Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 27 febrero, 2010

El Old Parr

Por: Julio Oñate Indagando en sus orígenes, resulta que para muchos estudiosos fueron los monjes irlandeses los primeros en destilar un agua de cebada de uso medicinal que llamaron luego ¨Visge Beatha¨, agua de vida en gaélico y dicho calificativo es el origen del tan conocido whisky. La receta original fue llevada a tierras irlandesas […]

Boton Wpp

Por: Julio Oñate
Indagando en sus orígenes, resulta que para muchos estudiosos fueron los monjes irlandeses los primeros en destilar un agua de cebada de uso medicinal que llamaron luego ¨Visge Beatha¨, agua de vida en gaélico y dicho calificativo es el origen del tan conocido whisky. La receta original fue llevada a tierras irlandesas por monjes cristianos de esa región que venían de evangelizar en el Asia.
El whisky, una bebida que en el mundo entero es apetecida y celebrada, hoy en día no sólo es el emblemático  licor británico sino bebida nacional en panamá y en la Venezuela tropical y bullanguera, además de estar íntimamente ligado a la cultura etílica del Caribe colombiano, principalmente en el país vallenato donde su capital Valledupar es hoy denominada como Valle del Old Parr.
Diferentes marcas de Whisky han desfilado por nuestro paladar y tras algunos años de afincamiento han ido desapareciendo al ser reemplazadas por otra más sugestivas por su bouquet y presentación hasta llegar  al Old Parr que vino para quedarse en forma definitiva como un distinguido miembro de nuestra sociedad.
Quizás desde siempre y hoy más que nunca esta mezcla de cebada y malta es bebida favorita de muchos y además recomendada  como una receta eficaz para calmar los nervios, regular la tensión sanguínea, recuperar fuerzas, controlar el stress, ayudar al espíritu festivo y conseguir hasta un sobregiro en un banco.
El whisky posee además de su sabor enérgico y claro, un tentador color ambarino que se lo da el alcohol, siendo quizás el mejor ejemplo el del Old Parr, una marca escocesa registrada en homenaje  a el viejo Thomas Parr un campesino inglés, hijo de padres también campesinos nacido en 1483 y por años vivió en la bucólica paz del campo, sin tentaciones ni alteraciones, pero siempre tuvo cerca la compañía del whisky, costumbre arraigada en las mesas inglesas.
Un lugar en la historia con visos de inmortalidad se lo da a Thomas Parr su vigor y longevidad que asombró a la Inglaterra de los siglos XV y XVI.
Este personaje se casó por primera vez cuando frisaba en sus ochenta años bien vividos procreando dos hijos. Su primera esposa murió en 1605, pero esto no fue impedimento para que nuevamente a los 122 años volviera a comprometerse en casamiento, eso sí con el whisky siempre presente.
En la primavera de 1635 fue descubierto por Thomas Howard conde de Arundel y mariscal de Inglaterra y lo presentó ante la corte del rey Carlos I. allí excitó la atención masiva del público y fue retratado por Rubens y Van Dick. Se acuñaban monedas con su efigie y los bares adoptaron su nombre.
El cambio de su escenario natural de la sobria mesa del campo a los goces y el pecado de la corte inglesa con más de 150 ruedas encima no fue benéfico para su salud y a consecuencia de los excesos el viejo  Parr murió en Londres, en la propia casa del conde de Arundel, el 19 de noviembre de 1635. Tenía 152 años de edad, bien saboreados en parte gracias a los efectos tonificantes de una ingesta moderada y sostenida de whisky escocés durante toda su vida.
Estoy absolutamente seguro de los efectos benéficos del whisky tomado racionalmente y no obstante haber seguido la ruta del viejo Thomas  Parr, ya tardíamente con un siglo de atraso cada vez que me tomo un trago de Old Parr siento que mi cuenta regresiva todavía no ha comenzado.

Columnista
27 febrero, 2010

El Old Parr

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Indagando en sus orígenes, resulta que para muchos estudiosos fueron los monjes irlandeses los primeros en destilar un agua de cebada de uso medicinal que llamaron luego ¨Visge Beatha¨, agua de vida en gaélico y dicho calificativo es el origen del tan conocido whisky. La receta original fue llevada a tierras irlandesas […]


Por: Julio Oñate
Indagando en sus orígenes, resulta que para muchos estudiosos fueron los monjes irlandeses los primeros en destilar un agua de cebada de uso medicinal que llamaron luego ¨Visge Beatha¨, agua de vida en gaélico y dicho calificativo es el origen del tan conocido whisky. La receta original fue llevada a tierras irlandesas por monjes cristianos de esa región que venían de evangelizar en el Asia.
El whisky, una bebida que en el mundo entero es apetecida y celebrada, hoy en día no sólo es el emblemático  licor británico sino bebida nacional en panamá y en la Venezuela tropical y bullanguera, además de estar íntimamente ligado a la cultura etílica del Caribe colombiano, principalmente en el país vallenato donde su capital Valledupar es hoy denominada como Valle del Old Parr.
Diferentes marcas de Whisky han desfilado por nuestro paladar y tras algunos años de afincamiento han ido desapareciendo al ser reemplazadas por otra más sugestivas por su bouquet y presentación hasta llegar  al Old Parr que vino para quedarse en forma definitiva como un distinguido miembro de nuestra sociedad.
Quizás desde siempre y hoy más que nunca esta mezcla de cebada y malta es bebida favorita de muchos y además recomendada  como una receta eficaz para calmar los nervios, regular la tensión sanguínea, recuperar fuerzas, controlar el stress, ayudar al espíritu festivo y conseguir hasta un sobregiro en un banco.
El whisky posee además de su sabor enérgico y claro, un tentador color ambarino que se lo da el alcohol, siendo quizás el mejor ejemplo el del Old Parr, una marca escocesa registrada en homenaje  a el viejo Thomas Parr un campesino inglés, hijo de padres también campesinos nacido en 1483 y por años vivió en la bucólica paz del campo, sin tentaciones ni alteraciones, pero siempre tuvo cerca la compañía del whisky, costumbre arraigada en las mesas inglesas.
Un lugar en la historia con visos de inmortalidad se lo da a Thomas Parr su vigor y longevidad que asombró a la Inglaterra de los siglos XV y XVI.
Este personaje se casó por primera vez cuando frisaba en sus ochenta años bien vividos procreando dos hijos. Su primera esposa murió en 1605, pero esto no fue impedimento para que nuevamente a los 122 años volviera a comprometerse en casamiento, eso sí con el whisky siempre presente.
En la primavera de 1635 fue descubierto por Thomas Howard conde de Arundel y mariscal de Inglaterra y lo presentó ante la corte del rey Carlos I. allí excitó la atención masiva del público y fue retratado por Rubens y Van Dick. Se acuñaban monedas con su efigie y los bares adoptaron su nombre.
El cambio de su escenario natural de la sobria mesa del campo a los goces y el pecado de la corte inglesa con más de 150 ruedas encima no fue benéfico para su salud y a consecuencia de los excesos el viejo  Parr murió en Londres, en la propia casa del conde de Arundel, el 19 de noviembre de 1635. Tenía 152 años de edad, bien saboreados en parte gracias a los efectos tonificantes de una ingesta moderada y sostenida de whisky escocés durante toda su vida.
Estoy absolutamente seguro de los efectos benéficos del whisky tomado racionalmente y no obstante haber seguido la ruta del viejo Thomas  Parr, ya tardíamente con un siglo de atraso cada vez que me tomo un trago de Old Parr siento que mi cuenta regresiva todavía no ha comenzado.