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Columnista - 7 noviembre, 2010

El Niño de Oro

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Jamás imaginé, mientras de niño coleccionaba las “monas” con la foto y los datos de los jugadores del béisbol norteamericano que venían en los paquetes de chicle de conocida marca, acerca de las cuales la chiquillería estableció un patrón de transacciones […]

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P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Jamás imaginé, mientras de niño coleccionaba las “monas” con la foto y los datos de los jugadores del béisbol norteamericano que venían en los paquetes de chicle de conocida marca, acerca de las cuales la chiquillería estableció un patrón de transacciones entre las monas repetidas y las que no teníamos porque a veces no llegaban nunca.
Jamás imaginé, repito, que algún día, alguien de nuestro entorno, alguien de carne y hueso, fácilmente identificable y que alguno lo hubiera visto, podía estar codeándose con los monstruos que aparecían en las monas que nosotros guardábamos como tesoros inapreciables ya que eran los más populares en el coloso norteño.
Nuestros conocimientos en ese deporte se basaban en los marinos que salían y al regresar a Riohacha instruían a los chicos o en las prácticas de vacaciones de los estudiantes en Cartagena donde se practicó desde muy antaño.
Años después, en 1.945, se celebraron en Barranquilla los V Juegos Centroamericanos y del Caribe, en los cuales la novena colombiana bajo la égida del Maestro Pelayo Chacón, con las actuaciones estelares de Petaca, Chita, Varita, El Fantasma, Niño Bueno, Judas y sus compañeros que se coronaron campeones, se llenaron de gloria y dieron satisfacción a todo el país, haciendo luego presentaciones en Bogotá, donde se desconocía por completo esa disciplina.
Posteriormente, se intensificó la actividad de la pelota chica tanto en Cartagena como en Barranquilla, ciudades en las que había varios equipos los cuales en algún momento fueron reforzados con jugadores de Estados Unidos y del Caribe. La actividad se llevó a cabo también en Montería, Sincelejo, Maicao y Valledupar, donde se destacó el equipo de la Clínica Solma.
El béisbol de Grandes Ligas en Norteamérica se surte en gran parte con jugadores del Caribe donde éste deporte prima sobre los demás y el aporte de estos países es fundamental, pues la mayoría de ellos son de gran factura, entre los que se encuentra Edgar Rentería, el Niño de Oro de Barranquilla.
En el quinto juego que su equipo, los Giants de San Francisco disputaba con los Ranger de Texas, el primero había ganado 3 partidos y el segundo 1, estaban en la parte alta del  séptimo inning e iban 0 a 0, había dos jugadores de Giants en las bases, llega a batear el Niño, le pasan dos bolas y al tercer envío saca un riflazo, la bola se va, se va se va y se fue de jonrón, y enseguida ganaban los Giants 3 a 0, el partido siguió y terminó 3 a 1, y Giants se coronó Campeón de la Serie Mundial 2010 por 4 a 1.
La ciudad de San Francisco tenía 56 años de estar esperando éste momento y él lo había conseguido en un momento eficaz y feliz; por eso el Niño de Oro lloró, pero seguro que no lo hizo solo; virtual o realmente, todos lo acompañamos porque todos fuimos felices gracias a él.
Según don Mike Smulchson, que en éste rubro se las sabe pero de todas, todas; considera que la hazaña del Niño de Oro es la más grande que haya realizado un deportista colombiano en toda la historia del país; y si lo dice don Mike, póngale la firma y “ni un balabro más”. Es la verdad verdadera.
El Niño fue declarado el jugador más valioso de la Serie Mundial 2010, le fue regalado un automóvil modelo 2011 y vaya a saber cuantas cosas más, y según las estadísticas a las que son tan adictos los gringos, como éste año repitió lo que hizo en 1.997 con los Marlins de Miami, es decir, que ha sido Campeón Mundial dos veces, éste dato lo aparea con tres monstruos que todos admiramos en sus momentos de gloria y cuyas “monas”  guardábamos tan celosamente.
El Niño está hoy junto nada menos que con Yogi Berra, cátcher, Lou Géhrig , primera base y Joe di  Maggio, jardinero central, los tres de los Yankees de Nueva York que fueron más de una vez campeones mundiales y que se lo ganaron, también, con la majagua al hombro. No nos asombraría que Rentería los acompañara también en el Salón de la Fama.
La fama de di Maggio lo llevó a  poder casarse con el mito viviente más sobresaliente de la época, Marilyn Monroe, y la vida de Lou Géhrig fue recreada en la película “Idolo, Amante y Héroe”, que protagonizó el destacado actor Gary Cooper, en el papel de Géhrig.
Hay que ser o haber sido pobre, para entender y comprender a los pobres. Rentería, jugador excepcional, buen ciudadano, suma a sus calidades y cualidades la de ser humilde y generoso; en un barrio de Barranquilla mandó a construir una Iglesia católica a la que le gastó quinientos millones de pesos, y todos los años, cuando viene de vacaciones, viene lleno de regalos para los niños; esto debiera ser ejemplo para los ricos del país; cedan, antes que alguien se los arrebate, toda la plata no debe ser para comprar votos o para humillar a los demás. En los ataúdes está prohibido llevar nada, cojan ejemplo del Niño de Oro de Barranquilla que ha hecho feliz a tanta gente.

Columnista
7 noviembre, 2010

El Niño de Oro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Jamás imaginé, mientras de niño coleccionaba las “monas” con la foto y los datos de los jugadores del béisbol norteamericano que venían en los paquetes de chicle de conocida marca, acerca de las cuales la chiquillería estableció un patrón de transacciones […]


P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Jamás imaginé, mientras de niño coleccionaba las “monas” con la foto y los datos de los jugadores del béisbol norteamericano que venían en los paquetes de chicle de conocida marca, acerca de las cuales la chiquillería estableció un patrón de transacciones entre las monas repetidas y las que no teníamos porque a veces no llegaban nunca.
Jamás imaginé, repito, que algún día, alguien de nuestro entorno, alguien de carne y hueso, fácilmente identificable y que alguno lo hubiera visto, podía estar codeándose con los monstruos que aparecían en las monas que nosotros guardábamos como tesoros inapreciables ya que eran los más populares en el coloso norteño.
Nuestros conocimientos en ese deporte se basaban en los marinos que salían y al regresar a Riohacha instruían a los chicos o en las prácticas de vacaciones de los estudiantes en Cartagena donde se practicó desde muy antaño.
Años después, en 1.945, se celebraron en Barranquilla los V Juegos Centroamericanos y del Caribe, en los cuales la novena colombiana bajo la égida del Maestro Pelayo Chacón, con las actuaciones estelares de Petaca, Chita, Varita, El Fantasma, Niño Bueno, Judas y sus compañeros que se coronaron campeones, se llenaron de gloria y dieron satisfacción a todo el país, haciendo luego presentaciones en Bogotá, donde se desconocía por completo esa disciplina.
Posteriormente, se intensificó la actividad de la pelota chica tanto en Cartagena como en Barranquilla, ciudades en las que había varios equipos los cuales en algún momento fueron reforzados con jugadores de Estados Unidos y del Caribe. La actividad se llevó a cabo también en Montería, Sincelejo, Maicao y Valledupar, donde se destacó el equipo de la Clínica Solma.
El béisbol de Grandes Ligas en Norteamérica se surte en gran parte con jugadores del Caribe donde éste deporte prima sobre los demás y el aporte de estos países es fundamental, pues la mayoría de ellos son de gran factura, entre los que se encuentra Edgar Rentería, el Niño de Oro de Barranquilla.
En el quinto juego que su equipo, los Giants de San Francisco disputaba con los Ranger de Texas, el primero había ganado 3 partidos y el segundo 1, estaban en la parte alta del  séptimo inning e iban 0 a 0, había dos jugadores de Giants en las bases, llega a batear el Niño, le pasan dos bolas y al tercer envío saca un riflazo, la bola se va, se va se va y se fue de jonrón, y enseguida ganaban los Giants 3 a 0, el partido siguió y terminó 3 a 1, y Giants se coronó Campeón de la Serie Mundial 2010 por 4 a 1.
La ciudad de San Francisco tenía 56 años de estar esperando éste momento y él lo había conseguido en un momento eficaz y feliz; por eso el Niño de Oro lloró, pero seguro que no lo hizo solo; virtual o realmente, todos lo acompañamos porque todos fuimos felices gracias a él.
Según don Mike Smulchson, que en éste rubro se las sabe pero de todas, todas; considera que la hazaña del Niño de Oro es la más grande que haya realizado un deportista colombiano en toda la historia del país; y si lo dice don Mike, póngale la firma y “ni un balabro más”. Es la verdad verdadera.
El Niño fue declarado el jugador más valioso de la Serie Mundial 2010, le fue regalado un automóvil modelo 2011 y vaya a saber cuantas cosas más, y según las estadísticas a las que son tan adictos los gringos, como éste año repitió lo que hizo en 1.997 con los Marlins de Miami, es decir, que ha sido Campeón Mundial dos veces, éste dato lo aparea con tres monstruos que todos admiramos en sus momentos de gloria y cuyas “monas”  guardábamos tan celosamente.
El Niño está hoy junto nada menos que con Yogi Berra, cátcher, Lou Géhrig , primera base y Joe di  Maggio, jardinero central, los tres de los Yankees de Nueva York que fueron más de una vez campeones mundiales y que se lo ganaron, también, con la majagua al hombro. No nos asombraría que Rentería los acompañara también en el Salón de la Fama.
La fama de di Maggio lo llevó a  poder casarse con el mito viviente más sobresaliente de la época, Marilyn Monroe, y la vida de Lou Géhrig fue recreada en la película “Idolo, Amante y Héroe”, que protagonizó el destacado actor Gary Cooper, en el papel de Géhrig.
Hay que ser o haber sido pobre, para entender y comprender a los pobres. Rentería, jugador excepcional, buen ciudadano, suma a sus calidades y cualidades la de ser humilde y generoso; en un barrio de Barranquilla mandó a construir una Iglesia católica a la que le gastó quinientos millones de pesos, y todos los años, cuando viene de vacaciones, viene lleno de regalos para los niños; esto debiera ser ejemplo para los ricos del país; cedan, antes que alguien se los arrebate, toda la plata no debe ser para comprar votos o para humillar a los demás. En los ataúdes está prohibido llevar nada, cojan ejemplo del Niño de Oro de Barranquilla que ha hecho feliz a tanta gente.