Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 8 julio, 2012

El Prendedor

DOS CUENTOS CORTOS Por Leonardo José Maya El poeta Jorge Guillen atormentado por un amor imposible, me contó hace poco que tuvo un sueño increíble y asombroso. Soñé con ella – me dijo- me la encontré como caída del cielo, por el parque de las madres, estaba hermosa –continuó- tenía el cabello al aire, las […]

DOS CUENTOS CORTOS

Por Leonardo José Maya

El poeta Jorge Guillen atormentado por un amor imposible, me contó hace poco que tuvo un sueño increíble y asombroso.

Soñé con ella – me dijo- me la encontré como caída del cielo, por el parque de las madres, estaba hermosa –continuó- tenía el cabello al aire, las cejas muy delgadas y los ojos amplios como si tratara de detener la tarde.
La invitó a tomar algo, allí – entre palmeras- le susurró al oído palabras tiernas, ella decía que no, pero le gustaba escucharlas; le acariciaba las manos con desespero, ella lo esquivaba pero permitía las caricias, se dieron besitos fugaces que ella rechazaba sin alejarse mucho y se contaron cosas de amores. Lloró mucho por no poder corresponderle mientras él la apretaba a su pecho eternamente.
Al caer la noche debía partir. Lucía un lindo vestido a rayas muy ajustado al cuerpo, al despedirse se arregló los ojos y observó sobre su busto espléndido un prendedor hermoso. Era una mariposa violeta de bordes dorados muy bien labrada, la soltó despacio tratando de alargar el tiempo.
– Guarda esta mariposa de ojos tristes que no puede volar – le dijo llorando – como prueba de que te amo. Le dio un último beso como adiós y desapareció confundida.
En el instante el poeta despertó con un dolor profundo en el pecho como cuando un amor se aleja, pero lo increíble es que su almohada estaba empapada en lágrimas de mujer. Lo asombroso es que despertó con un hermoso prendedor violeta de bordes dorados en la mano. Era una mariposa de ojos tristes que no podía volar.

Olvido

Luz Helena decidió una tarde difícil, olvidar un viejo amor. Su recuerdo la acosaba como abeja sedienta de rocío, por eso escogió un camino sereno de sombras apacibles y vientos azules. Buscó amparo en la poesía.
Le resultó imposible derrotar un enemigo que no veía. Muy pronto comprendió que los versos la traían exactamente al camino de regreso. Entonces, advirtió que todos los amores no son iguales como tampoco los son todos los aguaceros, aunque hagan florecer la primavera, por eso decidió volar más alto para apagar la estrella que la consumía en vida, inerme y dulcemente perseguida se refugió en la música.
No encontró reposo. Sus sentimientos enfrentaron una conspiración desmedida en su contra. Los mensajes de las canciones que escuchaba no estaban concebidos para olvidar.
Transitó en círculos concéntricos para volver a empezar sin poder triunfar sobre el recuerdo. Ahora camina sobre nostalgias de ayer y cerró las puertas al olvido. Entendió a golpes que lo difícil no es que un amor se nos vaya, lo difícil es dejarlo ir con el pedazo de alma que se nos va con ellos.
Su corazón si le reveló la verdad sin misterios. Supo que continuaba enamorada cuando se dio cuenta que todas las canciones románticas estaban escritas solamente para ella.

[email protected]
Facebook Leonardo José Maya Amaya

Columnista
8 julio, 2012

El Prendedor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

DOS CUENTOS CORTOS Por Leonardo José Maya El poeta Jorge Guillen atormentado por un amor imposible, me contó hace poco que tuvo un sueño increíble y asombroso. Soñé con ella – me dijo- me la encontré como caída del cielo, por el parque de las madres, estaba hermosa –continuó- tenía el cabello al aire, las […]


DOS CUENTOS CORTOS

Por Leonardo José Maya

El poeta Jorge Guillen atormentado por un amor imposible, me contó hace poco que tuvo un sueño increíble y asombroso.

Soñé con ella – me dijo- me la encontré como caída del cielo, por el parque de las madres, estaba hermosa –continuó- tenía el cabello al aire, las cejas muy delgadas y los ojos amplios como si tratara de detener la tarde.
La invitó a tomar algo, allí – entre palmeras- le susurró al oído palabras tiernas, ella decía que no, pero le gustaba escucharlas; le acariciaba las manos con desespero, ella lo esquivaba pero permitía las caricias, se dieron besitos fugaces que ella rechazaba sin alejarse mucho y se contaron cosas de amores. Lloró mucho por no poder corresponderle mientras él la apretaba a su pecho eternamente.
Al caer la noche debía partir. Lucía un lindo vestido a rayas muy ajustado al cuerpo, al despedirse se arregló los ojos y observó sobre su busto espléndido un prendedor hermoso. Era una mariposa violeta de bordes dorados muy bien labrada, la soltó despacio tratando de alargar el tiempo.
– Guarda esta mariposa de ojos tristes que no puede volar – le dijo llorando – como prueba de que te amo. Le dio un último beso como adiós y desapareció confundida.
En el instante el poeta despertó con un dolor profundo en el pecho como cuando un amor se aleja, pero lo increíble es que su almohada estaba empapada en lágrimas de mujer. Lo asombroso es que despertó con un hermoso prendedor violeta de bordes dorados en la mano. Era una mariposa de ojos tristes que no podía volar.

Olvido

Luz Helena decidió una tarde difícil, olvidar un viejo amor. Su recuerdo la acosaba como abeja sedienta de rocío, por eso escogió un camino sereno de sombras apacibles y vientos azules. Buscó amparo en la poesía.
Le resultó imposible derrotar un enemigo que no veía. Muy pronto comprendió que los versos la traían exactamente al camino de regreso. Entonces, advirtió que todos los amores no son iguales como tampoco los son todos los aguaceros, aunque hagan florecer la primavera, por eso decidió volar más alto para apagar la estrella que la consumía en vida, inerme y dulcemente perseguida se refugió en la música.
No encontró reposo. Sus sentimientos enfrentaron una conspiración desmedida en su contra. Los mensajes de las canciones que escuchaba no estaban concebidos para olvidar.
Transitó en círculos concéntricos para volver a empezar sin poder triunfar sobre el recuerdo. Ahora camina sobre nostalgias de ayer y cerró las puertas al olvido. Entendió a golpes que lo difícil no es que un amor se nos vaya, lo difícil es dejarlo ir con el pedazo de alma que se nos va con ellos.
Su corazón si le reveló la verdad sin misterios. Supo que continuaba enamorada cuando se dio cuenta que todas las canciones románticas estaban escritas solamente para ella.

[email protected]
Facebook Leonardo José Maya Amaya