El presente de la etnia Wayúu, ha llegado a extremos intolerables por cuenta de la falta de agua y la desnutrición de los niños en las rancherías de la media y alta Guajira, una realidad que muchos no quieren ver. Arruga el corazón ver a diario en los hospitales, dramáticos casos de niños agonizando, quienes […]
El presente de la etnia Wayúu, ha llegado a extremos intolerables por cuenta de la falta de agua y la desnutrición de los niños en las rancherías de la media y alta Guajira, una realidad que muchos no quieren ver. Arruga el corazón ver a diario en los hospitales, dramáticos casos de niños agonizando, quienes la mayoría de las veces fallecen; es una crisis humanitaria lo que viven en la actualidad, que evoca las peores tragedias del continente africano. Una derrota de todos como sociedad, no poder auxiliar a nuestros hermanos indígenas, quienes claman por ayuda ante un gobierno nacional indolente, que ha hecho de esta tragedia una fiesta; no es raro ver mandatarios, como Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras, que llegan a hacer anuncios como el aire acondicionado del aeropuerto de Riohacha, pero de los niños Wayúu, que siguen muriendo con la complicidad de los políticos locales, no dicen nada; reinan la indolencia y la corrupción, sin embargo en cada votación salen airosos, acuden a lo de siempre, al soborno y a la compra de votos. Los políticos guajiros, a través de la historia, se han apropiado entre clanes los recursos y la inversión no se ve, ni se verá. Ya viene otro año político y vuelven los mismos con las mismas; antes fueron el Partido Liberal y los conservadores, ahora La U y Cambio Radical y después otros, en fin. No hay liderazgo, ni tampoco renovación; la juventud que emerge no se interesa por los temas políticos, oprimidos por las mafias politiqueras. Es inconcebible la gran cantidad de regalías que se han perdido, tampoco actúan los órganos de control, La Guajira es tierra de nadie, los procuradores y contralores no emiten fallos porque sucumben ante el miedo, la desidia y la corrupción.
Más de 37 mil niños indígenas sufren desnutrición y al menos cinco mil han muerto de inanición, aunque autoridades tradicionales Wayúu, sostienen que el número se acerca, en realidad, a los 14 mil, una cantidad que en cualquier país medio civilizado, hubiese ocasionado movilizaciones, pero estamos en Colombia y aquí, nadie hace, ni dice nada. Hoy el departamento carece de obras significativas, teniendo en cuenta los recursos naturales que posee; ocupa los primeros lugares en pobreza; con una educación deplorable; hospitales quebrados; una represa del río Ranchería a medias, con inmensas cantidades de agua represada, agua que requieren las comunidades y que solo por un capricho del presidente no se termina; las multinacionales también hacen parte del problema, no piensan en la gente y menos en las comunidades indígenas, solo les proporcionan migajas, que aprovechan para mitigar la falta de legítimas políticas de responsabilidad social y de paso, publicarlas en las páginas sociales posando como altruistas consumados, pero soluciones serias, nada de nada. Es imprescindible que los ojos del gobierno nacional se vuelquen a La Guajira, para tomar medidas de fondo. No podemos permitir que sigan muriendo nuestros niños.
El presente de la etnia Wayúu, ha llegado a extremos intolerables por cuenta de la falta de agua y la desnutrición de los niños en las rancherías de la media y alta Guajira, una realidad que muchos no quieren ver. Arruga el corazón ver a diario en los hospitales, dramáticos casos de niños agonizando, quienes […]
El presente de la etnia Wayúu, ha llegado a extremos intolerables por cuenta de la falta de agua y la desnutrición de los niños en las rancherías de la media y alta Guajira, una realidad que muchos no quieren ver. Arruga el corazón ver a diario en los hospitales, dramáticos casos de niños agonizando, quienes la mayoría de las veces fallecen; es una crisis humanitaria lo que viven en la actualidad, que evoca las peores tragedias del continente africano. Una derrota de todos como sociedad, no poder auxiliar a nuestros hermanos indígenas, quienes claman por ayuda ante un gobierno nacional indolente, que ha hecho de esta tragedia una fiesta; no es raro ver mandatarios, como Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras, que llegan a hacer anuncios como el aire acondicionado del aeropuerto de Riohacha, pero de los niños Wayúu, que siguen muriendo con la complicidad de los políticos locales, no dicen nada; reinan la indolencia y la corrupción, sin embargo en cada votación salen airosos, acuden a lo de siempre, al soborno y a la compra de votos. Los políticos guajiros, a través de la historia, se han apropiado entre clanes los recursos y la inversión no se ve, ni se verá. Ya viene otro año político y vuelven los mismos con las mismas; antes fueron el Partido Liberal y los conservadores, ahora La U y Cambio Radical y después otros, en fin. No hay liderazgo, ni tampoco renovación; la juventud que emerge no se interesa por los temas políticos, oprimidos por las mafias politiqueras. Es inconcebible la gran cantidad de regalías que se han perdido, tampoco actúan los órganos de control, La Guajira es tierra de nadie, los procuradores y contralores no emiten fallos porque sucumben ante el miedo, la desidia y la corrupción.
Más de 37 mil niños indígenas sufren desnutrición y al menos cinco mil han muerto de inanición, aunque autoridades tradicionales Wayúu, sostienen que el número se acerca, en realidad, a los 14 mil, una cantidad que en cualquier país medio civilizado, hubiese ocasionado movilizaciones, pero estamos en Colombia y aquí, nadie hace, ni dice nada. Hoy el departamento carece de obras significativas, teniendo en cuenta los recursos naturales que posee; ocupa los primeros lugares en pobreza; con una educación deplorable; hospitales quebrados; una represa del río Ranchería a medias, con inmensas cantidades de agua represada, agua que requieren las comunidades y que solo por un capricho del presidente no se termina; las multinacionales también hacen parte del problema, no piensan en la gente y menos en las comunidades indígenas, solo les proporcionan migajas, que aprovechan para mitigar la falta de legítimas políticas de responsabilidad social y de paso, publicarlas en las páginas sociales posando como altruistas consumados, pero soluciones serias, nada de nada. Es imprescindible que los ojos del gobierno nacional se vuelquen a La Guajira, para tomar medidas de fondo. No podemos permitir que sigan muriendo nuestros niños.