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Columnista - 8 noviembre, 2023

El Pacto Histórico perdió el poder territorial

El poder territorial es el que impone la política así no gane la presidencia de la República; en las elecciones del 29/10/2023, solo en Amazonas y Nariño ganó el Gobierno central.

El poder territorial es el que impone la política así no gane la presidencia de la República; en las elecciones del 29/10/2023, solo en Amazonas y Nariño ganó el Gobierno central. Esto significa que en las próximas elecciones parlamentarias la oposición cubriría casi todas las curules y esto traería el fin de la política del cambio sin cuartelazos; este será el entierro definitivo de una alternativa que apenas nace; esto será desolador y un duro golpe político y económico para el presidente Petro, el país y los que en él creemos. 

El poder político es envolvente y se ejerce desde la periferia con gran impacto en la economía; solo cinco secciones territoriales son dueñas del 65.5% del PIB nacional y allí ganó la oposición con figuras representativas de la derecha sindicada de vínculos con el crimen, manejadores de la política nacional de la cual vinculados con estructuras menores conexas como el Cesar, que para este este año, se proyecta como la novena economía del país con un pírrico 2.56% del PIB total. 

No es por infundir el terror, es ver la realidad críticamente, ni significa el apocalipsis, pero vendrán muchas décadas perdidas donde imperará el statu quo ético, político y económico. Por fortuna, muchos de los que hoy estamos mirando las cosas, ya no estaremos en este escenario; sin embargo, lo sentimos por las futuras generaciones, incluyendo a nuestros nietos quienes tendrán que empeñarse a fondo con un nuevo avivamiento como dicen los clérigos y pastores y con una cualificación profunda de la sociedad para crear un hombre nuevo que las viejas generaciones no pudimos o quisimos hacer. 

La humanidad, así como la naturaleza, también tiene ciclos que son inexorables. Se ha determinado que cada cien mil años sobreviene una helada en la tierra como una terapia de la naturaleza para reorientar sus procesos, al finalizar estos el planeta arranca con vitalidad; es como una especie de asepsia. En cambio, el homo que los alteró, no quiere imitarla y persiste en generar hambre, fomentar las guerras y la autodestrucción; la política es una forma de hacerlo. 

Sociológicamente, la especie humana requiere de una redefinición, su comportamiento es extraño; fue capaz de elegir a Petro, pero no de acompañarlo en sus propuestas; también, en los foros internacionales predica la convivencia, más a nivel de estados y de individuos se fomenta la destrucción del planeta. 

Pareciera que el homo no hubiese terminado su evolución porque en sus actitudes aún conserva rasgos primigenios como el salvajismo que eclipsa su racionalidad y su sentido común. Tres mil quinientos años después no veo diferencias entre lo que Josué hizo en Canaán con la dirección de Yahveh y lo que hoy hacen los judíos contra los palestinos con el aval de los EE. UU, el nuevo Yahveh. 

Que tal que Israel no fuera “el pueblo de Dios”. No veo diferencias entre lo que le permitían los esclavos romanos al César con lo que hoy les aceptan los electores colombianos a sus verdugos. Los primeros saludaban al emperador antes de ser asesinados, los segundos besaban un billete ensangrentado antes de votar. 

La mayoría de los colombianos está muerta políticamente pero casi nadie se devuelve a contemplar los huesos de sus congéneres como sí lo hacen los elefantes mediante un reconocimiento solemne de sus restos. Sálvese quien pueda dice el sapiens, ese mismo que fue capaz de desarrollar la inteligencia artificial. 

La suerte para Colombia está echada, seremos los mismos tercermundistas, nuestros indicadores se acercarán cada vez más a los africanos del sur del Sahara. Creo que la elección popular de mandatarios regionales y locales ha sido nociva para un país que tiene una frágil democracia. Elegimos reyezuelos con patente de corso para robar el erario y por eso no avanzamos. Pudiéramos ser una nación poderosa, tenemos muchos recursos y una envidiable posición geográfica; de lo que carecemos es de transparencia y sensibilidad social. Es inaudito que sea más costoso aspirar a la alcaldía de Valledupar que a la de Bogotá. A este país hay que darle un revolcón.

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
8 noviembre, 2023

El Pacto Histórico perdió el poder territorial

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

El poder territorial es el que impone la política así no gane la presidencia de la República; en las elecciones del 29/10/2023, solo en Amazonas y Nariño ganó el Gobierno central.


El poder territorial es el que impone la política así no gane la presidencia de la República; en las elecciones del 29/10/2023, solo en Amazonas y Nariño ganó el Gobierno central. Esto significa que en las próximas elecciones parlamentarias la oposición cubriría casi todas las curules y esto traería el fin de la política del cambio sin cuartelazos; este será el entierro definitivo de una alternativa que apenas nace; esto será desolador y un duro golpe político y económico para el presidente Petro, el país y los que en él creemos. 

El poder político es envolvente y se ejerce desde la periferia con gran impacto en la economía; solo cinco secciones territoriales son dueñas del 65.5% del PIB nacional y allí ganó la oposición con figuras representativas de la derecha sindicada de vínculos con el crimen, manejadores de la política nacional de la cual vinculados con estructuras menores conexas como el Cesar, que para este este año, se proyecta como la novena economía del país con un pírrico 2.56% del PIB total. 

No es por infundir el terror, es ver la realidad críticamente, ni significa el apocalipsis, pero vendrán muchas décadas perdidas donde imperará el statu quo ético, político y económico. Por fortuna, muchos de los que hoy estamos mirando las cosas, ya no estaremos en este escenario; sin embargo, lo sentimos por las futuras generaciones, incluyendo a nuestros nietos quienes tendrán que empeñarse a fondo con un nuevo avivamiento como dicen los clérigos y pastores y con una cualificación profunda de la sociedad para crear un hombre nuevo que las viejas generaciones no pudimos o quisimos hacer. 

La humanidad, así como la naturaleza, también tiene ciclos que son inexorables. Se ha determinado que cada cien mil años sobreviene una helada en la tierra como una terapia de la naturaleza para reorientar sus procesos, al finalizar estos el planeta arranca con vitalidad; es como una especie de asepsia. En cambio, el homo que los alteró, no quiere imitarla y persiste en generar hambre, fomentar las guerras y la autodestrucción; la política es una forma de hacerlo. 

Sociológicamente, la especie humana requiere de una redefinición, su comportamiento es extraño; fue capaz de elegir a Petro, pero no de acompañarlo en sus propuestas; también, en los foros internacionales predica la convivencia, más a nivel de estados y de individuos se fomenta la destrucción del planeta. 

Pareciera que el homo no hubiese terminado su evolución porque en sus actitudes aún conserva rasgos primigenios como el salvajismo que eclipsa su racionalidad y su sentido común. Tres mil quinientos años después no veo diferencias entre lo que Josué hizo en Canaán con la dirección de Yahveh y lo que hoy hacen los judíos contra los palestinos con el aval de los EE. UU, el nuevo Yahveh. 

Que tal que Israel no fuera “el pueblo de Dios”. No veo diferencias entre lo que le permitían los esclavos romanos al César con lo que hoy les aceptan los electores colombianos a sus verdugos. Los primeros saludaban al emperador antes de ser asesinados, los segundos besaban un billete ensangrentado antes de votar. 

La mayoría de los colombianos está muerta políticamente pero casi nadie se devuelve a contemplar los huesos de sus congéneres como sí lo hacen los elefantes mediante un reconocimiento solemne de sus restos. Sálvese quien pueda dice el sapiens, ese mismo que fue capaz de desarrollar la inteligencia artificial. 

La suerte para Colombia está echada, seremos los mismos tercermundistas, nuestros indicadores se acercarán cada vez más a los africanos del sur del Sahara. Creo que la elección popular de mandatarios regionales y locales ha sido nociva para un país que tiene una frágil democracia. Elegimos reyezuelos con patente de corso para robar el erario y por eso no avanzamos. Pudiéramos ser una nación poderosa, tenemos muchos recursos y una envidiable posición geográfica; de lo que carecemos es de transparencia y sensibilidad social. Es inaudito que sea más costoso aspirar a la alcaldía de Valledupar que a la de Bogotá. A este país hay que darle un revolcón.

Por: Luis Napoleón de Armas P.