Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 17 enero, 2024

El poder del amor

Donaldo Mendoza ‘El poder del amor’ (2023), es un pequeño libro escrito por Adalin Aldana Misath, publicado en Valledupar por la Ed. Enlace. Llegó a mí gracias a las manos generosas del escritor José Atuesta Mindiola. En sesenta páginas, Adalin Aldana no escribe una biografía del compositor vallenato Sergio Moya Molina, sino que ofrece a […]

Donaldo Mendoza

‘El poder del amor’ (2023), es un pequeño libro escrito por Adalin Aldana Misath, publicado en Valledupar por la Ed. Enlace. Llegó a mí gracias a las manos generosas del escritor José Atuesta Mindiola. En sesenta páginas, Adalin Aldana no escribe una biografía del compositor vallenato Sergio Moya Molina, sino que ofrece a cambio un testimonio sobre las “venturas y desventuras” de un hombre que en sus cantos le apuesta la vida al amor. El variopinto sentimiento del amor, ese es el tema central.

 El título va seguido del epígrafe “El verso purifica el alma”, que visto a la luz de nuestro tiempo es un anacronismo; no obstante, es válido para la generación “de 1970 a 1985” (que delimita Simón Martínez Ubárnez en breve ensayo: “Poesía trovadoresca de ancestro provenzal”), en donde el compositor encuentra razón para decirlo, pues lo ha asimilado de la citada generación: Rafael Escalona, Leandro Díaz, Calixto Ochoa… Para la época, había un pacto tácito entre el hombre y la mujer: el primero como sujeto dominante, y la segunda en condición de sumisa; el primero era el de la calle y la segunda la del hogar. Y el verso ‘purificaba’. A la generación de Moya Molina sigue otra que llega hasta nuestros días, con versos que ‘contaminan el alma’ de vulgaridad y ramplonería. Obvio que no son todos los compositores actuales, pero sí bastantes: los que componen para el efímero consumo comercial de ‘tómelo, gócelo y bótelo’.

    Algo positivo de la última generación, la de hoy, es que el rol del hombre y la mujer, en la familia y la sociedad, ha cambiado a un ritmo sin reversa. Muchas mujeres delegan los oficios domésticos, para ingresar al mercado laboral y/o desempeñar cargos públicos o privados. De ese cambio da fe María Inés Iacometti (la autora del prólogo), quien en tono amistoso, pero irónico, se lo hace saber a Sergio: “… el compositor se convierte en eso que había censurado en otros hombres: descuidar reiteradamente a su mujer, minimizándola en sus reclamos, pidiendo o exigiendo de ella lo que él es incapaz de dar”. No obstante, consciente de que los cambios de conducta llevan tiempo, le reconoce a Moya Molina el gesto cuasi sagrado (ritual) de regresar siempre a la casa.

    De que son lentos los cambios de conducta, de usos y costumbres, da fe el fenómeno musical que ocurrió hace ya tres lustros, cuando dos canciones (‘La celosa’, interpretada por Carlos Vives, y ‘El santo cachón’, de Los Embajadores Vallenatos) se convirtieron en éxitos vallenatos sin precedente en el suroccidente de Colombia, incluso en Ecuador y Perú. Reflejaban un imaginario que aún seguía vivo en nuestra sociedad, con la salvedad de que en “El santo cachón” ya no es el hombre el protagonista de la infidelidad, sino una mujer.  

    Sobre el valor literario de las composiciones de Sergio Moya Molina, vale decir que su versificación, a veces rimada y a veces libre, se sustenta en metáforas e imágenes que encuentra en el entorno. En un estilo que suele evocar la copla: “Por arriba corre el agua/ Y por debajo piedrecitas/ Quien tiene mujer bonita/ Tiene que saber cuidarla/ …”. De la selección de canciones me llamó la atención ‘Tú verás’, por sus rasgos estéticos. Con versos de allí concluyo.

“Tú verás si resuelves volcar

Una lluvia de penas

Sobre mi existencia.

Tú verás si conviertes en negro

Los verdes laureles de mis esperanzas.

Tú verás si te quedas conmigo

Regando las flores de mis añoranzas.

O te vas y me dejas penando

Con el trago amargo de tu indiferencia”.

Columnista
17 enero, 2024

El poder del amor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Donaldo Mendoza

Donaldo Mendoza ‘El poder del amor’ (2023), es un pequeño libro escrito por Adalin Aldana Misath, publicado en Valledupar por la Ed. Enlace. Llegó a mí gracias a las manos generosas del escritor José Atuesta Mindiola. En sesenta páginas, Adalin Aldana no escribe una biografía del compositor vallenato Sergio Moya Molina, sino que ofrece a […]


Donaldo Mendoza

‘El poder del amor’ (2023), es un pequeño libro escrito por Adalin Aldana Misath, publicado en Valledupar por la Ed. Enlace. Llegó a mí gracias a las manos generosas del escritor José Atuesta Mindiola. En sesenta páginas, Adalin Aldana no escribe una biografía del compositor vallenato Sergio Moya Molina, sino que ofrece a cambio un testimonio sobre las “venturas y desventuras” de un hombre que en sus cantos le apuesta la vida al amor. El variopinto sentimiento del amor, ese es el tema central.

 El título va seguido del epígrafe “El verso purifica el alma”, que visto a la luz de nuestro tiempo es un anacronismo; no obstante, es válido para la generación “de 1970 a 1985” (que delimita Simón Martínez Ubárnez en breve ensayo: “Poesía trovadoresca de ancestro provenzal”), en donde el compositor encuentra razón para decirlo, pues lo ha asimilado de la citada generación: Rafael Escalona, Leandro Díaz, Calixto Ochoa… Para la época, había un pacto tácito entre el hombre y la mujer: el primero como sujeto dominante, y la segunda en condición de sumisa; el primero era el de la calle y la segunda la del hogar. Y el verso ‘purificaba’. A la generación de Moya Molina sigue otra que llega hasta nuestros días, con versos que ‘contaminan el alma’ de vulgaridad y ramplonería. Obvio que no son todos los compositores actuales, pero sí bastantes: los que componen para el efímero consumo comercial de ‘tómelo, gócelo y bótelo’.

    Algo positivo de la última generación, la de hoy, es que el rol del hombre y la mujer, en la familia y la sociedad, ha cambiado a un ritmo sin reversa. Muchas mujeres delegan los oficios domésticos, para ingresar al mercado laboral y/o desempeñar cargos públicos o privados. De ese cambio da fe María Inés Iacometti (la autora del prólogo), quien en tono amistoso, pero irónico, se lo hace saber a Sergio: “… el compositor se convierte en eso que había censurado en otros hombres: descuidar reiteradamente a su mujer, minimizándola en sus reclamos, pidiendo o exigiendo de ella lo que él es incapaz de dar”. No obstante, consciente de que los cambios de conducta llevan tiempo, le reconoce a Moya Molina el gesto cuasi sagrado (ritual) de regresar siempre a la casa.

    De que son lentos los cambios de conducta, de usos y costumbres, da fe el fenómeno musical que ocurrió hace ya tres lustros, cuando dos canciones (‘La celosa’, interpretada por Carlos Vives, y ‘El santo cachón’, de Los Embajadores Vallenatos) se convirtieron en éxitos vallenatos sin precedente en el suroccidente de Colombia, incluso en Ecuador y Perú. Reflejaban un imaginario que aún seguía vivo en nuestra sociedad, con la salvedad de que en “El santo cachón” ya no es el hombre el protagonista de la infidelidad, sino una mujer.  

    Sobre el valor literario de las composiciones de Sergio Moya Molina, vale decir que su versificación, a veces rimada y a veces libre, se sustenta en metáforas e imágenes que encuentra en el entorno. En un estilo que suele evocar la copla: “Por arriba corre el agua/ Y por debajo piedrecitas/ Quien tiene mujer bonita/ Tiene que saber cuidarla/ …”. De la selección de canciones me llamó la atención ‘Tú verás’, por sus rasgos estéticos. Con versos de allí concluyo.

“Tú verás si resuelves volcar

Una lluvia de penas

Sobre mi existencia.

Tú verás si conviertes en negro

Los verdes laureles de mis esperanzas.

Tú verás si te quedas conmigo

Regando las flores de mis añoranzas.

O te vas y me dejas penando

Con el trago amargo de tu indiferencia”.