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Columnista - 12 julio, 2023

El precio de llegar al poder 

Gustavo Petro está pagando el precio de llegar al poder sin el permiso de los 6 dueños del país y sin el aval de las 8 casas presidenciales, convertidas en talanqueras de las reformas que urge la nación, sencillamente porque molestan a los primeros, al ver amenazados sus intereses económicos, y mortifican a los segundos, porque un gobierno alternativo capaz de cambiar a Colombia pondría en jaque a la clase política, de ahí la saña de criticar cada coma del discurso presidencial y la mezquindad de sus opositores al no reconocer que aún con los errores está haciendo un buen gobierno. 

Gustavo Petro está pagando el precio de llegar al poder sin el permiso de los 6 dueños del país y sin el aval de las 8 casas presidenciales, convertidas en talanqueras de las reformas que urge la nación, sencillamente porque molestan a los primeros, al ver amenazados sus intereses económicos, y mortifican a los segundos, porque un gobierno alternativo capaz de cambiar a Colombia pondría en jaque a la clase política, de ahí la saña de criticar cada coma del discurso presidencial y la mezquindad de sus opositores al no reconocer que aún con los errores está haciendo un buen gobierno. 

El análisis que es viral alude a todos sus contradictores, sin excluir a la oposición más feroz y vergonzosa, que es la que se ejerce desde las 8 casas presidenciales que llevaron al país al caos: 4 presidentes y 4 nietos de expresidentes: Gaviria, Pastrana, Uribe y Duque, que en coro descalifican las reformas y culpan a Petro de no acabar en pocos meses la violencia que ellos perpetuaron en décadas, porque no se acaba el hambre estructural. ¡Alzheimer o cinismo!, pero se les olvida que durante tantos años que gobernaron a Colombia dejan un país con los mayores índices de corrupción mundial, con el agro y la industria arruinados por sus prácticas neoliberales y uno de los territorios con mayor desigualdad.

Los 4 delfines, el nieto de Turbay Ayala, la nieta de Guillermo León Valencia que pidió dividir el Cauca entre señores y esclavos y el nieto de Laureano Gómez, el más trivial de todos, que han vivido del Estado, se oponen a que los miserables de esta nación puedan tener derecho a la tierra, a una salud digna, a un trabajo bien remunerado o a una pensión  que sus abuelos no quisieron darles, los mismos que llevaron al país a la depredación de los recursos naturales, a la concentración de la tierra fértil, a la violación de los derechos humanos, a la guerra perpetua y a la corrupción como cultura. 

Es el retrato de un establecimiento que privatizó el erario, el de los exmilitares que piden defenestrar al presidente, darle un golpe de Estado, adoctrinados por el odio y con un chip del enemigo interno en sus cabezas, cómplices del papel del Estado en los falsos positivos y enemigos jurados de la Justicia social, la paz total, el cuidado de los recursos naturales y una gestión transparente de los recursos públicos. 

Paradójico que un país que Petro recibió con 8 puntos de déficit fiscal, desempleo de 2 dígitos, 7 millones de nacionales en la pobreza extrema, una inflación de 10.8%, que cede con el subsidio de los agroquímicos, conflictos armados en plena ebullición y mafias de la contratación enquistadas en el Estado, logre un salto hacia cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 3% en el trimestre anterior y un quinto puesto entre las naciones de la OCDE que más crece, ensanche la inversión extranjera, lo que explica en parte la baja del dólar.

Jugada maestra, que una cadena de supermercados en Portugal baje los precios de cientos de productos haciendo reaccionar en cadena otros supermercados, en beneficio de millones de consumidores, retrocede la deforestación, el agro da señales de reactivación, cae el déficit fiscal y aumenta el recaudo tributario en un universo con síntomas de recesión mundial, además de espantar el fantasma de la expropiación y el miedo de convertirnos en Venezuela.

Por Miguel Aroca Yepes.

Columnista
12 julio, 2023

El precio de llegar al poder 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Gustavo Petro está pagando el precio de llegar al poder sin el permiso de los 6 dueños del país y sin el aval de las 8 casas presidenciales, convertidas en talanqueras de las reformas que urge la nación, sencillamente porque molestan a los primeros, al ver amenazados sus intereses económicos, y mortifican a los segundos, porque un gobierno alternativo capaz de cambiar a Colombia pondría en jaque a la clase política, de ahí la saña de criticar cada coma del discurso presidencial y la mezquindad de sus opositores al no reconocer que aún con los errores está haciendo un buen gobierno. 


Gustavo Petro está pagando el precio de llegar al poder sin el permiso de los 6 dueños del país y sin el aval de las 8 casas presidenciales, convertidas en talanqueras de las reformas que urge la nación, sencillamente porque molestan a los primeros, al ver amenazados sus intereses económicos, y mortifican a los segundos, porque un gobierno alternativo capaz de cambiar a Colombia pondría en jaque a la clase política, de ahí la saña de criticar cada coma del discurso presidencial y la mezquindad de sus opositores al no reconocer que aún con los errores está haciendo un buen gobierno. 

El análisis que es viral alude a todos sus contradictores, sin excluir a la oposición más feroz y vergonzosa, que es la que se ejerce desde las 8 casas presidenciales que llevaron al país al caos: 4 presidentes y 4 nietos de expresidentes: Gaviria, Pastrana, Uribe y Duque, que en coro descalifican las reformas y culpan a Petro de no acabar en pocos meses la violencia que ellos perpetuaron en décadas, porque no se acaba el hambre estructural. ¡Alzheimer o cinismo!, pero se les olvida que durante tantos años que gobernaron a Colombia dejan un país con los mayores índices de corrupción mundial, con el agro y la industria arruinados por sus prácticas neoliberales y uno de los territorios con mayor desigualdad.

Los 4 delfines, el nieto de Turbay Ayala, la nieta de Guillermo León Valencia que pidió dividir el Cauca entre señores y esclavos y el nieto de Laureano Gómez, el más trivial de todos, que han vivido del Estado, se oponen a que los miserables de esta nación puedan tener derecho a la tierra, a una salud digna, a un trabajo bien remunerado o a una pensión  que sus abuelos no quisieron darles, los mismos que llevaron al país a la depredación de los recursos naturales, a la concentración de la tierra fértil, a la violación de los derechos humanos, a la guerra perpetua y a la corrupción como cultura. 

Es el retrato de un establecimiento que privatizó el erario, el de los exmilitares que piden defenestrar al presidente, darle un golpe de Estado, adoctrinados por el odio y con un chip del enemigo interno en sus cabezas, cómplices del papel del Estado en los falsos positivos y enemigos jurados de la Justicia social, la paz total, el cuidado de los recursos naturales y una gestión transparente de los recursos públicos. 

Paradójico que un país que Petro recibió con 8 puntos de déficit fiscal, desempleo de 2 dígitos, 7 millones de nacionales en la pobreza extrema, una inflación de 10.8%, que cede con el subsidio de los agroquímicos, conflictos armados en plena ebullición y mafias de la contratación enquistadas en el Estado, logre un salto hacia cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 3% en el trimestre anterior y un quinto puesto entre las naciones de la OCDE que más crece, ensanche la inversión extranjera, lo que explica en parte la baja del dólar.

Jugada maestra, que una cadena de supermercados en Portugal baje los precios de cientos de productos haciendo reaccionar en cadena otros supermercados, en beneficio de millones de consumidores, retrocede la deforestación, el agro da señales de reactivación, cae el déficit fiscal y aumenta el recaudo tributario en un universo con síntomas de recesión mundial, además de espantar el fantasma de la expropiación y el miedo de convertirnos en Venezuela.

Por Miguel Aroca Yepes.