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Columnista - 12 septiembre, 2023

El odio en la vida cotidiana

Cuando se aplica la templanza en la justicia, eliminar el odio es superior a lo que se podría hacer con los actos de caridad, porque cuando se es injusto con alguien se termina siempre odiándole.

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Desde que leí un interesante y corto libro, escrito por Alonso Sánchez Baute, de los agradables escritores de esta tierra, titulado las ‘Formas del odio’, me nació una permanente investigación, estudio y análisis de este tema de relevancia en su manejo para un buen desarrollo social, político y económico enmarcado con valores y hechos positivos que permitan la empatía y la convivencia sana, que solo se logra con la destrucción de este antivalor que se ha convertido en una amenaza: odio social, odio político y odio económico.

EL ODIO SOCIAL: es un tropiezo complejo y creciente en la sociedad contemporánea que se manifiesta  a través del racismo, la xenofobia, la discriminación de género, la homofobia, la antipatía familiar en la lucha por los patriarcados y matriarcados, los celos profesionales y de conocimientos, el ejercicio de liderazgos realizados por los buenos comunitarios  y otros prejuicios arraigados en la mente y pensamientos de actores marcados de antivalores, frutos de resentimientos permanentes como consecuencias de sus propias incapacidades. Este fenómeno amenaza la convivencia pacífica y toca muy a menudo los valores fundamentales de igualdad y respeto mutuo. 

Las desigualdades familiares e históricas y la opresión han dejado cicatrices profundas en algunas comunidades, generando valores negativos   hacia otros grupos, en especial de aquellos que trabajan bajo los buenos sentimientos sociales partícipes del progreso de su entorno. 

Si no hay una actitud crítica de la razón, los medios de comunicación encarnados por la prensa amarilla y las redes sociales también pueden desempeñar un papel en la propagación del odio social, al difundir modelos de resentimientos contrarios a la verdad, creando barreras para la cohesión social.

Además, el odio social lleva a la violencia, lo que afecta negativamente la vida de las personas objeto de la intolerancia, generando retaliación y odio recíproco, perpetuando el conflicto a que hubiere lugar, entonces la educación e inclusión juegan un papel importante.

Las políticas públicas deben enfocarse en abordar las desigualdades sistémicas que perpetúan el odio social. Esto puede incluir la implementación de leyes que protejan los derechos de minorías y grupos vulnerables, así como la promoción de programas que fomenten la igualdad de oportunidades.

EL ODIO POLÍTICO: Es una intensa aversión u hostilidad hacia individuos, grupos e ideologías que difieren de las propias creencias políticas. Es un fenómeno exaltado por el surgimiento de la comunicación masiva que permite la rápida propagación de información y desinformación.

El odio político se manifiesta a menudo, en discursos cargados de polarización, descalificaciones y deshumanización del adversario.

Este fenómeno ha generado un ambiente de división y confrontación en la sociedad, dificultando el diálogo constructivo y la búsqueda de soluciones comunes. El odio político puede obstaculizar el progreso social, la cooperación internacional y la estabilidad política.

Para abordar el odio político, fomentar la educación cívica y el pensamiento crítico, así como promover la empatía y el respeto hacia quienes tienen diferentes puntos de vista es inminente la tolerancia, el entendimiento mutuo y la búsqueda de consensos para superar las divisiones y construir una sociedad más justa es fundamental.

EL ODIO ECONÓMICO: es un término que describe el resentimiento y hostilidad hacia individuos o grupos basado en diferencias económicas, como la riqueza o la clase social; la célebre y falsa lucha inventadas por los obsesivos entre ricos y pobres, entre capital y trabajo, etc.

Este sentimiento puede generar divisiones sociales y conflictos, afectando las buenas relaciones comerciales de la sociedad y obstaculizando el progreso económico. La desigualdad y la percepción de injusticia para acceder a los sistemas crediticios pueden alimentar ese odio, lo que conduce a tensiones y polarizaciones. Se requiere desde luego, un enfoque en la equidad, la educación financiera y la promoción de oportunidades iguales para todos.

Cuando se aplica la templanza en la justicia, eliminar el odio es superior a lo que se podría hacer con los actos de caridad, porque cuando se es injusto con alguien se termina siempre odiándole.

Por: Fausto Cotes Núñez.

Columnista
12 septiembre, 2023

El odio en la vida cotidiana

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Cuando se aplica la templanza en la justicia, eliminar el odio es superior a lo que se podría hacer con los actos de caridad, porque cuando se es injusto con alguien se termina siempre odiándole.


Desde que leí un interesante y corto libro, escrito por Alonso Sánchez Baute, de los agradables escritores de esta tierra, titulado las ‘Formas del odio’, me nació una permanente investigación, estudio y análisis de este tema de relevancia en su manejo para un buen desarrollo social, político y económico enmarcado con valores y hechos positivos que permitan la empatía y la convivencia sana, que solo se logra con la destrucción de este antivalor que se ha convertido en una amenaza: odio social, odio político y odio económico.

EL ODIO SOCIAL: es un tropiezo complejo y creciente en la sociedad contemporánea que se manifiesta  a través del racismo, la xenofobia, la discriminación de género, la homofobia, la antipatía familiar en la lucha por los patriarcados y matriarcados, los celos profesionales y de conocimientos, el ejercicio de liderazgos realizados por los buenos comunitarios  y otros prejuicios arraigados en la mente y pensamientos de actores marcados de antivalores, frutos de resentimientos permanentes como consecuencias de sus propias incapacidades. Este fenómeno amenaza la convivencia pacífica y toca muy a menudo los valores fundamentales de igualdad y respeto mutuo. 

Las desigualdades familiares e históricas y la opresión han dejado cicatrices profundas en algunas comunidades, generando valores negativos   hacia otros grupos, en especial de aquellos que trabajan bajo los buenos sentimientos sociales partícipes del progreso de su entorno. 

Si no hay una actitud crítica de la razón, los medios de comunicación encarnados por la prensa amarilla y las redes sociales también pueden desempeñar un papel en la propagación del odio social, al difundir modelos de resentimientos contrarios a la verdad, creando barreras para la cohesión social.

Además, el odio social lleva a la violencia, lo que afecta negativamente la vida de las personas objeto de la intolerancia, generando retaliación y odio recíproco, perpetuando el conflicto a que hubiere lugar, entonces la educación e inclusión juegan un papel importante.

Las políticas públicas deben enfocarse en abordar las desigualdades sistémicas que perpetúan el odio social. Esto puede incluir la implementación de leyes que protejan los derechos de minorías y grupos vulnerables, así como la promoción de programas que fomenten la igualdad de oportunidades.

EL ODIO POLÍTICO: Es una intensa aversión u hostilidad hacia individuos, grupos e ideologías que difieren de las propias creencias políticas. Es un fenómeno exaltado por el surgimiento de la comunicación masiva que permite la rápida propagación de información y desinformación.

El odio político se manifiesta a menudo, en discursos cargados de polarización, descalificaciones y deshumanización del adversario.

Este fenómeno ha generado un ambiente de división y confrontación en la sociedad, dificultando el diálogo constructivo y la búsqueda de soluciones comunes. El odio político puede obstaculizar el progreso social, la cooperación internacional y la estabilidad política.

Para abordar el odio político, fomentar la educación cívica y el pensamiento crítico, así como promover la empatía y el respeto hacia quienes tienen diferentes puntos de vista es inminente la tolerancia, el entendimiento mutuo y la búsqueda de consensos para superar las divisiones y construir una sociedad más justa es fundamental.

EL ODIO ECONÓMICO: es un término que describe el resentimiento y hostilidad hacia individuos o grupos basado en diferencias económicas, como la riqueza o la clase social; la célebre y falsa lucha inventadas por los obsesivos entre ricos y pobres, entre capital y trabajo, etc.

Este sentimiento puede generar divisiones sociales y conflictos, afectando las buenas relaciones comerciales de la sociedad y obstaculizando el progreso económico. La desigualdad y la percepción de injusticia para acceder a los sistemas crediticios pueden alimentar ese odio, lo que conduce a tensiones y polarizaciones. Se requiere desde luego, un enfoque en la equidad, la educación financiera y la promoción de oportunidades iguales para todos.

Cuando se aplica la templanza en la justicia, eliminar el odio es superior a lo que se podría hacer con los actos de caridad, porque cuando se es injusto con alguien se termina siempre odiándole.

Por: Fausto Cotes Núñez.