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Columnista - 28 noviembre, 2010

El mundo al revés

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ En la antigua Grecia, con la palabra “asylia” se designaban dos cosas distintas. La asylia conferida a un individuo por una o varias ciudades extranjeras, garantizaba su persona y bienes durante la permanencia en las mismas. La asylia religiosa era el […]

P E R I S C O P I O
Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
En la antigua Grecia, con la palabra “asylia” se designaban dos cosas distintas. La asylia conferida a un individuo por una o varias ciudades extranjeras, garantizaba su persona y bienes durante la permanencia en las mismas. La asylia religiosa era el derecho de asilo reconocido a ciertos templos; tenía por origen el respeto y el temor a la divinidad. En el Imperio romano el asilo fue limitado a determinados templos, bajo el mandato de Tiberio. La tradición del derecho de asilo se conservó en las iglesias cristianas y fue aceptado por los emperadores.
La institución de asilo religioso decayó en la edad moderna con la formación de los estados nacionales; entonces tomó incremento el asilo territorial (basado en el principio de distinta soberanía), en virtud del cual la persona perseguida en su estado quedaba a salvo por el mero hecho de pasar al territorio de otro estado, por razón de un principio político. Este derecho por lo regular no era concedido a los delincuentes comunes, y en la actualidad – generalmente- éstos son entregados al estado de que proceden en virtud de los tratados de extradición.
En América ha sido regulado el derecho de asilo por diversas convenciones, entre ellas la conferencia de Lima en 1.867, que fue la primera que discutió sobre el mismo, y la VI conferencia panamericana de La Habana (1.928) que reguló el ejercicio de éste derecho, limitándolo a situaciones de carácter excepcional y de verdadera urgencia, y solamente por delitos políticos.(sic)
En el área latino-americana, tierra de reyezuelos y dictadores “por la gracia de Dios” quizá el caso más sonado de asilo político y el más ceñido a las normas internacionales que lo rigen, lo constituyó el que protagonizó el insigne don Víctor Raúl Haya de la Torre, político peruano, fundador del A.P.R.A. (Alianza Popular Revolucionaria Americana) que en 1.948 pidió asilo en la embajada de Colombia en Lima, donde estuvo hasta 1.954 cuando se le permitió salir del país.
Haya de la Torre fue un político de ideas socialistas, antiimperialista y anticomunista, que se pasó la vida abogando por los desheredados, teniendo que exiliarse voluntariamente varias veces y por largos períodos, pues cuantas veces se demoró en Perú fue encarcelado por los dictadores.  Una vez ganó la elección presidencial y no pudo posesionarse porque los chafarotes del ejército se lo impidieron con un golpe de estado; en suma, fue un perseguido político, por eso estuvo casi seis años en nuestra embajada en Lima de donde salió nuevamente para el ostracismo. Este es un caso clásico de verdadero asilo político, que como dijera el presidente de la Corte Suprema, es para amparar a los perseguidos, no a los perseguidores.
El expresidente se comprometió a acabar con la politiquería y la corrupción, dos cánceres que tienen a Colombia postrada; por el contrario, nunca se vio más politiquería ni más corrupción que en los ocho años de la fama,  durante los cuales jamás se vio al presidente quejarse de ninguna de las dos, ni despedir en forma fulminante a ningún deshonesto de tantos que ha habido. Al contrario, era el primero en coger la televisión para defender a sus corruptos y pelearse con la Corte o la Fiscalía; el sabía todo porque en su administración no pasaba nada que él no supiera, así que si no sabía lo de las chuzadas, le tocó hacer el papel del marido engañado que es el último en enterarse; siendo que el D.A.S. sólo recibe órdenes suyas. Sabía también que defendiéndolos, se auto-defendía.
Estos ex funcionarios amigos del expresidente, son una gente muy singular; sui géneris, diríamos; cuando tienen mando, son soberbios, apegados a la ley para aplicársela a los demás, pero cuando están en el asfalto, son proclives a burlar la ley como su jefe, e inventan estratagemas leguleyas para eludirla; en fin, se aprovechan de la ley y la ponen a su servicio, o se idean triquiñuelas que sólo pueden engañar a los tontos e ignorantes, pero no a la gente que ha estudiado y sabe a qué atenerse.
Apelar al derecho de asilo con todo lo que se sabe sobre ese tópico para guarecer a delincuentes comunes, además de una estupidez es una cobardía. Se me hace que la prófuga dijo mentiras en Panamá o el gobierno panameño lo está, a sabiendas, haciendo fuera del tiesto. Asociación para delinquir, falsedad en documento público, cohecho, etc. etc.,no son, que sepamos, delitos políticos a menos que consideren que se trata de la lucha política “por otros medios”, lo que sería distinto; eso fue lo que pensó Nixon y – por mentir-, tuvo que renunciar. Nada menos que a la Presidencia de Estados Unidos de Norte América. ¿Cuál es el precedente que quieren establecer éstos delincuentes?. Quiénes son para pretender cambiar el orden que el mundo ha respetado en toda su existencia?.  Sólo delincuentes.
Tal como imaginábamos, el expresidente está recomendando a sus colaboradores ante los presidentes de las repúblicas del área para que les concedan asilo político a la hora que lo soliciten, que ya lo solicitará él. Recomendando delincuentes para que burlen la Justicia colombiana. Por favor, respétese a sí mismo. No más impunidad para ningún delincuente. Comience a explicar sus fechorías. Jamás hubo presidente ligado a delincuentes.

Columnista
28 noviembre, 2010

El mundo al revés

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ En la antigua Grecia, con la palabra “asylia” se designaban dos cosas distintas. La asylia conferida a un individuo por una o varias ciudades extranjeras, garantizaba su persona y bienes durante la permanencia en las mismas. La asylia religiosa era el […]


P E R I S C O P I O
Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
En la antigua Grecia, con la palabra “asylia” se designaban dos cosas distintas. La asylia conferida a un individuo por una o varias ciudades extranjeras, garantizaba su persona y bienes durante la permanencia en las mismas. La asylia religiosa era el derecho de asilo reconocido a ciertos templos; tenía por origen el respeto y el temor a la divinidad. En el Imperio romano el asilo fue limitado a determinados templos, bajo el mandato de Tiberio. La tradición del derecho de asilo se conservó en las iglesias cristianas y fue aceptado por los emperadores.
La institución de asilo religioso decayó en la edad moderna con la formación de los estados nacionales; entonces tomó incremento el asilo territorial (basado en el principio de distinta soberanía), en virtud del cual la persona perseguida en su estado quedaba a salvo por el mero hecho de pasar al territorio de otro estado, por razón de un principio político. Este derecho por lo regular no era concedido a los delincuentes comunes, y en la actualidad – generalmente- éstos son entregados al estado de que proceden en virtud de los tratados de extradición.
En América ha sido regulado el derecho de asilo por diversas convenciones, entre ellas la conferencia de Lima en 1.867, que fue la primera que discutió sobre el mismo, y la VI conferencia panamericana de La Habana (1.928) que reguló el ejercicio de éste derecho, limitándolo a situaciones de carácter excepcional y de verdadera urgencia, y solamente por delitos políticos.(sic)
En el área latino-americana, tierra de reyezuelos y dictadores “por la gracia de Dios” quizá el caso más sonado de asilo político y el más ceñido a las normas internacionales que lo rigen, lo constituyó el que protagonizó el insigne don Víctor Raúl Haya de la Torre, político peruano, fundador del A.P.R.A. (Alianza Popular Revolucionaria Americana) que en 1.948 pidió asilo en la embajada de Colombia en Lima, donde estuvo hasta 1.954 cuando se le permitió salir del país.
Haya de la Torre fue un político de ideas socialistas, antiimperialista y anticomunista, que se pasó la vida abogando por los desheredados, teniendo que exiliarse voluntariamente varias veces y por largos períodos, pues cuantas veces se demoró en Perú fue encarcelado por los dictadores.  Una vez ganó la elección presidencial y no pudo posesionarse porque los chafarotes del ejército se lo impidieron con un golpe de estado; en suma, fue un perseguido político, por eso estuvo casi seis años en nuestra embajada en Lima de donde salió nuevamente para el ostracismo. Este es un caso clásico de verdadero asilo político, que como dijera el presidente de la Corte Suprema, es para amparar a los perseguidos, no a los perseguidores.
El expresidente se comprometió a acabar con la politiquería y la corrupción, dos cánceres que tienen a Colombia postrada; por el contrario, nunca se vio más politiquería ni más corrupción que en los ocho años de la fama,  durante los cuales jamás se vio al presidente quejarse de ninguna de las dos, ni despedir en forma fulminante a ningún deshonesto de tantos que ha habido. Al contrario, era el primero en coger la televisión para defender a sus corruptos y pelearse con la Corte o la Fiscalía; el sabía todo porque en su administración no pasaba nada que él no supiera, así que si no sabía lo de las chuzadas, le tocó hacer el papel del marido engañado que es el último en enterarse; siendo que el D.A.S. sólo recibe órdenes suyas. Sabía también que defendiéndolos, se auto-defendía.
Estos ex funcionarios amigos del expresidente, son una gente muy singular; sui géneris, diríamos; cuando tienen mando, son soberbios, apegados a la ley para aplicársela a los demás, pero cuando están en el asfalto, son proclives a burlar la ley como su jefe, e inventan estratagemas leguleyas para eludirla; en fin, se aprovechan de la ley y la ponen a su servicio, o se idean triquiñuelas que sólo pueden engañar a los tontos e ignorantes, pero no a la gente que ha estudiado y sabe a qué atenerse.
Apelar al derecho de asilo con todo lo que se sabe sobre ese tópico para guarecer a delincuentes comunes, además de una estupidez es una cobardía. Se me hace que la prófuga dijo mentiras en Panamá o el gobierno panameño lo está, a sabiendas, haciendo fuera del tiesto. Asociación para delinquir, falsedad en documento público, cohecho, etc. etc.,no son, que sepamos, delitos políticos a menos que consideren que se trata de la lucha política “por otros medios”, lo que sería distinto; eso fue lo que pensó Nixon y – por mentir-, tuvo que renunciar. Nada menos que a la Presidencia de Estados Unidos de Norte América. ¿Cuál es el precedente que quieren establecer éstos delincuentes?. Quiénes son para pretender cambiar el orden que el mundo ha respetado en toda su existencia?.  Sólo delincuentes.
Tal como imaginábamos, el expresidente está recomendando a sus colaboradores ante los presidentes de las repúblicas del área para que les concedan asilo político a la hora que lo soliciten, que ya lo solicitará él. Recomendando delincuentes para que burlen la Justicia colombiana. Por favor, respétese a sí mismo. No más impunidad para ningún delincuente. Comience a explicar sus fechorías. Jamás hubo presidente ligado a delincuentes.