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Columnista - 28 octubre, 2020

El profeta Mahoma (I)

Caído el Imperio Romano de Occidente, la civilización compartida con el del Oriente se concentró exclusivamente acá y en el de Persia, al este. Han transcurrido 100 años desde la muerte del Emperador Justiniano. Hacia el año 569 nació Mahoma en la ciudad de la Meca arábiga, un oasis situado al oeste de la península […]

Caído el Imperio Romano de Occidente, la civilización compartida con el del Oriente se concentró exclusivamente acá y en el de Persia, al este. Han transcurrido 100 años desde la muerte del Emperador Justiniano.

Hacia el año 569 nació Mahoma en la ciudad de la Meca arábiga, un oasis situado al oeste de la península próxima al mar Rojo, a unos 450 kilómetros de distancia debajo de la ciudad de Medina, sita en otro oasis; por entonces y actualmente grandes centros comerciales y religiosos de allí.  Mahoma seria el gran profeta del islam.

Los bizantinos y los persas guerreaban entre sí cuando fueron sorprendidos por  el estampido de la fuerza de una nueva religión: la islámica, proveniente de la península arábica, resuelta a hacerse respetar de sus vecinos.

Pero no hay profeta creíble en su propia tierra, y Mahoma hubo de emigrar desde la Meca a Medina, lo que ocurrió hacia el año 622 y que se conoce con el nombre de la Hégira. En esta ciudad Mahoma se volvió un líder político, militar y religioso, logrando la paz entre las diferentes tribus beduinas y aún entre judíos y cristianos.

Entre tanto la ciudad de la Meca continuaba adorando a sus ídolos y sus jefes religiosos se esforzaban por perseguir a Mahoma y a sus seguidores, pero la respuesta de este fue violenta contra sus enemigos, respondiendo golpe por golpe, ojo por ojo, comenzando a practicar el concepto de guerra santa o Yihad.

Medina se constituía en una ciudad Estado en el que Mahoma gobernaba como un jerarca civil y religioso.  Prometía que después de la muerte los creyentes llegarían a un Nirvana o paraíso de jardines sombreados, manantiales cristalinos, arroyos de agua, leche, vino y miel, criaturas adorables, vírgenes puras prontas a recibir a los creyentes en el mundo del más allá; eso provocó un surgimiento anímico a favor de la independencia nacional.

El autogobierno de un Estado árabe fuerte que garantizase la paz, la seguridad y el comercio. De modo que manos a la obra. Ese propósito no se hizo esperar.

Prestigiado el profeta, su paso siguiente fue el de la conquista pacífica de su ciudad natal. A ella llegó acompañado de unos 90.000 no creyentes,  no como un conquistador, sino como un humilde peregrino. Dio muestras de paciencia y moderación y negoció con sus habitantes una tregua de 10 años, después de la cual la ciudad se le rindió recibiéndolo de manera triunfal. A partir de entonces la ciudad fue erigida como el centro de la nueva religión.

Por entonces ocurrió un hecho favorable al profeta. El imperio Bizantino logró contener en su avanzada al Imperio Persa y ello se tradujo en beneficio para la Arabia, que siempre había sido influenciada por ese imperio. Mahoma aprovechó estas circunstancias para estimular su proceso de islamización ya muy notable; el año en que murió en el 632, dejando un islam vigoroso que no pocas veces ha tratado de poner en jaque al continente europeo. Desde los montes de Pueblo Bello.

Continuará…

Columnista
28 octubre, 2020

El profeta Mahoma (I)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Caído el Imperio Romano de Occidente, la civilización compartida con el del Oriente se concentró exclusivamente acá y en el de Persia, al este. Han transcurrido 100 años desde la muerte del Emperador Justiniano. Hacia el año 569 nació Mahoma en la ciudad de la Meca arábiga, un oasis situado al oeste de la península […]


Caído el Imperio Romano de Occidente, la civilización compartida con el del Oriente se concentró exclusivamente acá y en el de Persia, al este. Han transcurrido 100 años desde la muerte del Emperador Justiniano.

Hacia el año 569 nació Mahoma en la ciudad de la Meca arábiga, un oasis situado al oeste de la península próxima al mar Rojo, a unos 450 kilómetros de distancia debajo de la ciudad de Medina, sita en otro oasis; por entonces y actualmente grandes centros comerciales y religiosos de allí.  Mahoma seria el gran profeta del islam.

Los bizantinos y los persas guerreaban entre sí cuando fueron sorprendidos por  el estampido de la fuerza de una nueva religión: la islámica, proveniente de la península arábica, resuelta a hacerse respetar de sus vecinos.

Pero no hay profeta creíble en su propia tierra, y Mahoma hubo de emigrar desde la Meca a Medina, lo que ocurrió hacia el año 622 y que se conoce con el nombre de la Hégira. En esta ciudad Mahoma se volvió un líder político, militar y religioso, logrando la paz entre las diferentes tribus beduinas y aún entre judíos y cristianos.

Entre tanto la ciudad de la Meca continuaba adorando a sus ídolos y sus jefes religiosos se esforzaban por perseguir a Mahoma y a sus seguidores, pero la respuesta de este fue violenta contra sus enemigos, respondiendo golpe por golpe, ojo por ojo, comenzando a practicar el concepto de guerra santa o Yihad.

Medina se constituía en una ciudad Estado en el que Mahoma gobernaba como un jerarca civil y religioso.  Prometía que después de la muerte los creyentes llegarían a un Nirvana o paraíso de jardines sombreados, manantiales cristalinos, arroyos de agua, leche, vino y miel, criaturas adorables, vírgenes puras prontas a recibir a los creyentes en el mundo del más allá; eso provocó un surgimiento anímico a favor de la independencia nacional.

El autogobierno de un Estado árabe fuerte que garantizase la paz, la seguridad y el comercio. De modo que manos a la obra. Ese propósito no se hizo esperar.

Prestigiado el profeta, su paso siguiente fue el de la conquista pacífica de su ciudad natal. A ella llegó acompañado de unos 90.000 no creyentes,  no como un conquistador, sino como un humilde peregrino. Dio muestras de paciencia y moderación y negoció con sus habitantes una tregua de 10 años, después de la cual la ciudad se le rindió recibiéndolo de manera triunfal. A partir de entonces la ciudad fue erigida como el centro de la nueva religión.

Por entonces ocurrió un hecho favorable al profeta. El imperio Bizantino logró contener en su avanzada al Imperio Persa y ello se tradujo en beneficio para la Arabia, que siempre había sido influenciada por ese imperio. Mahoma aprovechó estas circunstancias para estimular su proceso de islamización ya muy notable; el año en que murió en el 632, dejando un islam vigoroso que no pocas veces ha tratado de poner en jaque al continente europeo. Desde los montes de Pueblo Bello.

Continuará…