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Columnista - 20 mayo, 2010

EL REGALO DEL BICENTENARIO

ESTA ESQUINA Por: Hernán Araujo Ariza En 1998, Colombia eligió a Andrés Pastrana para que negociara la paz con una guerrilla retadora y dominante, en buena parte del territorio. Ya todos sabemos cómo resultó ese experimento. A raíz de ese resultado, en 2002 el ‘viento’ soplaba en la vía contraria; en ese entonces, la ciudadanía […]

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ESTA ESQUINA

Por: Hernán Araujo Ariza
En 1998, Colombia eligió a Andrés Pastrana para que negociara la paz con una guerrilla retadora y dominante, en buena parte del territorio. Ya todos sabemos cómo resultó ese experimento. A raíz de ese resultado, en 2002 el ‘viento’ soplaba en la vía contraria; en ese entonces, la ciudadanía le creyó a Álvaro Uribe cuando se ofreció a acabar con la guerrilla y el clientelismo en unos cuantos meses. Fue pasando el tiempo y el modelo parecía funcionar bien; sin embargo, el objetivo no se lograba.
En 2006 aparece la recompensada Noemí, con la idea de reelegir al Presidente. En ese entonces, el argumento era que 4 años no eran suficientes y caímos en él. Se vino el segundo gobierno, periodo en el que se lograron los más duros golpes a la guerrilla: Raúl Reyes, Operación Jaque, entre otros. Pero también fue el periodo donde se empezaron a destapar una cantidad de escándalos desafortunados para el país: Agro Ingreso Seguro, chuzadas, falsos positivos y demás.
Con todo eso en el menú, el balance parecía dar empate (aunque en lo personal, creo que el saldo es bueno). Pero el Presidente quería más. Por eso insistió tercamente en un tercer periodo, desaprobado luego por la Corte Constitucional.
Hoy, en pleno 2010, aceptando que contamos con unas mejores condiciones para seguir avanzando hacia el desarrollo, hacia la prosperidad y hacia la Colombia en paz que todos soñamos, nos toca elegir. Elegir entre varios candidatos con diferentes propuestas y diferentes métodos. Y ese es el dilema que nos tiene a todos sumidos –directa o indirectamente- en una campaña presidencial que ya casi termina.
Pero tenemos, en ese dilema, la opción de escoger el verdadero cambio que necesita nuestra sociedad. Es hora de salir a votar motivados por la esperanza que yace dormida en el fondo de todos nosotros; es la hora de quitarnos esa ‘coraza’ de incredulidad que nos obligaron a ponernos los politiqueros de siempre, con las mentiras de siempre; es la hora de elegir a Antanas Mockus, Presidente de la República.
Por primera vez en mucho tiempo, contamos con un candidato presidencial al que no le entendemos algunas cosas, pero le creemos. A un candidato presidencial que se equivoca -como cualquier humano- pero con valor para rectificar, cuando es necesario. A un candidato presidencial que pueden señalar de imprudente por su exagerada sinceridad; pero no de mentiroso o calculador. Es un candidato presidencial que inspira confianza como pocos, porque habla de lo básico: transparencia, decencia y dignidad.
Hay muchas cosas en las que seguramente Antanas no ha sido tan claro o concreto; y eso tiene algo de ‘cheque’ en blanco. Pero cuando uno conoce las intenciones sanas que lo amparan, corre el riesgo sin chistar, porque no nos importa tener un presidente al que le tiemblen las manos, mientras sepamos que su conciencia es firme.
Además, qué mejor regalo para este país, en la celebración del Bicentenario, que darnos el lujo de elegir, no uno, sino dos matemáticos. Por eso, el 30 de mayo saldré temprano a votar por Antanas Mockus a la Presidencia, y por Sergio Fajardo a la Vicepresidencia y al Ministerio de Educación.

MI ÚLTIMA PALABRA: A Noemí no tengo más sino que admirarla. Cuando pensábamos que era suficiente con lo del TPP, en el debate del martes nos sorprendió con otra mejor. Haciendo gala de su ‘lucidez’ mental, nos prometió crear el TAC (Tribunal Anti Corrupción). Parece que no estuviera compitiendo por la Presidencia, sino jugando a encontrar siglas ridículas sin contenido. Se ha preocupado más por hallar nombres de fácil recordación para sus vanas ideas, que por el fondo de sus propuestas.

www.pipearaujoariza.com

Columnista
20 mayo, 2010

EL REGALO DEL BICENTENARIO

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Araujo Ariza

ESTA ESQUINA Por: Hernán Araujo Ariza En 1998, Colombia eligió a Andrés Pastrana para que negociara la paz con una guerrilla retadora y dominante, en buena parte del territorio. Ya todos sabemos cómo resultó ese experimento. A raíz de ese resultado, en 2002 el ‘viento’ soplaba en la vía contraria; en ese entonces, la ciudadanía […]


ESTA ESQUINA

Por: Hernán Araujo Ariza
En 1998, Colombia eligió a Andrés Pastrana para que negociara la paz con una guerrilla retadora y dominante, en buena parte del territorio. Ya todos sabemos cómo resultó ese experimento. A raíz de ese resultado, en 2002 el ‘viento’ soplaba en la vía contraria; en ese entonces, la ciudadanía le creyó a Álvaro Uribe cuando se ofreció a acabar con la guerrilla y el clientelismo en unos cuantos meses. Fue pasando el tiempo y el modelo parecía funcionar bien; sin embargo, el objetivo no se lograba.
En 2006 aparece la recompensada Noemí, con la idea de reelegir al Presidente. En ese entonces, el argumento era que 4 años no eran suficientes y caímos en él. Se vino el segundo gobierno, periodo en el que se lograron los más duros golpes a la guerrilla: Raúl Reyes, Operación Jaque, entre otros. Pero también fue el periodo donde se empezaron a destapar una cantidad de escándalos desafortunados para el país: Agro Ingreso Seguro, chuzadas, falsos positivos y demás.
Con todo eso en el menú, el balance parecía dar empate (aunque en lo personal, creo que el saldo es bueno). Pero el Presidente quería más. Por eso insistió tercamente en un tercer periodo, desaprobado luego por la Corte Constitucional.
Hoy, en pleno 2010, aceptando que contamos con unas mejores condiciones para seguir avanzando hacia el desarrollo, hacia la prosperidad y hacia la Colombia en paz que todos soñamos, nos toca elegir. Elegir entre varios candidatos con diferentes propuestas y diferentes métodos. Y ese es el dilema que nos tiene a todos sumidos –directa o indirectamente- en una campaña presidencial que ya casi termina.
Pero tenemos, en ese dilema, la opción de escoger el verdadero cambio que necesita nuestra sociedad. Es hora de salir a votar motivados por la esperanza que yace dormida en el fondo de todos nosotros; es la hora de quitarnos esa ‘coraza’ de incredulidad que nos obligaron a ponernos los politiqueros de siempre, con las mentiras de siempre; es la hora de elegir a Antanas Mockus, Presidente de la República.
Por primera vez en mucho tiempo, contamos con un candidato presidencial al que no le entendemos algunas cosas, pero le creemos. A un candidato presidencial que se equivoca -como cualquier humano- pero con valor para rectificar, cuando es necesario. A un candidato presidencial que pueden señalar de imprudente por su exagerada sinceridad; pero no de mentiroso o calculador. Es un candidato presidencial que inspira confianza como pocos, porque habla de lo básico: transparencia, decencia y dignidad.
Hay muchas cosas en las que seguramente Antanas no ha sido tan claro o concreto; y eso tiene algo de ‘cheque’ en blanco. Pero cuando uno conoce las intenciones sanas que lo amparan, corre el riesgo sin chistar, porque no nos importa tener un presidente al que le tiemblen las manos, mientras sepamos que su conciencia es firme.
Además, qué mejor regalo para este país, en la celebración del Bicentenario, que darnos el lujo de elegir, no uno, sino dos matemáticos. Por eso, el 30 de mayo saldré temprano a votar por Antanas Mockus a la Presidencia, y por Sergio Fajardo a la Vicepresidencia y al Ministerio de Educación.

MI ÚLTIMA PALABRA: A Noemí no tengo más sino que admirarla. Cuando pensábamos que era suficiente con lo del TPP, en el debate del martes nos sorprendió con otra mejor. Haciendo gala de su ‘lucidez’ mental, nos prometió crear el TAC (Tribunal Anti Corrupción). Parece que no estuviera compitiendo por la Presidencia, sino jugando a encontrar siglas ridículas sin contenido. Se ha preocupado más por hallar nombres de fácil recordación para sus vanas ideas, que por el fondo de sus propuestas.

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