es que ambas propiedades están dotadas en su totalidad de luces fluorescentes que reemplazaron a las incandescentes, lo que significa un ahorro del 40 por ciento en el consumo, y que las dos propiedades pertenecen al mismo estrato.

La distribución y comercialización de energía eléctrica en Bogotá corre por cuenta de Codensa y la de Valledupar por Electricaribe, ambas de mayoría accionaria española. Codensa es filial del grupo Endesa, la primera empresa eléctrica privada de América Latina y tercera en Europa por capacidad instalada, y atiende a Bogotá y a 96 municipios localizados en los departamentos de Cundinamarca, Tolima y Boyacá. Electricaribe atiende a la Costa Caribe colombiana y es la tercera en su género después de Codensa y la EPM.

El sujeto de nuestra historia partió de vacaciones de fin de año y cerró su apartamento bogotano y su casa vallenata por un mes. Al primero no hubo necesidad de contratarle celaduría, a la segunda sí, pero dejándole al vigilante el acceso únicamente a la cocina (de estufa de gas, se aclara) y a los garajes, y no a la zona social ni a los dormitorios. Por manera que el consumo de luz era bien poco, pues no había lugar a encender aires acondicionados, ni televisores. A lo sumo, un par de luces.

A su regreso encontró las cuentas del servicio de energía de los dos inmuebles. La del apartamento en Bogotá marcaba cero pesos, como debía ser. Repito: cero pesos. La de la casa en Valledupar señalaba algo más de 350 mil pesos. Inaudito.

No alcanzó a protestar por la facturación cuando a su puerta llegó una cuadrilla de Electricaribe a investigar por qué el consumo había descendido en un 50 por ciento, presumiendo de inmediato un fraude. Los pájaros tirándole a las escopetas, porque la verdad es que o el contador está acelerado (recuérdese que en algún tiempo les llamaban ‘montoyas’ por la velocidad) o cobraron por promedio, lo cual está prohibido, porque la suma facturada era exorbitante. Pero no, el culpable era el vacacionista que indignado les impidió el ingreso a su casa.

Lo que siguió es para Ripley. Le bajaron el contador, probablemente para acelerarlo más, y le iniciaron una investigación administrativa por presunto fraude. Una de las estupideces que se alcanzaron a deslizar insinuaba que debía darse aviso cuando se fuera a dejar sola la morada por motivo de viaje. ¡Como no! Se da ese aviso y al regreso a lo sumo se encuentra el lote.

De estos episodios surge la necesidad de ponerle competencia a Electricaribe. Se requiere con urgencia de otro operador, así como en su momento se hizo con la telefonía y con la aeronavegación, cuyos monopolios resultaron gravosos para la comunidad. Los abusos tarifarios de Telecom y de Avianca fueron controlados únicamente con el ingreso de otros operadores. Hagamos lo mismo con la comercialización y distribución de energía.

Pero que no se quede en promesas, como la del alcalde de los indios que en campaña hizo el ofrecimiento y después ni se acordó del tema. Ahí tienen material los recientemente elegidos congresistas, sangre fresca, para que demuestren su liderazgo.