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Columnista - 9 marzo, 2022

“El país necesita un Congreso renovado”: Imelda Daza

Los colombianos ven impávidos cómo se apoderan de los recursos con los que el Estado debe resarcirles los problemas de salud, educación, vivienda y alimentación a los colombianos.  

El próximo domingo los colombianos elegirán el Congreso de la República, la rama legislativa bicameral que se encarga de formular y crear las leyes, además de ejercer control del gobierno. Las encuestas divulgadas revelan que se quiere el cambio para acabar con la corrupción desde el Congreso de la República.

Los escándalos son el pan de cada día. Hace unos días la Revista Semana puso al descubierto otra hazaña de corrupción de otro congresista. Se trata del senador liberal Mario Castaño.  “En una comunicación entre Castaño y Juan Carlos Martínez, a quien los investigadores señalan como su hombre de confianza, ambos se jactan delante de dos mujeres porque se apropiaron de la prórroga de un contrato de licores en el Chocó que, según confiesan, les dejaría utilidades anuales por 15.000 millones de pesos y durante 15 años”, dice la revista. 

Los colombianos ven impávidos cómo se apoderan de los recursos con los que el Estado debe resarcirles los problemas de salud, educación, vivienda y alimentación a los colombianos.  

Pero, no solo se hurtan los dineros de las obras, también de los restaurantes para niños y ancianos, son insaciables para obtener dinero y poder.  

Son los congresistas los que más dinero ganan mensualmente en el país. El Estado les cubre: vivienda, alimentación, medicina, teléfonos, secretarias, carros blindados, escoltas, pasajes aéreos y como ñapa les entrega poderes en institutos, empresas, universidades, colegios y en todas las instituciones. Aun así, no quedan satisfechos.

Ahora, jóvenes y adultos se involucran en el tema político y se aviva la apertura de nuevos escenarios para encarar a los políticos que se aferran al poder. Los hijos reemplazan a los padres, en un traslado de poderes como si la democracia fuese el destino de ellos y no de la pluralidad, el Cesar es un ejemplo de ese traspaso del poder. 

Lo otro es que la mujer colombiana ha empezado a despertar y hoy vemos lideresas de todos los estamentos sociales y gremios, reclamando una mayor presencia en el Congreso de la República. 

Una de ellas es Imelda Daza Cotes, villanuevera – manaurera, quien ha vivido en carne propia la persecución violenta de la clase política del país. 

Es candidata al Senado del Partido Comunes. “La participación de la mujer en la dirección política del Estado colombiano es mínima, conviene que más mujeres asumamos cargos de dirección en todas las ramas del Estado”, sostiene.  

Señala que representará en el Congreso de la República “a las víctimas del conflicto armado que no hemos sido suficientemente asistidas ni dignificadas y mucho menos reparadas. Seré también vocera de las víctimas y de los adultos mayores, de la mujer porque no quiero para ellas el país que a mí me tocó vivir”.  

Imelda Daza, cofundadora de la UPC, asegura que al congreso hay que renovarlo porque está demostrado que el actual es un congreso plegado a la corrupción. “El país sabe de los enormes escándalos del congreso. Hay que cambiarlo. Los seis representantes del Cesar aprobaron todas las barbaridades que Duque les pidió. Los actuales no representan el sentir del pueblo colombiano; además de corruptos, ineficientes, no están acorde con las necesidades del país, no absolutamente todos. Hay congresistas buenos y gente que se duele de la tragedia del país, es una minoría, entonces queremos renovar por una mayoría que apoyen y trabajen”, dijo. 

Finalmente precisó que la rama legislativa debe recuperar su carácter que es pilar de la democracia, porque actualmente es una rama sobornada por la rama ejecutiva y por eso tenemos un régimen presidencialista que no es demócrata, lo que contradice el sentido de la democracia, concluyó. [email protected]   @tiochiro. 

Por Aquilino Cotes Zuleta

Columnista
9 marzo, 2022

“El país necesita un Congreso renovado”: Imelda Daza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Los colombianos ven impávidos cómo se apoderan de los recursos con los que el Estado debe resarcirles los problemas de salud, educación, vivienda y alimentación a los colombianos.  


El próximo domingo los colombianos elegirán el Congreso de la República, la rama legislativa bicameral que se encarga de formular y crear las leyes, además de ejercer control del gobierno. Las encuestas divulgadas revelan que se quiere el cambio para acabar con la corrupción desde el Congreso de la República.

Los escándalos son el pan de cada día. Hace unos días la Revista Semana puso al descubierto otra hazaña de corrupción de otro congresista. Se trata del senador liberal Mario Castaño.  “En una comunicación entre Castaño y Juan Carlos Martínez, a quien los investigadores señalan como su hombre de confianza, ambos se jactan delante de dos mujeres porque se apropiaron de la prórroga de un contrato de licores en el Chocó que, según confiesan, les dejaría utilidades anuales por 15.000 millones de pesos y durante 15 años”, dice la revista. 

Los colombianos ven impávidos cómo se apoderan de los recursos con los que el Estado debe resarcirles los problemas de salud, educación, vivienda y alimentación a los colombianos.  

Pero, no solo se hurtan los dineros de las obras, también de los restaurantes para niños y ancianos, son insaciables para obtener dinero y poder.  

Son los congresistas los que más dinero ganan mensualmente en el país. El Estado les cubre: vivienda, alimentación, medicina, teléfonos, secretarias, carros blindados, escoltas, pasajes aéreos y como ñapa les entrega poderes en institutos, empresas, universidades, colegios y en todas las instituciones. Aun así, no quedan satisfechos.

Ahora, jóvenes y adultos se involucran en el tema político y se aviva la apertura de nuevos escenarios para encarar a los políticos que se aferran al poder. Los hijos reemplazan a los padres, en un traslado de poderes como si la democracia fuese el destino de ellos y no de la pluralidad, el Cesar es un ejemplo de ese traspaso del poder. 

Lo otro es que la mujer colombiana ha empezado a despertar y hoy vemos lideresas de todos los estamentos sociales y gremios, reclamando una mayor presencia en el Congreso de la República. 

Una de ellas es Imelda Daza Cotes, villanuevera – manaurera, quien ha vivido en carne propia la persecución violenta de la clase política del país. 

Es candidata al Senado del Partido Comunes. “La participación de la mujer en la dirección política del Estado colombiano es mínima, conviene que más mujeres asumamos cargos de dirección en todas las ramas del Estado”, sostiene.  

Señala que representará en el Congreso de la República “a las víctimas del conflicto armado que no hemos sido suficientemente asistidas ni dignificadas y mucho menos reparadas. Seré también vocera de las víctimas y de los adultos mayores, de la mujer porque no quiero para ellas el país que a mí me tocó vivir”.  

Imelda Daza, cofundadora de la UPC, asegura que al congreso hay que renovarlo porque está demostrado que el actual es un congreso plegado a la corrupción. “El país sabe de los enormes escándalos del congreso. Hay que cambiarlo. Los seis representantes del Cesar aprobaron todas las barbaridades que Duque les pidió. Los actuales no representan el sentir del pueblo colombiano; además de corruptos, ineficientes, no están acorde con las necesidades del país, no absolutamente todos. Hay congresistas buenos y gente que se duele de la tragedia del país, es una minoría, entonces queremos renovar por una mayoría que apoyen y trabajen”, dijo. 

Finalmente precisó que la rama legislativa debe recuperar su carácter que es pilar de la democracia, porque actualmente es una rama sobornada por la rama ejecutiva y por eso tenemos un régimen presidencialista que no es demócrata, lo que contradice el sentido de la democracia, concluyó. [email protected]   @tiochiro. 

Por Aquilino Cotes Zuleta