MI COLUMNA Por Mary Daza Orozco Se desquició el mundo. ¡Qué cantidad de conflictos! En realidad es uno sólo, en el sentido de que somos Universo y lo que le toca de adversidad a una parte, desequilibra el todo. Si se hace un recorrido por cada continente y se estudia lo que está pasando es […]
MI COLUMNA
Por Mary Daza Orozco
Se desquició el mundo. ¡Qué cantidad de conflictos! En realidad es uno sólo, en el sentido de que somos Universo y lo que le toca de adversidad a una parte, desequilibra el todo. Si se hace un recorrido por cada continente y se estudia lo que está pasando es para sobrecogerse: desde el rugido del agua mortal en Brasil hasta la explosión de una mina en Colombia.
En África se enquistan silenciosas las guerras tribales en las que el genocidio se mezcla con el hambre infinita, pero revientan los conflictos en serie, el efecto dominó: Túnez, Yemen, Egipto, mientras en Asia, Corea e Irán siguen la carrera armamentista misteriosa, oculta.
Ahora, en estos momentos, surge un conflicto que tiene eco en las principales ciudades del mundo: Egipto. La revuelta, cuando esto escribo, tiene ribetes de guerra, ya cuentan muertos y la juventud de todo el mundo apoya y sale a las calles, fue curioso ver en la televisión de los Estados Unidos a un jovencito colombiano con la bandera del país protestando al lado de unos egipcios y él no tiene apellidos árabes.
Egipto, el país más importante del mundo árabe, la nación que todos llevamos en el alma por su historia, se levanta contra la larga dictadura de Hosni Mubarak. Treinta años en el poder y si no lo tumban ahora, volverá a “ganar” las elecciones de este año.
Observando este panorama, surge la pregunta: ¿por qué se aferran al poder si siempre terminan mal? Bueno por la fascinación misma del poder, dirán, pero que triste final el de la mayoría de los dictadores: la muerte, el destierro, el odio de sus compatriotas. En este caso se vislumbran dos alternativas: que el ejército más poderoso de África, según lo califican los entendidos, salga a acabar de una vez por todas con los manifestantes, ya hay más de mil heridos en los hospitales de Alejandría, o que Mubarak huya, como ya lo hicieron sus hijos que se refugiaron e Londres.
Los manifestantes fueron muy claros en sus peticiones: un nuevo gobierno, fin del estado de emergencia, no más gobierno militar, en fin, libertad que no la hay: si se tiene en cuenta solamente el hecho de que se hayan cerrado las comunicaciones por celulares e Internet.
La revuelta sigue, comenzó el pillaje, pero lo que preocupa, después de la seguridad de los manifestantes, casi todos jóvenes, es la destrucción de museos.
No se pueden olvidar los egipcios, por el fragor de las protestas, de que sus reliquias históricas no son sólo se ellos, son del mundo, y de perderse una, tendrían que dar cuenta a la humanidad que afincó sus creencias, el misterio de la muerte, el valor de los héroes, el mar rojo abriéndose en caminos de esperanza, el canal del Suez con el flujo constante de comunicación con el mundo, en la “faraonesca” vida que apasiona.
Este momento crucial en la vida del país del Nilo, tiene muchas connotaciones políticas y se habla de una apertura amplia al Islam, pero ese es tema para los analistas, los politólogos, sociólogos y todos los conocedores de la materia se encargarán de eso, a nosotros sólo nos queda hacer fuerza para que el conflicto no se desborde y el señor dictador se retire a descansar y a gozar de sus nietos.
MI COLUMNA Por Mary Daza Orozco Se desquició el mundo. ¡Qué cantidad de conflictos! En realidad es uno sólo, en el sentido de que somos Universo y lo que le toca de adversidad a una parte, desequilibra el todo. Si se hace un recorrido por cada continente y se estudia lo que está pasando es […]
MI COLUMNA
Por Mary Daza Orozco
Se desquició el mundo. ¡Qué cantidad de conflictos! En realidad es uno sólo, en el sentido de que somos Universo y lo que le toca de adversidad a una parte, desequilibra el todo. Si se hace un recorrido por cada continente y se estudia lo que está pasando es para sobrecogerse: desde el rugido del agua mortal en Brasil hasta la explosión de una mina en Colombia.
En África se enquistan silenciosas las guerras tribales en las que el genocidio se mezcla con el hambre infinita, pero revientan los conflictos en serie, el efecto dominó: Túnez, Yemen, Egipto, mientras en Asia, Corea e Irán siguen la carrera armamentista misteriosa, oculta.
Ahora, en estos momentos, surge un conflicto que tiene eco en las principales ciudades del mundo: Egipto. La revuelta, cuando esto escribo, tiene ribetes de guerra, ya cuentan muertos y la juventud de todo el mundo apoya y sale a las calles, fue curioso ver en la televisión de los Estados Unidos a un jovencito colombiano con la bandera del país protestando al lado de unos egipcios y él no tiene apellidos árabes.
Egipto, el país más importante del mundo árabe, la nación que todos llevamos en el alma por su historia, se levanta contra la larga dictadura de Hosni Mubarak. Treinta años en el poder y si no lo tumban ahora, volverá a “ganar” las elecciones de este año.
Observando este panorama, surge la pregunta: ¿por qué se aferran al poder si siempre terminan mal? Bueno por la fascinación misma del poder, dirán, pero que triste final el de la mayoría de los dictadores: la muerte, el destierro, el odio de sus compatriotas. En este caso se vislumbran dos alternativas: que el ejército más poderoso de África, según lo califican los entendidos, salga a acabar de una vez por todas con los manifestantes, ya hay más de mil heridos en los hospitales de Alejandría, o que Mubarak huya, como ya lo hicieron sus hijos que se refugiaron e Londres.
Los manifestantes fueron muy claros en sus peticiones: un nuevo gobierno, fin del estado de emergencia, no más gobierno militar, en fin, libertad que no la hay: si se tiene en cuenta solamente el hecho de que se hayan cerrado las comunicaciones por celulares e Internet.
La revuelta sigue, comenzó el pillaje, pero lo que preocupa, después de la seguridad de los manifestantes, casi todos jóvenes, es la destrucción de museos.
No se pueden olvidar los egipcios, por el fragor de las protestas, de que sus reliquias históricas no son sólo se ellos, son del mundo, y de perderse una, tendrían que dar cuenta a la humanidad que afincó sus creencias, el misterio de la muerte, el valor de los héroes, el mar rojo abriéndose en caminos de esperanza, el canal del Suez con el flujo constante de comunicación con el mundo, en la “faraonesca” vida que apasiona.
Este momento crucial en la vida del país del Nilo, tiene muchas connotaciones políticas y se habla de una apertura amplia al Islam, pero ese es tema para los analistas, los politólogos, sociólogos y todos los conocedores de la materia se encargarán de eso, a nosotros sólo nos queda hacer fuerza para que el conflicto no se desborde y el señor dictador se retire a descansar y a gozar de sus nietos.