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Columnista - 3 agosto, 2018

El poder curativo del sueño

Dormir por las noches no significa que el cuerpo se encuentre en total reposo, las actividades del organismo se encuentren suspendidas o las funciones celulares se encuentren limitadas. En realidad, durante estas horas de descanso, el organismo trabaja arduamente para realizar labores que se hacen imposibles mientras nos encontramos en periodos de vigilia. El sueño […]

Dormir por las noches no significa que el cuerpo se encuentre en total reposo, las actividades del organismo se encuentren suspendidas o las funciones celulares se encuentren limitadas. En realidad, durante estas horas de descanso, el organismo trabaja arduamente para realizar labores que se hacen imposibles mientras nos encontramos en periodos de vigilia.

El sueño es una de las maneras en que nuestro cuerpo se recupera de todas las injurias del trajín diario, aumenta las actividades inmunológicas y realiza trabajos de regeneración y proliferación celular. Es durante la etapa del sueño donde el organismo realiza actividades de purificación y desintoxicación que conllevan a una vida más saludable y según estudios científicos avalados, a una recuperación más rápida.

Existe evidencia científica asociada a un aumento del riesgo de infarto y enfermedades cerebrovasculares en personas que duermen menos de seis horas al día. Diversos estudios acerca de los efectos de la falta del sueño sobre el corazón han demostrado un daño similar al que presentan pacientes fumadores. De igual manera, se ha relacionado con el aumento de la presión arterial, la calcificación de las arterias coronarias y aumento de procesos inflamatorios asociados con la aparición de enfermedades cardíacas.

La ausencia de sueño se relaciona con la deficiencia de la melatonina, hormona que se segrega durante la fase profunda del sueño y tiene como función principal ayudar al cuerpo a mantener su ritmo natural y mantener un ciclo regular. La disminución de los niveles de melatonina se asocia a un aumento del 30% del riesgo de aparición de cáncer de mama y en mujeres quienes ya padecen este cáncer y que consumen melatonina como complemento a la quimioterapia, presentaron una mejor respuesta a las agresiones cancerígenas.

Los procesos metabólicos dentro del organismo se ven afectados en personas que no duermen lo suficiente. En niños y adolescentes, la falta de sueño altera la secreción de la hormona del crecimiento, atrofiando el proceso de desarrollo y crecimiento. En adultos y ancianos, la alteración de la producción de esta hormona altera la formación de masa muscular y la reparación de tejidos y células.

Las personas que pasan más tiempo en estado de vigilia durante la noche tienden a comer más cantidades de alimento y con mayor frecuencia debido a que la hormona leptina, que es la encargada de dar la sensación de saciedad al cerebro, trabaja menos cuando este órgano no ha tenido suficientes horas de sueño, mientras que su contraparte, la ghrelina, una hormona que activa el apetito, aumenta su nivel. Todo esto lleva a que la falta de un buen descanso nocturno genere el riesgo de un aumento de peso. Además, se calcula que una persona que duerme poco tiene 2.5 más probabilidades de padecer diabetes.

Dormir poco hace a las personas más susceptibles a infecciones, especialmente a las del tracto respiratorio. Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon encontró que quienes duermen menos de seis horas tienen más síntomas de gripa que aquellos que duermen más de ocho horas, cuando ambos han sido expuestos a diferentes virus respiratorios.

La falta de sueño no solo nos hace menos productivo, llena nuestras horas de luz con somnolencia y pereza, y disminuye nuestro ritmo de estudio y trabajo. Privar al cuerpo de las horas de sueño necesarias predispone a la aparición de enfermedades y altera procesos vitales en nuestro organismo necesarios para el correcto funcionamiento y recuperación de lesiones.

Por: Iván Castro

Columnista
3 agosto, 2018

El poder curativo del sueño

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Ivan Castro Lopez

Dormir por las noches no significa que el cuerpo se encuentre en total reposo, las actividades del organismo se encuentren suspendidas o las funciones celulares se encuentren limitadas. En realidad, durante estas horas de descanso, el organismo trabaja arduamente para realizar labores que se hacen imposibles mientras nos encontramos en periodos de vigilia. El sueño […]


Dormir por las noches no significa que el cuerpo se encuentre en total reposo, las actividades del organismo se encuentren suspendidas o las funciones celulares se encuentren limitadas. En realidad, durante estas horas de descanso, el organismo trabaja arduamente para realizar labores que se hacen imposibles mientras nos encontramos en periodos de vigilia.

El sueño es una de las maneras en que nuestro cuerpo se recupera de todas las injurias del trajín diario, aumenta las actividades inmunológicas y realiza trabajos de regeneración y proliferación celular. Es durante la etapa del sueño donde el organismo realiza actividades de purificación y desintoxicación que conllevan a una vida más saludable y según estudios científicos avalados, a una recuperación más rápida.

Existe evidencia científica asociada a un aumento del riesgo de infarto y enfermedades cerebrovasculares en personas que duermen menos de seis horas al día. Diversos estudios acerca de los efectos de la falta del sueño sobre el corazón han demostrado un daño similar al que presentan pacientes fumadores. De igual manera, se ha relacionado con el aumento de la presión arterial, la calcificación de las arterias coronarias y aumento de procesos inflamatorios asociados con la aparición de enfermedades cardíacas.

La ausencia de sueño se relaciona con la deficiencia de la melatonina, hormona que se segrega durante la fase profunda del sueño y tiene como función principal ayudar al cuerpo a mantener su ritmo natural y mantener un ciclo regular. La disminución de los niveles de melatonina se asocia a un aumento del 30% del riesgo de aparición de cáncer de mama y en mujeres quienes ya padecen este cáncer y que consumen melatonina como complemento a la quimioterapia, presentaron una mejor respuesta a las agresiones cancerígenas.

Los procesos metabólicos dentro del organismo se ven afectados en personas que no duermen lo suficiente. En niños y adolescentes, la falta de sueño altera la secreción de la hormona del crecimiento, atrofiando el proceso de desarrollo y crecimiento. En adultos y ancianos, la alteración de la producción de esta hormona altera la formación de masa muscular y la reparación de tejidos y células.

Las personas que pasan más tiempo en estado de vigilia durante la noche tienden a comer más cantidades de alimento y con mayor frecuencia debido a que la hormona leptina, que es la encargada de dar la sensación de saciedad al cerebro, trabaja menos cuando este órgano no ha tenido suficientes horas de sueño, mientras que su contraparte, la ghrelina, una hormona que activa el apetito, aumenta su nivel. Todo esto lleva a que la falta de un buen descanso nocturno genere el riesgo de un aumento de peso. Además, se calcula que una persona que duerme poco tiene 2.5 más probabilidades de padecer diabetes.

Dormir poco hace a las personas más susceptibles a infecciones, especialmente a las del tracto respiratorio. Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon encontró que quienes duermen menos de seis horas tienen más síntomas de gripa que aquellos que duermen más de ocho horas, cuando ambos han sido expuestos a diferentes virus respiratorios.

La falta de sueño no solo nos hace menos productivo, llena nuestras horas de luz con somnolencia y pereza, y disminuye nuestro ritmo de estudio y trabajo. Privar al cuerpo de las horas de sueño necesarias predispone a la aparición de enfermedades y altera procesos vitales en nuestro organismo necesarios para el correcto funcionamiento y recuperación de lesiones.

Por: Iván Castro