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Columnista - 5 mayo, 2022

El próximo futuro será muy pesado 

El nuevo presidente colombiano, sea elegido en primera o en segunda vuelta, encontrará un déficit fiscal de grandes proporciones, como suelen decir: la olla bien raspada 

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No quisiera ser pesimista, pero es imposible ser optimista ante el periodo postpandemia que ya estamos enfrentado, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no haya decretado la terminación de la pandemia producida por el Sars-Cov-2, más conocido como Covid-19, y que todavía persiste como un gran potencial peligro para la humanidad, porque la mayoría de los países no han vacunado el 70% de sus habitantes, cifra reconocida como el logro de inmunidad de rebaño. 

Por ejemplo, Colombia, considerado por algunos expertos como uno de los países con mejor manejo del Covid-19. Según reciente reporte del Ministerio de Salud colombiano, de los 1.103 municipios que conforman el territorio nacional, solo 525 municipios superan el 70% de la población con esquemas completos de vacunación anticovid-19, y tan solo en 78 de estos 525 han superado el 40% de la población con dosis de refuerzo, y solo 5 ciudades capitales: Bogotá, Armenia, Manizales, San Andrés islas y Tunja han alcanzado el guarismo mencionado. Por ende, el presidente Duque prolongó la Emergencia Sanitaria hasta el próximo 30 de junio, con flexibilización de los protocolos de bioseguridad en los sitios donde se han obtenidos mayores coberturas de vacunación, y lo más seguro es que seguirán las prorrogas de la Emergencia Sanitaria hasta cuando la OMS declare el cese de la pandemia de Covid-19.  

Retomando el título de la columna, cuyo significado es que el próximo presidente de nuestro país, va a tener muchas dificultades para administrarlo, ya que, prácticamente, nos encontramos en periodo de postpandemia con sus múltiples consecuencias, agregadas a la amplia y grave gama de los problemas crónicos, además la oleada migratoria de venezolanos menesterosos y la repercusión de la invasión rusa a Ucrania que apenas está comenzando, situaciones que deben resolverse simultáneamente, porque sus prolongaciones, sin duda alguna, son una bomba de tiempo que en cualquier momento explotan, debido a que el pueblo está hastiado de aguantar muchos padecimientos, y a varios de tales sufrimientos no les han dado solución por falta de voluntad política.  

La tan enorme indiferencia de los políticos colombianos ha inducido el fervor popular hacia un cambio que, actualmente ya es perentorio, tanto es así, que el pueblo está dispuesto a no vender el voto, para endosarlo por el cambio, cuya representación lo ven en Gustavo Petro, quien valerosamente ha denunciado los desafueros cometidos por los políticos que han gobernado a nuestro país en las últimas cinco décadas, sin remontarme al tiempo que yo no he vivido o por lo menos no tenía la edad para analizarlo.  

El nuevo presidente colombiano, sea elegido en primera o en segunda vuelta, encontrará un déficit fiscal de grandes proporciones, como suelen decir: la olla bien raspada. Por múltiples causas de prácticas non sanctas de los políticos gobernantes y sus secuaces. En esta ocasión, no se debe ignorar la incidencia que ha tenido la pandemia de Covid-19. 

La verdad monda y lironda es que no hay dinero para cumplir las promesas ofrecidas por los diferentes candidatos a la presidencia en sus campañas proselitistas, entonces los que nos viene es una fuerte reforma tributaria que pondrá a pagar más impuestos a ricos y pobres; es decir, de la cual no se salvará ni los ‘nadies’ que defiende y anhela amparar Francia Márquez. 

No en balde el candidato Fico, en debate público, dijo: “plata es plata”, pues es bien clara su intención de sacar dinero de donde sea, arbitrariamente, sin importarle a quienes perjudique que, lamentablemente, siempre son los más necesitados.  

El próximo 29 de mayo es la primera vuelta de la elección presidencial. Ojalá, Dios, decida que gane el candidato más salomónico. No obstante, por la grandiosa polarización, no hay duda alguna en que el ganador estará entre Gustavo Petro y Federico Gutiérrez. 

Columnista
5 mayo, 2022

El próximo futuro será muy pesado 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

El nuevo presidente colombiano, sea elegido en primera o en segunda vuelta, encontrará un déficit fiscal de grandes proporciones, como suelen decir: la olla bien raspada 


No quisiera ser pesimista, pero es imposible ser optimista ante el periodo postpandemia que ya estamos enfrentado, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no haya decretado la terminación de la pandemia producida por el Sars-Cov-2, más conocido como Covid-19, y que todavía persiste como un gran potencial peligro para la humanidad, porque la mayoría de los países no han vacunado el 70% de sus habitantes, cifra reconocida como el logro de inmunidad de rebaño. 

Por ejemplo, Colombia, considerado por algunos expertos como uno de los países con mejor manejo del Covid-19. Según reciente reporte del Ministerio de Salud colombiano, de los 1.103 municipios que conforman el territorio nacional, solo 525 municipios superan el 70% de la población con esquemas completos de vacunación anticovid-19, y tan solo en 78 de estos 525 han superado el 40% de la población con dosis de refuerzo, y solo 5 ciudades capitales: Bogotá, Armenia, Manizales, San Andrés islas y Tunja han alcanzado el guarismo mencionado. Por ende, el presidente Duque prolongó la Emergencia Sanitaria hasta el próximo 30 de junio, con flexibilización de los protocolos de bioseguridad en los sitios donde se han obtenidos mayores coberturas de vacunación, y lo más seguro es que seguirán las prorrogas de la Emergencia Sanitaria hasta cuando la OMS declare el cese de la pandemia de Covid-19.  

Retomando el título de la columna, cuyo significado es que el próximo presidente de nuestro país, va a tener muchas dificultades para administrarlo, ya que, prácticamente, nos encontramos en periodo de postpandemia con sus múltiples consecuencias, agregadas a la amplia y grave gama de los problemas crónicos, además la oleada migratoria de venezolanos menesterosos y la repercusión de la invasión rusa a Ucrania que apenas está comenzando, situaciones que deben resolverse simultáneamente, porque sus prolongaciones, sin duda alguna, son una bomba de tiempo que en cualquier momento explotan, debido a que el pueblo está hastiado de aguantar muchos padecimientos, y a varios de tales sufrimientos no les han dado solución por falta de voluntad política.  

La tan enorme indiferencia de los políticos colombianos ha inducido el fervor popular hacia un cambio que, actualmente ya es perentorio, tanto es así, que el pueblo está dispuesto a no vender el voto, para endosarlo por el cambio, cuya representación lo ven en Gustavo Petro, quien valerosamente ha denunciado los desafueros cometidos por los políticos que han gobernado a nuestro país en las últimas cinco décadas, sin remontarme al tiempo que yo no he vivido o por lo menos no tenía la edad para analizarlo.  

El nuevo presidente colombiano, sea elegido en primera o en segunda vuelta, encontrará un déficit fiscal de grandes proporciones, como suelen decir: la olla bien raspada. Por múltiples causas de prácticas non sanctas de los políticos gobernantes y sus secuaces. En esta ocasión, no se debe ignorar la incidencia que ha tenido la pandemia de Covid-19. 

La verdad monda y lironda es que no hay dinero para cumplir las promesas ofrecidas por los diferentes candidatos a la presidencia en sus campañas proselitistas, entonces los que nos viene es una fuerte reforma tributaria que pondrá a pagar más impuestos a ricos y pobres; es decir, de la cual no se salvará ni los ‘nadies’ que defiende y anhela amparar Francia Márquez. 

No en balde el candidato Fico, en debate público, dijo: “plata es plata”, pues es bien clara su intención de sacar dinero de donde sea, arbitrariamente, sin importarle a quienes perjudique que, lamentablemente, siempre son los más necesitados.  

El próximo 29 de mayo es la primera vuelta de la elección presidencial. Ojalá, Dios, decida que gane el candidato más salomónico. No obstante, por la grandiosa polarización, no hay duda alguna en que el ganador estará entre Gustavo Petro y Federico Gutiérrez.