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Columnista - 1 abril, 2016

El patrimonio inmaterial necesita más hechos menos palabras

Como lo prometí en la columna anterior, quiero compartirles una síntesis de la breve ponencia que presenté en el foro que realizó la oficina de asuntos interinstitucionales de la Gobernación del Cesar en Bogotá, sobre la inclusión de la música vallenata en la lista representativa de patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia […]

Boton Wpp

Como lo prometí en la columna anterior, quiero compartirles una síntesis de la breve ponencia que presenté en el foro que realizó la oficina de asuntos interinstitucionales de la Gobernación del Cesar en Bogotá, sobre la inclusión de la música vallenata en la lista representativa de patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia de la Unesco a finales del año pasado.

Siendo la música vallenata, sin duda alguna, el bien inmaterial de más valor que poseemos los habitantes de la Costa Caribe Colombiana y en especial los nacidos en lo que aún llamamos el Magdalena Grande, se hace urgente y necesario emprender una campaña de defensa y protección sobre nuestro patrimonio cultural más preciado; lo cual, en efecto, se viene haciendo desde finales de la década anterior por un grupo significativo de compositores, músicos y gestores culturales de esta región, que vio sus primeros frutos con la inclusión de la música vallenata del Caribe Colombiano en la lista representativa del Patrimonio inmaterial de Colombia y posteriormente la creación del PES Plan Especial de Salvaguardia para el vallenato.

Los que han sudado la camiseta por más de ocho años en esta tarea no son precisamente las instituciones gubernamentales del país, sino personas naturales que ejercen cierto liderazgo en nuestro entorno cultural y que a titulo enunciativo se pueden mencionar aquí, algunos de ellos, como Adrián Villamizar, Lolita Acosta (q.e.p.d.), Carlos Llanos, Rosendo Romero, Santander y Estela Duran Escalona.

La primera conclusión que tenemos sobre este logro es que no obedece al trabajo de ninguna institución pública u organizaciones culturales, sino a la lucha de personas naturales, y que las primeras se fueron adhiriendo a la causa en la medida en que esta tomaba fuerza.

De otra parte se concluye en la ponencia, que el haber incluido al vallenato en una lista de patrimonios culturales que requieren medidas urgentes de salvaguardia, tanto en el orden nacional como en el universal de la Unesco, no puede ser motivo de alborozo y celebración alguna, ya que lo que estamos reconociendo con ello es que nuestras tradiciones culturales se encuentran en grave riesgo y que debemos tomar medidas urgentes y excepcionales para protegerlas y conservarlas.

Y por último, se hace un llamado de atención tanto a los gestores de este gran trabajo como a las instituciones públicas y privadas para que pongamos a funcionar, desde ya, todos aquellos planes, programas y proyectos tendientes a materializar lo que implica proteger y salvaguardar un patrimonio cultural inmaterial y no nos quedemos en simple y llana retórica.

Columnista
1 abril, 2016

El patrimonio inmaterial necesita más hechos menos palabras

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

Como lo prometí en la columna anterior, quiero compartirles una síntesis de la breve ponencia que presenté en el foro que realizó la oficina de asuntos interinstitucionales de la Gobernación del Cesar en Bogotá, sobre la inclusión de la música vallenata en la lista representativa de patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia […]


Como lo prometí en la columna anterior, quiero compartirles una síntesis de la breve ponencia que presenté en el foro que realizó la oficina de asuntos interinstitucionales de la Gobernación del Cesar en Bogotá, sobre la inclusión de la música vallenata en la lista representativa de patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia de la Unesco a finales del año pasado.

Siendo la música vallenata, sin duda alguna, el bien inmaterial de más valor que poseemos los habitantes de la Costa Caribe Colombiana y en especial los nacidos en lo que aún llamamos el Magdalena Grande, se hace urgente y necesario emprender una campaña de defensa y protección sobre nuestro patrimonio cultural más preciado; lo cual, en efecto, se viene haciendo desde finales de la década anterior por un grupo significativo de compositores, músicos y gestores culturales de esta región, que vio sus primeros frutos con la inclusión de la música vallenata del Caribe Colombiano en la lista representativa del Patrimonio inmaterial de Colombia y posteriormente la creación del PES Plan Especial de Salvaguardia para el vallenato.

Los que han sudado la camiseta por más de ocho años en esta tarea no son precisamente las instituciones gubernamentales del país, sino personas naturales que ejercen cierto liderazgo en nuestro entorno cultural y que a titulo enunciativo se pueden mencionar aquí, algunos de ellos, como Adrián Villamizar, Lolita Acosta (q.e.p.d.), Carlos Llanos, Rosendo Romero, Santander y Estela Duran Escalona.

La primera conclusión que tenemos sobre este logro es que no obedece al trabajo de ninguna institución pública u organizaciones culturales, sino a la lucha de personas naturales, y que las primeras se fueron adhiriendo a la causa en la medida en que esta tomaba fuerza.

De otra parte se concluye en la ponencia, que el haber incluido al vallenato en una lista de patrimonios culturales que requieren medidas urgentes de salvaguardia, tanto en el orden nacional como en el universal de la Unesco, no puede ser motivo de alborozo y celebración alguna, ya que lo que estamos reconociendo con ello es que nuestras tradiciones culturales se encuentran en grave riesgo y que debemos tomar medidas urgentes y excepcionales para protegerlas y conservarlas.

Y por último, se hace un llamado de atención tanto a los gestores de este gran trabajo como a las instituciones públicas y privadas para que pongamos a funcionar, desde ya, todos aquellos planes, programas y proyectos tendientes a materializar lo que implica proteger y salvaguardar un patrimonio cultural inmaterial y no nos quedemos en simple y llana retórica.