Dice la máxima popular que ‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’, algo cierto en la vida.
Dice la máxima popular que ‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’, algo cierto en la vida.
Pero quizás deberíamos analizar la frase de otra manera, en el sentido que todos sabemos lo que tenemos, pero pensamos que nunca lo vamos a perder, y lo descuidamos.
Me refiero de manera particular a la salud; la salud como la vida tiene su principio y su fin, en algunos es efímera, en otros es más duradera. Unos la cuidan y la tratan con más cuidado que otros, hay quienes la derrochan y van por la calle del medio haciendo mal uso de ella sin importarles lo que pueda suceder y cuando la pierden, amalayan después tenerla. Así es la vida.
“Cuentan las sagradas escrituras que algunas personas llevaron hasta Jesús a un hombre acostado en una camilla, pues no podía caminar. Al ver Jesús que estas personas confiaban en él, le dijo al hombre: «¡Ánimo, amigo! te perdono tus pecados.»
Los maestros de la Ley, que estaban en aquel lugar, pensaron: «¿Qué se cree este? ¿Se imagina que es Dios? ¡Qué equivocado está!»
Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: «¿Por qué piensan algo tan malo? Díganme: ¿qué es más fácil? ¿perdonar a este enfermo, o sanarlo? pues voy a demostrarles que yo, el hijo del hombre, tengo poder en la tierra para perdonar pecados.»
Entonces Jesús le dijo al que no podía caminar: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El hombre se levantó y se fue a su casa. Cuando la gente vio esto, quedó muy impresionada y alabó a Dios por haber dado ese poder a los seres humanos.”
A través de la historia, lo benigno de la salud ha sido testigo del poder de la fe, muchas personas lograron ser sanadas por Jesucristo solo por su fe.
Yo vivo un episodio duro en mi vida, y quiero, a través de esta nota, dar mi testimonio de vida, muchos amigos y mi familia, han orado y han pedido a Dios por mi salud; han pedido para que sean los médicos actuando en nombre de Dios de manera especial y obrando en mí en cada episodio, ha sido duro; ya me levanté de una camilla, ya salí de UCI, salí de un quirófano donde me practicaron una craneotomía para extraer un tumor, un hematoma; o una muestra de tejido encefálico. Producto de un golpe recibido en la cabeza hace unos dos meses en un accidente.
Estamos vivos, y las oraciones dieron sus frutos, el poder de la salud es importante y hoy la añoro de una forma especial.
Esto puede sonar un tanto insulso para algunos, les ruego me disculpen, no quiero sonar monotemático en mis notas, pero créanme que, al sentirme tan lejano de poder caminar con rapidez, con fuerzas, sin agotarme, sin presión en el pecho y sin perder el control de mis capacidades motoras, entonces añoro mi salud.
Gracias Dios bendito, te cuento que los ángeles que me mandaste, hicieron su trabajo bien hecho, todos, los que están permanentemente conmigo y los nuevos.
No tengo necesidad de nombrarlos, ellos saben quienes son. Que bendición tan grande.
La batería apenas comienza a coger carga, va por el 12 por ciento, pero llega a 100, sin duda. Sólo eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.
Dice la máxima popular que ‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’, algo cierto en la vida.
Dice la máxima popular que ‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’, algo cierto en la vida.
Pero quizás deberíamos analizar la frase de otra manera, en el sentido que todos sabemos lo que tenemos, pero pensamos que nunca lo vamos a perder, y lo descuidamos.
Me refiero de manera particular a la salud; la salud como la vida tiene su principio y su fin, en algunos es efímera, en otros es más duradera. Unos la cuidan y la tratan con más cuidado que otros, hay quienes la derrochan y van por la calle del medio haciendo mal uso de ella sin importarles lo que pueda suceder y cuando la pierden, amalayan después tenerla. Así es la vida.
“Cuentan las sagradas escrituras que algunas personas llevaron hasta Jesús a un hombre acostado en una camilla, pues no podía caminar. Al ver Jesús que estas personas confiaban en él, le dijo al hombre: «¡Ánimo, amigo! te perdono tus pecados.»
Los maestros de la Ley, que estaban en aquel lugar, pensaron: «¿Qué se cree este? ¿Se imagina que es Dios? ¡Qué equivocado está!»
Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: «¿Por qué piensan algo tan malo? Díganme: ¿qué es más fácil? ¿perdonar a este enfermo, o sanarlo? pues voy a demostrarles que yo, el hijo del hombre, tengo poder en la tierra para perdonar pecados.»
Entonces Jesús le dijo al que no podía caminar: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El hombre se levantó y se fue a su casa. Cuando la gente vio esto, quedó muy impresionada y alabó a Dios por haber dado ese poder a los seres humanos.”
A través de la historia, lo benigno de la salud ha sido testigo del poder de la fe, muchas personas lograron ser sanadas por Jesucristo solo por su fe.
Yo vivo un episodio duro en mi vida, y quiero, a través de esta nota, dar mi testimonio de vida, muchos amigos y mi familia, han orado y han pedido a Dios por mi salud; han pedido para que sean los médicos actuando en nombre de Dios de manera especial y obrando en mí en cada episodio, ha sido duro; ya me levanté de una camilla, ya salí de UCI, salí de un quirófano donde me practicaron una craneotomía para extraer un tumor, un hematoma; o una muestra de tejido encefálico. Producto de un golpe recibido en la cabeza hace unos dos meses en un accidente.
Estamos vivos, y las oraciones dieron sus frutos, el poder de la salud es importante y hoy la añoro de una forma especial.
Esto puede sonar un tanto insulso para algunos, les ruego me disculpen, no quiero sonar monotemático en mis notas, pero créanme que, al sentirme tan lejano de poder caminar con rapidez, con fuerzas, sin agotarme, sin presión en el pecho y sin perder el control de mis capacidades motoras, entonces añoro mi salud.
Gracias Dios bendito, te cuento que los ángeles que me mandaste, hicieron su trabajo bien hecho, todos, los que están permanentemente conmigo y los nuevos.
No tengo necesidad de nombrarlos, ellos saben quienes son. Que bendición tan grande.
La batería apenas comienza a coger carga, va por el 12 por ciento, pero llega a 100, sin duda. Sólo eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.