Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Mariano Rajoy defendía a comienzos de los 80, en artículos de prensa, que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás en razón de su mejor herencia genética. La publicación de los artículos “La Envidia Igualitaria” y “La Desigualdad Humana”, destacados en la página de opinión de […]
Desde mí cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
Mariano Rajoy defendía a comienzos de los 80, en artículos de prensa, que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás en razón de su mejor herencia genética.
La publicación de los artículos “La Envidia Igualitaria” y “La Desigualdad Humana”, destacados en la página de opinión de Faro de Vigo en 1983 y el 84, causó conmoción dentro de su propio partido. En estas colaboraciones, Rajoy hacía un esfuerzo didáctico, para llegar a todos los niveles de lectores, que las capacidades inscritas en los genes por la herencia, determinaban sin apelación el destino de cada persona.
En los artículos, el autor elogia sendos libros de Manuel Moure Mariño y Gonzalo Fernández de la Mora, dos nombres del bunker franquista que a comienzos de los 80 reviven el sueño de la jerarquía fascista través de la sociobiología de Dawkins y Wilson. Rajoy se entusiasma ante la idea de un fundamento científico de la sociedad de clases y declara a Moure Mariño y Fernández de la Mora sus autores de cabecera. No se trata, desde luego, de una ilusión pasajera pues en posteriores entrevistas y declaraciones públicas se define, hasta los 90, como lector de ensayos sobre la desigualdad humana.
Años antes de los artículos de Rajoy, ese postulado ya era objeto de intensa discusión en las universidades anglo-sajonas. El nuevo presidente no tenía noticia de nueve títulos de los biólogos Richard Lewontin y Leon Kamin, traducidos en castellano y gallego. Richard Lewontin calificaba el determinismo biológico de falso argumento para justificar las desigualdades entre las personas y los pueblos y para defender la necesidad de abandonar toda esperanza de cambio de las jerarquía de poder dentro del capitalismo, puesto que, en línea con el determinismo biológico y en expresión muy repetida por Fraga, “las cartas ya han sido repartidas”.
No es que el genoma no tenga una influencia poderosa sobre nuestra anatomía y psicología, recuerda Lewontin, en particular, posibilita el cerebro complejo de la especie, que permite la naturaleza humana y una naturaleza social cuya configuración límite desconocemos.
Rajoy se presentaba entonces como abanderado de la renovación de la derecha, lo que no le impedía defender la discriminación en función de la herencia genética. Mientras tanto, una crítica de las colaboraciones racistas de Rajoy, publicada en número 265 del semanario A Nosa Terra, provocaba por parte del político aludido el envío de personas de confianza a las redacciones para advertir que ¡los ataques contra él eran muy celebrados por la mayoría caciquil y franquista! de lo que entonces se llamaba Alianza Popular y pronto sería Partido Popular.
El presidente que un día se declaró racista es ahora, después de tantos contratiempos, excepcionalmente prudente a la hora de revelar el nombre de sus autores preferidos. Confesándose lector impenitente, sólo reconoce afición por Emilio Salgari y Julio Verne, lo que prueba su voluntad de mantenerse al día…
En su reciente autobiografía electoral En Confianza, editada por el propietario del diario La Razón, José Manuel Lara, Rajoy elude todo recuerdo del tiempo en que fue comisario de AP en Galicia. Tanto en su biografía oficial como en esta edulcorada semblanza, modifica la fecha en que fue nombrado presidente de la Diputación de Pontevedra: fue en 1983, pero él insiste en citar 1986.
En varias intervenciones públicas muy posteriores a sus confesiones de racismo, apenas disfrazado de sociobiología, Rajoy insiste en su teoría de la supremacía de la “buena estirpe”. El vicepresidente de la Xunta de Fraga, Jose Cuiña, murió sin saber de dónde había sacado el actual presidente del PP aquella división del mundo, y aún de su partido, en “birretes” y “boinas”. La militancia que lo aclamaba al son de “¡Presidente, presidente!” en la romería del Monte do Gozo (septiembre de 2003) también ignoraba cuál era el manantial ideológico de aquel “Soy mejor, modestia aparte, que el líder de la oposición”. Igual podría decirse de su exabrupto de 2007: “Para ser presidente del Gobierno, deberían exigir algo más que ser mayor de 18 años y ser español”.
Después fue ejecutor complacido dentro del gobierno de Aznar de la disposición que impedía la entrada de albañiles y asistentas (empleadas domésticas) inmigrantes y defendió en Bruselas una directiva sobre inmigración que permite retener sin juicio hasta 18 meses a inocentes indocumentados.
Bibliografía: [Para leer los artículos racistas de Rajoy en El Faro de Vigo: http://www.kaosenlared.net/noticia/…]
http://tercerainformacion.es/
Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Mariano Rajoy defendía a comienzos de los 80, en artículos de prensa, que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás en razón de su mejor herencia genética. La publicación de los artículos “La Envidia Igualitaria” y “La Desigualdad Humana”, destacados en la página de opinión de […]
Desde mí cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
Mariano Rajoy defendía a comienzos de los 80, en artículos de prensa, que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás en razón de su mejor herencia genética.
La publicación de los artículos “La Envidia Igualitaria” y “La Desigualdad Humana”, destacados en la página de opinión de Faro de Vigo en 1983 y el 84, causó conmoción dentro de su propio partido. En estas colaboraciones, Rajoy hacía un esfuerzo didáctico, para llegar a todos los niveles de lectores, que las capacidades inscritas en los genes por la herencia, determinaban sin apelación el destino de cada persona.
En los artículos, el autor elogia sendos libros de Manuel Moure Mariño y Gonzalo Fernández de la Mora, dos nombres del bunker franquista que a comienzos de los 80 reviven el sueño de la jerarquía fascista través de la sociobiología de Dawkins y Wilson. Rajoy se entusiasma ante la idea de un fundamento científico de la sociedad de clases y declara a Moure Mariño y Fernández de la Mora sus autores de cabecera. No se trata, desde luego, de una ilusión pasajera pues en posteriores entrevistas y declaraciones públicas se define, hasta los 90, como lector de ensayos sobre la desigualdad humana.
Años antes de los artículos de Rajoy, ese postulado ya era objeto de intensa discusión en las universidades anglo-sajonas. El nuevo presidente no tenía noticia de nueve títulos de los biólogos Richard Lewontin y Leon Kamin, traducidos en castellano y gallego. Richard Lewontin calificaba el determinismo biológico de falso argumento para justificar las desigualdades entre las personas y los pueblos y para defender la necesidad de abandonar toda esperanza de cambio de las jerarquía de poder dentro del capitalismo, puesto que, en línea con el determinismo biológico y en expresión muy repetida por Fraga, “las cartas ya han sido repartidas”.
No es que el genoma no tenga una influencia poderosa sobre nuestra anatomía y psicología, recuerda Lewontin, en particular, posibilita el cerebro complejo de la especie, que permite la naturaleza humana y una naturaleza social cuya configuración límite desconocemos.
Rajoy se presentaba entonces como abanderado de la renovación de la derecha, lo que no le impedía defender la discriminación en función de la herencia genética. Mientras tanto, una crítica de las colaboraciones racistas de Rajoy, publicada en número 265 del semanario A Nosa Terra, provocaba por parte del político aludido el envío de personas de confianza a las redacciones para advertir que ¡los ataques contra él eran muy celebrados por la mayoría caciquil y franquista! de lo que entonces se llamaba Alianza Popular y pronto sería Partido Popular.
El presidente que un día se declaró racista es ahora, después de tantos contratiempos, excepcionalmente prudente a la hora de revelar el nombre de sus autores preferidos. Confesándose lector impenitente, sólo reconoce afición por Emilio Salgari y Julio Verne, lo que prueba su voluntad de mantenerse al día…
En su reciente autobiografía electoral En Confianza, editada por el propietario del diario La Razón, José Manuel Lara, Rajoy elude todo recuerdo del tiempo en que fue comisario de AP en Galicia. Tanto en su biografía oficial como en esta edulcorada semblanza, modifica la fecha en que fue nombrado presidente de la Diputación de Pontevedra: fue en 1983, pero él insiste en citar 1986.
En varias intervenciones públicas muy posteriores a sus confesiones de racismo, apenas disfrazado de sociobiología, Rajoy insiste en su teoría de la supremacía de la “buena estirpe”. El vicepresidente de la Xunta de Fraga, Jose Cuiña, murió sin saber de dónde había sacado el actual presidente del PP aquella división del mundo, y aún de su partido, en “birretes” y “boinas”. La militancia que lo aclamaba al son de “¡Presidente, presidente!” en la romería del Monte do Gozo (septiembre de 2003) también ignoraba cuál era el manantial ideológico de aquel “Soy mejor, modestia aparte, que el líder de la oposición”. Igual podría decirse de su exabrupto de 2007: “Para ser presidente del Gobierno, deberían exigir algo más que ser mayor de 18 años y ser español”.
Después fue ejecutor complacido dentro del gobierno de Aznar de la disposición que impedía la entrada de albañiles y asistentas (empleadas domésticas) inmigrantes y defendió en Bruselas una directiva sobre inmigración que permite retener sin juicio hasta 18 meses a inocentes indocumentados.
Bibliografía: [Para leer los artículos racistas de Rajoy en El Faro de Vigo: http://www.kaosenlared.net/noticia/…]
http://tercerainformacion.es/