También niegan que la economía fósil esté acabando con la humanidad. Odian a quiénes recuerdan esos temas, nuestro Nobel García Márquez fue víctima de esa abstracción mental que incita al negacionismo.
El negacionismo es un sentimiento irracional de miedo a las realidades históricas y científicas; es una aptitud que muchos asumen cuando carecen de argumentos y capacidad crítica para enfrentar la tozudez de los hechos o cuando se retratan en la parte oscura de esas realidades de las cuales se sienten actores y prefieren estar tranquilos anestesiando sus sentimientos y remordimientos. Hay quienes niegan la matanza de las bananeras porque, quizás, las asocian con algunas plantaciones de palma africana o cultivos de arroz de las cuales hoy son dueños y donde posiblemente se hayan financiado algunas de las matanzas paramilitares y donde muchos hayan perdido la vida. Es cuestión de asociatividad de ideas y tiempos.
También niegan que la economía fósil esté acabando con la humanidad. Odian a quiénes recuerdan esos temas, nuestro Nobel García Márquez fue víctima de esa abstracción mental que incita al negacionismo. Se pueden negar muchas cosas si se tienen las evidencias, pero no cuando se carece de ellas. Negar que el país esté cambiando es gratuito y carente de moral pública; el Banco de la Republica afirma que el país está creciendo económicamente debido a una acertada política; indicadores como la inflación, el desempleo, las tasas de interés, el turismo, la agricultura y la incautación de drogas, entre otros, son indicadores incontrovertibles que los negacionistas se empeñan en desconocer.
El negacionismo hace parte de las estrategias ideológicas de la derecha internacional. Niegan sistemáticamente todas las iniciativas del gobierno y para eso cuentan con el contubernio entre el Congreso de la República, las altas cortes y las “ías” que por fortuna ya se fueron. A rajatabla, los grandes contaminadores niegan el cambio climático y la muerte de la biodiversidad y cada vez que estos términos son mencionados recuerdan cómo han contaminado la atmósfera, la conciencia los acusa de la extinción planetaria; dicen que esto es falso para tranquilidad de sus propias conciencias. Más, no hay testarudez que dure cien años ni negacionista que los aguante. A la COP 16 la minimizaron hasta el último momento y jugaban a su fracaso porque “allí no estarían los grandes productores de gas carbónico, solo los supuestos pordioseros del mundo vendrían a este evento”; tampoco habría quien informara al mundo porque ellos, los canales privados, no tenían los derechos de transmisión, y para ellos RTVC no existe pese a ser hoy el canal de mayor sintonía con 68 frecuencias radiales que entran a todos los rincones patrios, según reciente encuesta de Cifras y Conceptos.
No obstante, ahora unos seudomedidores de opinión quieren atribuirle el éxito del evento, que antes negaban, a Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle y a Alejandro Eder, alcalde de Cali; más, los laureles son para el presidente Petro y Susana Muhamad, ministra del Medio Ambiente, quienes dieron la batalla para que el mundo deliberara en Colombia ante la renuncia de Turquía a hacer el evento, y ellos mismos decidieron que la sede fuera la ciudad de Cali. Es obvio que los jefes de las grandes potencias no asistan, estos se reúnen solo para planificar nuevas guerras y sanciones económicas unilaterales al mundo que no los sigue.
Dentro de los logros obtenidos por Colombia, lo inmediato es mostrar al país ante el mundo como segunda biodiversidad global, la calidad de su gente y su cultura variopinta, eso es lo medible y percibible; el Gobierno Nacional y el sector privado (banco Davivienda) lanzan un bono de biodiversidad por US50 millones, el primero en Colombia de esta naturaleza y el segundo en el mundo. Este bono se constituye como un valioso aporte del sector privado a la protección del medio ambiente. Noruega destinó USD20 millones contra la deforestación y para proteger la biodiversidad en Colombia; Alemania haría canje de deuda por acción climática. Hoy, al país se le mirará con respeto no como narcorrepública.
Por: Luis Napoleón de Armas P.
También niegan que la economía fósil esté acabando con la humanidad. Odian a quiénes recuerdan esos temas, nuestro Nobel García Márquez fue víctima de esa abstracción mental que incita al negacionismo.
El negacionismo es un sentimiento irracional de miedo a las realidades históricas y científicas; es una aptitud que muchos asumen cuando carecen de argumentos y capacidad crítica para enfrentar la tozudez de los hechos o cuando se retratan en la parte oscura de esas realidades de las cuales se sienten actores y prefieren estar tranquilos anestesiando sus sentimientos y remordimientos. Hay quienes niegan la matanza de las bananeras porque, quizás, las asocian con algunas plantaciones de palma africana o cultivos de arroz de las cuales hoy son dueños y donde posiblemente se hayan financiado algunas de las matanzas paramilitares y donde muchos hayan perdido la vida. Es cuestión de asociatividad de ideas y tiempos.
También niegan que la economía fósil esté acabando con la humanidad. Odian a quiénes recuerdan esos temas, nuestro Nobel García Márquez fue víctima de esa abstracción mental que incita al negacionismo. Se pueden negar muchas cosas si se tienen las evidencias, pero no cuando se carece de ellas. Negar que el país esté cambiando es gratuito y carente de moral pública; el Banco de la Republica afirma que el país está creciendo económicamente debido a una acertada política; indicadores como la inflación, el desempleo, las tasas de interés, el turismo, la agricultura y la incautación de drogas, entre otros, son indicadores incontrovertibles que los negacionistas se empeñan en desconocer.
El negacionismo hace parte de las estrategias ideológicas de la derecha internacional. Niegan sistemáticamente todas las iniciativas del gobierno y para eso cuentan con el contubernio entre el Congreso de la República, las altas cortes y las “ías” que por fortuna ya se fueron. A rajatabla, los grandes contaminadores niegan el cambio climático y la muerte de la biodiversidad y cada vez que estos términos son mencionados recuerdan cómo han contaminado la atmósfera, la conciencia los acusa de la extinción planetaria; dicen que esto es falso para tranquilidad de sus propias conciencias. Más, no hay testarudez que dure cien años ni negacionista que los aguante. A la COP 16 la minimizaron hasta el último momento y jugaban a su fracaso porque “allí no estarían los grandes productores de gas carbónico, solo los supuestos pordioseros del mundo vendrían a este evento”; tampoco habría quien informara al mundo porque ellos, los canales privados, no tenían los derechos de transmisión, y para ellos RTVC no existe pese a ser hoy el canal de mayor sintonía con 68 frecuencias radiales que entran a todos los rincones patrios, según reciente encuesta de Cifras y Conceptos.
No obstante, ahora unos seudomedidores de opinión quieren atribuirle el éxito del evento, que antes negaban, a Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle y a Alejandro Eder, alcalde de Cali; más, los laureles son para el presidente Petro y Susana Muhamad, ministra del Medio Ambiente, quienes dieron la batalla para que el mundo deliberara en Colombia ante la renuncia de Turquía a hacer el evento, y ellos mismos decidieron que la sede fuera la ciudad de Cali. Es obvio que los jefes de las grandes potencias no asistan, estos se reúnen solo para planificar nuevas guerras y sanciones económicas unilaterales al mundo que no los sigue.
Dentro de los logros obtenidos por Colombia, lo inmediato es mostrar al país ante el mundo como segunda biodiversidad global, la calidad de su gente y su cultura variopinta, eso es lo medible y percibible; el Gobierno Nacional y el sector privado (banco Davivienda) lanzan un bono de biodiversidad por US50 millones, el primero en Colombia de esta naturaleza y el segundo en el mundo. Este bono se constituye como un valioso aporte del sector privado a la protección del medio ambiente. Noruega destinó USD20 millones contra la deforestación y para proteger la biodiversidad en Colombia; Alemania haría canje de deuda por acción climática. Hoy, al país se le mirará con respeto no como narcorrepública.
Por: Luis Napoleón de Armas P.