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Columnista - 4 febrero, 2022

El rechazo

Desafortunadamente, todos, desde niños hemos aprendido a reaccionar y respondemos al rechazo de manera equivocada, siempre a la defensiva, a veces con violencia e indignación. 

“Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado; daré pues, hombres por ti y naciones por tu vida”. Isaías 43,4

Queridos amigos, después de unas largas vacaciones, y con la venia y generosidad de EL PILÓN, estoy nuevamente con ustedes.

En esta época de pérdidas y dificultades, todos sabemos lo que se siente al ser criticado y rechazado; generalmente, por las mismas personas cercanas a quienes queremos complacer a todo costo. Nacimos y fuimos criados en un ambiente que prefiere a los favorecidos y destacados y rechaza a los segundones o medianamente corrientes. Y como nadie puede ser el mejor en todas las áreas, somos ignorados, despreciados y rechazados en aquellas en las que somos solamente normales. 

Padres, profesores, jefes, familia y hasta los amigos en algún momento tienen una actitud hostil hacia nosotros. Sumado a todo esto, tenemos un enemigo real de nuestras almas, cuya función es acusar a los hermanos y que nunca deja de engañarnos y mentirnos respecto de nuestro valor, haciéndonos creer que somos indignos ante Dios y el prójimo. ¡La verdad verdadera es que tenemos que vivir con el dolor del rechazo en esta vida! 

Apreciados amigos, la aceptación de Dios no se fundamenta en nuestro desempeño o rendimiento sino en su bondad y misericordia. Fuimos aceptados por los méritos de Jesús de manera incondicional delante de Dios. Los pensamientos y sentimientos de rechazo que suelen aparecer deben ser quitados de nuestra mente, porque funcionan como los principales factores que nos hacen desistir de crecer y madurar si no aprendemos a manejarlos de manera adecuada. 

Desafortunadamente, todos, desde niños hemos aprendido a reaccionar y respondemos al rechazo de manera equivocada, siempre a la defensiva, a veces con violencia e indignación. 

Buscamos ser aceptados luchando alcanzar significado por medio de nuestro desempeño o rendimientos en cualquier área; familiar, profesional o personal. Otras veces nos damos por vencidos y cedemos al sistema, procurando amoldarnos y pasar de agache. O de lo contrario, nos rebelamos contra el sistema y nos convertimos en amargados y criticones de todo lo establecido.

Espero poder ampliar en las próximas semanas cada una de esas reacciones defensivas frente al rechazo. 

Por hoy, te mando un mensaje de ánimo y esperanza, con la firme convicción de que fuimos amados de manera plena y total. Nuestra existencia no es fruto del azar, sino de la infinita misericordia de Dios, quien decidió salvarnos y hacernos parte de su familia celestial. Fuimos trasladados desde el reino de las tinieblas hasta el reino de su amado hijo; por lo tanto, tenemos todos los derechos legales para disfrutar de una plena aceptación y comunión con Dios. 

Disfrutemos de la maravillosa realidad de ser sus hijos. 

Un fuerte abrazo, con el cariño de siempre.    

Por Valerio Mejía Araújo

Columnista
4 febrero, 2022

El rechazo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Desafortunadamente, todos, desde niños hemos aprendido a reaccionar y respondemos al rechazo de manera equivocada, siempre a la defensiva, a veces con violencia e indignación. 


“Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado; daré pues, hombres por ti y naciones por tu vida”. Isaías 43,4

Queridos amigos, después de unas largas vacaciones, y con la venia y generosidad de EL PILÓN, estoy nuevamente con ustedes.

En esta época de pérdidas y dificultades, todos sabemos lo que se siente al ser criticado y rechazado; generalmente, por las mismas personas cercanas a quienes queremos complacer a todo costo. Nacimos y fuimos criados en un ambiente que prefiere a los favorecidos y destacados y rechaza a los segundones o medianamente corrientes. Y como nadie puede ser el mejor en todas las áreas, somos ignorados, despreciados y rechazados en aquellas en las que somos solamente normales. 

Padres, profesores, jefes, familia y hasta los amigos en algún momento tienen una actitud hostil hacia nosotros. Sumado a todo esto, tenemos un enemigo real de nuestras almas, cuya función es acusar a los hermanos y que nunca deja de engañarnos y mentirnos respecto de nuestro valor, haciéndonos creer que somos indignos ante Dios y el prójimo. ¡La verdad verdadera es que tenemos que vivir con el dolor del rechazo en esta vida! 

Apreciados amigos, la aceptación de Dios no se fundamenta en nuestro desempeño o rendimiento sino en su bondad y misericordia. Fuimos aceptados por los méritos de Jesús de manera incondicional delante de Dios. Los pensamientos y sentimientos de rechazo que suelen aparecer deben ser quitados de nuestra mente, porque funcionan como los principales factores que nos hacen desistir de crecer y madurar si no aprendemos a manejarlos de manera adecuada. 

Desafortunadamente, todos, desde niños hemos aprendido a reaccionar y respondemos al rechazo de manera equivocada, siempre a la defensiva, a veces con violencia e indignación. 

Buscamos ser aceptados luchando alcanzar significado por medio de nuestro desempeño o rendimientos en cualquier área; familiar, profesional o personal. Otras veces nos damos por vencidos y cedemos al sistema, procurando amoldarnos y pasar de agache. O de lo contrario, nos rebelamos contra el sistema y nos convertimos en amargados y criticones de todo lo establecido.

Espero poder ampliar en las próximas semanas cada una de esas reacciones defensivas frente al rechazo. 

Por hoy, te mando un mensaje de ánimo y esperanza, con la firme convicción de que fuimos amados de manera plena y total. Nuestra existencia no es fruto del azar, sino de la infinita misericordia de Dios, quien decidió salvarnos y hacernos parte de su familia celestial. Fuimos trasladados desde el reino de las tinieblas hasta el reino de su amado hijo; por lo tanto, tenemos todos los derechos legales para disfrutar de una plena aceptación y comunión con Dios. 

Disfrutemos de la maravillosa realidad de ser sus hijos. 

Un fuerte abrazo, con el cariño de siempre.    

Por Valerio Mejía Araújo