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Columnista - 31 agosto, 2023

El perverso negocio de las campañas electorales

Por lo general, el ejercicio de la política electoral está lejos de ser un propósito altruista; este suele ser un negocio de alto riesgo, pero del cual se pretenden extraer ingentes sumas de dinero: a mayor riesgo, se espera mayor rentabilidad. 

Por lo general, el ejercicio de la política electoral está lejos de ser un propósito altruista; este suele ser un negocio de alto riesgo, pero del cual se pretenden extraer ingentes sumas de dinero: a mayor riesgo, se espera mayor rentabilidad. 

Las ilimitadas fortunas que algunos candidatos invierten no se pueden recuperar con el mero salario del cargo sino con las coimas y la contratación sastre. 

Muchas de las fortunas invertidas en una campaña electoral son de origen ilegal, no son fruto del trabajo honesto, por eso invierten a manos llenas, no les duele, todo el mundo lo sabe, lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta. Manejar la contratación pública bajo estas categorías es más rentable que el narcotráfico y todo queda lavado. La mayoría de las familias ricas del país han hecho sus fortunas manejando el poder político, usando al sector público como fuente de financiación. 

He visto exalcaldes de pueblos pequeños que luego se convierten en ostentosos parlamentarios. También hay exempleados que cuadraron su vida con transitorios empleos y ahora aspiran a cargos de elección popular compitiendo en gastos con las grandes ligas sabiendo uno que esos recursos no provienen de recursos familiares, ustedes pueden identificarlos. 

En el Cesar esto es preponderante, sus gastos son intimidantes como si fuera la última oportunidad; en publicidad atiborran el espacio y los órganos de los sentidos hasta el fuero de las emociones; aquí no se necesitan ideas ni propuestas, el poder del dinero avasalla e invita a votar; en cambio, la inteligencia, los antecedentes y la decencia son intrascendentes; produce tristeza tanta algarabía y despilfarro. Más, leemos que personas que creíamos decentes los apoyan. En Valledupar todos nos conocemos y sabemos cuál es el origen de las fortunas de muchos de los candidatos o de los grupos que los impulsan y los vericuetos de sus carreras llenas de trapisondas; sin embargo, ya nos acostumbramos a aceptarlos con todos sus pecados y prontuarios, cosa juzgada como diría un juez. En cambio, otros nuevos ricos electorales, tradicionalmente pobres, burócratas de poca tradición comercial y/o industrial rentable, también hacen ostentosas campañas, comparables con los tradicionales que ya lavaron sus fortunas tras una vida cuestionable; esto es empezar por donde otros han terminado, de ellos nada provechoso podemos esperar, pueden ser jóvenes, pero ya están contaminados. Tétrica parábola de la vida. 

A sus toldas desteñidas han llegado antiguos concejales y falsos líderes que en algún momento presumían de alternativos pero que uno sabe que no dan un paso sin dinero; el fin justifica los medios dirán esos mercaderes. Estas adhesiones no son gratis ni se hacen por afinidades ideológicas o programáticas, son vendidas, cien o más millones de pesos vale esa transacción. Estas ofertas de adhesiones las hacen en muchas campañas hasta que encuentran una que los asocia, son como corredores de bolsa. Lo sé porque a nuestra sede, la de Lina de Armas, han llegado concejales actuales y pasados y viejos políticos ofreciendo adhesiones, pero estas tienen un alto costo que no se compadece con sus hipotéticos aportes; nosotros hemos diseñado otras formas para conquistar el voto directo, sin intermediaciones ni oscuras financiaciones. 

A esos itinerantes de supuestos acompañamientos, después los hemos visto en otras toldas porque no es nuestro estilo hacer las cosas de esta manera. Además, no poseemos la perversa capacidad de corrupción que otros tienen. Ese es nuestro paradigma electoral, da asco. Parodiando a Gustavo Bolívar, ese gran alternativo del petrismo, los traficantes del voto dicen: sin plata no hay paraíso.

Es urgente una reforma electoral, el centro de esta actividad deben ser la decencia y el altruismo ciudadano sin lo cual la democracia no es sustentable. Los procedimientos de elección popular deben ser más sencillos y austeros y los aspirantes deberían someterse a una prueba de intenciones, de dignidad y comportamientos. 

Por Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
31 agosto, 2023

El perverso negocio de las campañas electorales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por lo general, el ejercicio de la política electoral está lejos de ser un propósito altruista; este suele ser un negocio de alto riesgo, pero del cual se pretenden extraer ingentes sumas de dinero: a mayor riesgo, se espera mayor rentabilidad. 


Por lo general, el ejercicio de la política electoral está lejos de ser un propósito altruista; este suele ser un negocio de alto riesgo, pero del cual se pretenden extraer ingentes sumas de dinero: a mayor riesgo, se espera mayor rentabilidad. 

Las ilimitadas fortunas que algunos candidatos invierten no se pueden recuperar con el mero salario del cargo sino con las coimas y la contratación sastre. 

Muchas de las fortunas invertidas en una campaña electoral son de origen ilegal, no son fruto del trabajo honesto, por eso invierten a manos llenas, no les duele, todo el mundo lo sabe, lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta. Manejar la contratación pública bajo estas categorías es más rentable que el narcotráfico y todo queda lavado. La mayoría de las familias ricas del país han hecho sus fortunas manejando el poder político, usando al sector público como fuente de financiación. 

He visto exalcaldes de pueblos pequeños que luego se convierten en ostentosos parlamentarios. También hay exempleados que cuadraron su vida con transitorios empleos y ahora aspiran a cargos de elección popular compitiendo en gastos con las grandes ligas sabiendo uno que esos recursos no provienen de recursos familiares, ustedes pueden identificarlos. 

En el Cesar esto es preponderante, sus gastos son intimidantes como si fuera la última oportunidad; en publicidad atiborran el espacio y los órganos de los sentidos hasta el fuero de las emociones; aquí no se necesitan ideas ni propuestas, el poder del dinero avasalla e invita a votar; en cambio, la inteligencia, los antecedentes y la decencia son intrascendentes; produce tristeza tanta algarabía y despilfarro. Más, leemos que personas que creíamos decentes los apoyan. En Valledupar todos nos conocemos y sabemos cuál es el origen de las fortunas de muchos de los candidatos o de los grupos que los impulsan y los vericuetos de sus carreras llenas de trapisondas; sin embargo, ya nos acostumbramos a aceptarlos con todos sus pecados y prontuarios, cosa juzgada como diría un juez. En cambio, otros nuevos ricos electorales, tradicionalmente pobres, burócratas de poca tradición comercial y/o industrial rentable, también hacen ostentosas campañas, comparables con los tradicionales que ya lavaron sus fortunas tras una vida cuestionable; esto es empezar por donde otros han terminado, de ellos nada provechoso podemos esperar, pueden ser jóvenes, pero ya están contaminados. Tétrica parábola de la vida. 

A sus toldas desteñidas han llegado antiguos concejales y falsos líderes que en algún momento presumían de alternativos pero que uno sabe que no dan un paso sin dinero; el fin justifica los medios dirán esos mercaderes. Estas adhesiones no son gratis ni se hacen por afinidades ideológicas o programáticas, son vendidas, cien o más millones de pesos vale esa transacción. Estas ofertas de adhesiones las hacen en muchas campañas hasta que encuentran una que los asocia, son como corredores de bolsa. Lo sé porque a nuestra sede, la de Lina de Armas, han llegado concejales actuales y pasados y viejos políticos ofreciendo adhesiones, pero estas tienen un alto costo que no se compadece con sus hipotéticos aportes; nosotros hemos diseñado otras formas para conquistar el voto directo, sin intermediaciones ni oscuras financiaciones. 

A esos itinerantes de supuestos acompañamientos, después los hemos visto en otras toldas porque no es nuestro estilo hacer las cosas de esta manera. Además, no poseemos la perversa capacidad de corrupción que otros tienen. Ese es nuestro paradigma electoral, da asco. Parodiando a Gustavo Bolívar, ese gran alternativo del petrismo, los traficantes del voto dicen: sin plata no hay paraíso.

Es urgente una reforma electoral, el centro de esta actividad deben ser la decencia y el altruismo ciudadano sin lo cual la democracia no es sustentable. Los procedimientos de elección popular deben ser más sencillos y austeros y los aspirantes deberían someterse a una prueba de intenciones, de dignidad y comportamientos. 

Por Luis Napoleón de Armas P.