Hace 14 años, con unos cuantos meses de haber llegado a Valledupar, descubrí en una de las oficinas de la Universidad Popular del Cesar un ejemplar del periódico El Pilón. Me llamó la atención ver bien diseñado una publicación de provincia, distinta en su forma a la estructura convencional de los diarios colombianos. No estaba […]
Hace 14 años, con unos cuantos meses de haber llegado a Valledupar, descubrí en una de las oficinas de la Universidad Popular del Cesar un ejemplar del periódico El Pilón. Me llamó la atención ver bien diseñado una publicación de provincia, distinta en su forma a la estructura convencional de los diarios colombianos. No estaba muy relacionado con la forma de tabloide para un periódico. Desde pequeño había tenido que enfrentarme al reto de leer esos diarios de enormes pliegos que me obligaban no solo a desarrollar destreza en mi lectura, sino en la forma como debía irlo organizando y acomodando mientras lo exploraba. Con El Pilón fue distinto. Me parecía cómodo leerlo, me gustaba el desafío que enfrentaba, de entrar a crear su propia historia periodística en una zona donde poco se había explorado al respecto. Con El Pilón hubo una atracción a primera vista que sólo daría sus frutos años más tarde, en el 2009 cuando comencé a escribir como columnista de planta.
A medida que El Pilón crecía, aumentaban mi deseo de escribir allí, pues veía cómo el proyecto periodístico se agrandaba cada día más, cómo ganaba mayores lectores y se extendía. Fue cuando comencé a entender la importancia que El Pilón estaba adquiriendo en la construcción de la identidad vallenata y cesarense, porque nos permitía entender en forma más clara cómo funcionaba nuestra cultura en lo político, lo económico, lo sociocultural, lo literario y lo ideológico como tal.
El Pilón ha logrado construir durante estos veinte años un valioso proyecto de reconstrucción de nuestra historia, ha hecho visible nuestra manera de ver al mundo; ha vuelto al Cesar más universal, porque lo hemos podido contar, escribiéndolo a nuestra manera, desde nuestra particular forma de ver y entender el mundo.
Lo que Dickson Quiroz e Iván Alejandro Duarte, junto con los otros pioneros hicieron hace 20 años para cimentar un proyecto periodístico perdurable en el tiempo, que hoy se constituye en una escuela de periodistas, escritores y columnistas de opinión, es invaluable, en la medida que pudieron sentar las bases que hablarán en pocos años de una tradición periodística en Valledupar.
El diario El Pilón ha llegado a su año 20 de existencia, en su mejor momento. Un periódico que ha logrado sortear obstáculos económicos, políticos, que ha tenido que soportar la miserable muerte que quiso acallar la escritura informativa con el vil asesinato de Guzmán Quintero, ha podido resistir las presiones de quienes lo miran como una amenaza, pero también ha sentido la satisfacción de educar a cientos de personas que hoy son distintas, porque diariamente se nutren de sus páginas y han vuelto su lectura una necesidad de aprender.
Los logros de El Pilón van más allá de tener un buen diseño, un inmejorable equipo de redacción, una excelente editora general, uno de los mejores caricaturistas del Caribe, de tener excelentes periodistas y columnistas, de alcanzar reconocimientos a nivel local regional y nacional. El verdadero logro es poder mostrar que con coherencia, pertinacia y amor por el periodismo, se han sentado las bases para que desde la información y la opinión responsable se ayude a construir un país mejor y un semillero de jóvenes periodistas que tendrán mucho que ofrecer a esta tierra para fortalecer su identidad.
@Oscararizadaza
Hace 14 años, con unos cuantos meses de haber llegado a Valledupar, descubrí en una de las oficinas de la Universidad Popular del Cesar un ejemplar del periódico El Pilón. Me llamó la atención ver bien diseñado una publicación de provincia, distinta en su forma a la estructura convencional de los diarios colombianos. No estaba […]
Hace 14 años, con unos cuantos meses de haber llegado a Valledupar, descubrí en una de las oficinas de la Universidad Popular del Cesar un ejemplar del periódico El Pilón. Me llamó la atención ver bien diseñado una publicación de provincia, distinta en su forma a la estructura convencional de los diarios colombianos. No estaba muy relacionado con la forma de tabloide para un periódico. Desde pequeño había tenido que enfrentarme al reto de leer esos diarios de enormes pliegos que me obligaban no solo a desarrollar destreza en mi lectura, sino en la forma como debía irlo organizando y acomodando mientras lo exploraba. Con El Pilón fue distinto. Me parecía cómodo leerlo, me gustaba el desafío que enfrentaba, de entrar a crear su propia historia periodística en una zona donde poco se había explorado al respecto. Con El Pilón hubo una atracción a primera vista que sólo daría sus frutos años más tarde, en el 2009 cuando comencé a escribir como columnista de planta.
A medida que El Pilón crecía, aumentaban mi deseo de escribir allí, pues veía cómo el proyecto periodístico se agrandaba cada día más, cómo ganaba mayores lectores y se extendía. Fue cuando comencé a entender la importancia que El Pilón estaba adquiriendo en la construcción de la identidad vallenata y cesarense, porque nos permitía entender en forma más clara cómo funcionaba nuestra cultura en lo político, lo económico, lo sociocultural, lo literario y lo ideológico como tal.
El Pilón ha logrado construir durante estos veinte años un valioso proyecto de reconstrucción de nuestra historia, ha hecho visible nuestra manera de ver al mundo; ha vuelto al Cesar más universal, porque lo hemos podido contar, escribiéndolo a nuestra manera, desde nuestra particular forma de ver y entender el mundo.
Lo que Dickson Quiroz e Iván Alejandro Duarte, junto con los otros pioneros hicieron hace 20 años para cimentar un proyecto periodístico perdurable en el tiempo, que hoy se constituye en una escuela de periodistas, escritores y columnistas de opinión, es invaluable, en la medida que pudieron sentar las bases que hablarán en pocos años de una tradición periodística en Valledupar.
El diario El Pilón ha llegado a su año 20 de existencia, en su mejor momento. Un periódico que ha logrado sortear obstáculos económicos, políticos, que ha tenido que soportar la miserable muerte que quiso acallar la escritura informativa con el vil asesinato de Guzmán Quintero, ha podido resistir las presiones de quienes lo miran como una amenaza, pero también ha sentido la satisfacción de educar a cientos de personas que hoy son distintas, porque diariamente se nutren de sus páginas y han vuelto su lectura una necesidad de aprender.
Los logros de El Pilón van más allá de tener un buen diseño, un inmejorable equipo de redacción, una excelente editora general, uno de los mejores caricaturistas del Caribe, de tener excelentes periodistas y columnistas, de alcanzar reconocimientos a nivel local regional y nacional. El verdadero logro es poder mostrar que con coherencia, pertinacia y amor por el periodismo, se han sentado las bases para que desde la información y la opinión responsable se ayude a construir un país mejor y un semillero de jóvenes periodistas que tendrán mucho que ofrecer a esta tierra para fortalecer su identidad.
@Oscararizadaza