Lo que ocurrió la semana pasada en Bogotá muestra el descontrol que hoy sufre nuestra Policía Nacional, encargada de cuidar a los ciudadanos, pero que hoy parece haber perdido el rumbo en medio de una serie de incidentes graves que propiciaron el caos dejando 13 muertos, en dos noches de terror en la capital; los […]
Lo que ocurrió la semana pasada en Bogotá muestra el descontrol que hoy sufre nuestra Policía Nacional, encargada de cuidar a los ciudadanos, pero que hoy parece haber perdido el rumbo en medio de una serie de incidentes graves que propiciaron el caos dejando 13 muertos, en dos noches de terror en la capital; los excesos, la falta de preparación, sobre todo en temas de derechos humanos y la complicidad del gobierno ha llevado a que la policía se sienta imbatible e invencible y adopte prácticas que dejan mucho que desear.
Salir a disparar a una multitud que protestaba, como lo hicieron más de 100 policías en Bogotá, merece más que una investigación. El asesinato de Javier Ordóñez por brutalidad policial merece más que capturar a los dos asesinos; lo que se requiere en la Policía no es que Duque vaya a un CAI y se vista de patrullero respaldando lo que ocurrió y dándoles la espalda a muchos familiares de los jóvenes muertos. Cuando se quiere cambiar, lo primero que hay que hacer es reconocer que existe un problema y en la Policía hay muchos de toda índole, entonces hay que hacer una reflexión profunda que desemboque en una gran reforma para recuperar el prestigio y sobre todo mejorar todos sus procesos.
El Gobierno nacional debe propiciar esos cambios y no hacerse como siempre el de la vista gorda, argumentando que hay sectores de la izquierda que quieren acabar la institución o buscando excusas como lo hace el arrogante ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, que en estas circunstancias se vio acorralado y pidió perdón, después que en principio desestimó el asesinato de Ordóñez.
No se puede tapar el sol con las manos y tampoco es hora de acabar a la Policía que está expuesta a miles de casos al día y, en su mayoría, tratan de hacer lo que pueden ante una ciudadanía agresiva y desesperada por el asecho del hampa y las necesidades sociales que el gobierno tampoco atiende. Pero no vamos a negar que se requieren mejores estándares para la incorporación, revisar cómo se están haciendo los operativos, se necesita mayor tecnología y una unidad de mando estructurada y organizada, el liderazgo en la institución se ha perdido y hay que avanzar de acuerdo a los retos que nos imponen los nuevos tiempos.
‘El patrullero Duque’, de entrada se niega a las reformas y refuerza el tema de mano dura apoyado por su partido el CD que parece haber entrado en una espiral de autoritarismo incontrolable. El presidente con su actitud legitima todo lo que está pasando y piensa que con el tiempo esto pasará y la gente no se acordará, sin pensar que hay un problema estructural que hay que solucionar antes que se desborde y sea la ciudadanía la más perjudicada.
Hoy lunes hay una gran marcha, la Policía estará sin armas, esperemos que sea un espacio de reconciliación y que desde la protesta también se haga un ejercicio de no violencia para lograr por fin un entendimiento.
Lo que ocurrió la semana pasada en Bogotá muestra el descontrol que hoy sufre nuestra Policía Nacional, encargada de cuidar a los ciudadanos, pero que hoy parece haber perdido el rumbo en medio de una serie de incidentes graves que propiciaron el caos dejando 13 muertos, en dos noches de terror en la capital; los […]
Lo que ocurrió la semana pasada en Bogotá muestra el descontrol que hoy sufre nuestra Policía Nacional, encargada de cuidar a los ciudadanos, pero que hoy parece haber perdido el rumbo en medio de una serie de incidentes graves que propiciaron el caos dejando 13 muertos, en dos noches de terror en la capital; los excesos, la falta de preparación, sobre todo en temas de derechos humanos y la complicidad del gobierno ha llevado a que la policía se sienta imbatible e invencible y adopte prácticas que dejan mucho que desear.
Salir a disparar a una multitud que protestaba, como lo hicieron más de 100 policías en Bogotá, merece más que una investigación. El asesinato de Javier Ordóñez por brutalidad policial merece más que capturar a los dos asesinos; lo que se requiere en la Policía no es que Duque vaya a un CAI y se vista de patrullero respaldando lo que ocurrió y dándoles la espalda a muchos familiares de los jóvenes muertos. Cuando se quiere cambiar, lo primero que hay que hacer es reconocer que existe un problema y en la Policía hay muchos de toda índole, entonces hay que hacer una reflexión profunda que desemboque en una gran reforma para recuperar el prestigio y sobre todo mejorar todos sus procesos.
El Gobierno nacional debe propiciar esos cambios y no hacerse como siempre el de la vista gorda, argumentando que hay sectores de la izquierda que quieren acabar la institución o buscando excusas como lo hace el arrogante ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, que en estas circunstancias se vio acorralado y pidió perdón, después que en principio desestimó el asesinato de Ordóñez.
No se puede tapar el sol con las manos y tampoco es hora de acabar a la Policía que está expuesta a miles de casos al día y, en su mayoría, tratan de hacer lo que pueden ante una ciudadanía agresiva y desesperada por el asecho del hampa y las necesidades sociales que el gobierno tampoco atiende. Pero no vamos a negar que se requieren mejores estándares para la incorporación, revisar cómo se están haciendo los operativos, se necesita mayor tecnología y una unidad de mando estructurada y organizada, el liderazgo en la institución se ha perdido y hay que avanzar de acuerdo a los retos que nos imponen los nuevos tiempos.
‘El patrullero Duque’, de entrada se niega a las reformas y refuerza el tema de mano dura apoyado por su partido el CD que parece haber entrado en una espiral de autoritarismo incontrolable. El presidente con su actitud legitima todo lo que está pasando y piensa que con el tiempo esto pasará y la gente no se acordará, sin pensar que hay un problema estructural que hay que solucionar antes que se desborde y sea la ciudadanía la más perjudicada.
Hoy lunes hay una gran marcha, la Policía estará sin armas, esperemos que sea un espacio de reconciliación y que desde la protesta también se haga un ejercicio de no violencia para lograr por fin un entendimiento.